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Discurso de Gabriel Boric
São Paulo. Por Verónica GOYZUETA, para SudAméricaHoy
La mujer más importante del Partido de los Trabajadores (PT), hasta que pasó lo que pasó, nunca fue Dilma Rousseff, si no Marta Suplicy. Al contrario de Rousseff, que entró al PT en 2001, la senadora, ex alcaldesa de São Paulo y ex ministra de Turismo y Cultura, fue fundadora de este importante y poderoso grupo de izquierda.
De Marta Suplicy es, en buena medida, el mérito de haber logrado la aceptación del partido en altos sectores de la sociedad paulista. En esos ambientes selectos, la rubia Suplicy, mujer carismática y de alta cuna, se impuso con sus sastres rojos en homenaje a la bandera del PT. Su firma favorita para lucirlos no podía ser otra que los de una feminista de alta costura: Coco Channel. Marta Suplicy fue también la que le recomendó el peluquero a la ex ministra de energía y ahora presidenta, que le dio un nuevo «look» y la rejuveneció veinte años.
Estos antecedentes -y otros- quizás ayuden a entender por qué esta semana, indignada, la gran dama de la política brasileña se fue dando un portazo al PT.
La senadora considera que el partido que fundó no le ha dado el debido valor.
Feminista de ADN, soñó un día ocupar el lugar en el que hoy está Rousseff. Cuando Luiz Inácio Lula da Silva la dejó de lado y prefirió un nombre nuevo, sin pasado militante que pudiera compararse con el suyo, se lo tomó con resignación.
Cuando Lula volvió a sugerir otro nombre, anódino, el de Fernando Haddad, para ser alcalde de São Paulo, el sentimiento que tuvo en ese momento no fue, precisamente, el de la alegría.
Para qué hablar de lo que se le pasó por la cabeza cuando el ex presidente señaló con el dedo, como candidato al Gobierno del estado de São Paulo, al ex ministro de Salud, Alexandre Padilha, un perfecto desconocido que quedó tercero en la contienda. “Respiré hondo e hice campaña por él”, reconoció Suplicy en una entrevista a Veja, días antes de dejar el partido.
“En 2014, mi nombre ni fue imaginado para la disputa del Gobierno de São Paulo, a pesar de que yo tenía un 30% de intención de voto”, recordó la ex alcaldesa, evidentemente, decepcionada.
A los 70 años, -no los aparenta, ni de cerca ni de lejos-, la sexóloga decidió, después de sentirse tantas veces traicionada, ponerle fin a la relación con su partido. “Me voy del PT porque, simplemente, no es el partido que ayudé a crear. El PT se distanció de sus principios éticos, de sus bases y de sus ideas”, afirmó en esa entrevista que concedió, para mayor dolor de los petistas, a Veja, la principal revista de oposición al PT.
«El PT recibe con indignación la carta de la senadora Marta Suplicy oficializando su salida”, le respondió en otra carta el presidente del partido Ruy Falcão, que fue su vicepresidente en la alcaldía de São Paulo entre 2001-05.
“A pesar de los motivos enunciados, entendemos que las razones reales de la salida se deben a la ambición electoral de la senadora y a un personalismo desmedido que no puede más ser satisfecho dentro de nuestras filas”, reprochó Falcão.
Marta Teresa Smith de Vasconcellos, según consta en su partida de bautismo, es lo que en São Paulo se conoce como “cuatrocentona”, una aristócrata de familia portuguesa con más de 400 años en el Estado.
Es bisnieta de los barones de Vasconcellos, de línea directa con Afonso I de Portugal. Por su estirpe siempre fue vista como una extraña en el nido petista, donde hizo la vida al lado del ex marido, Eduardo Suplicy, otro izquierdista nacido en la cuna de oro de los Matarazzo, los mayores industriales de la São Paulo del siglo XX.
Su divorcio de Suplicy, tras asumir la alcaldía, y después de casi cuatro décadas de casamiento, fue uno de los factores que impactaron negativamente en su popularidad en la alcaldía. Suplicy, con quien tuvo tres hijos (dos de ellos los músicos João Suplicy y Supla), es un respetado y querido político con él que formaba una de las parejas más carismáticas de São Paulo.
“Me enamoré de otra persona, no tuve miedo, pagué el precio, que fue enorme”, recuerda la senadora que, en 2003, se casó con el argentino Luis Favre, pseudônimo de Felipe Belisario Wermus, de quien, tras una relación atormentada, también se divorció en 2009. Pero el amor no la había abandonado. Actualmente está casada con el empresario Márcio Toledo, ex presidente del Jockey Club de São Paulo.
Marta Suplicy, por si fuera poco el revés para el PT, confirmó que será candidata a la alcaldía de São Paulo en 2018 por el Partido Socialista Brasileño (PSB).
Tiene muchas posibilidades de ganarle al actual alcalde Haddad, el mismo que salió elegido gracias a su apoyo y a la herencia de su gestión. Un ejemplo clave: El billete único de transportes y los CEU, unas escuelas de lujo que ella construyó en las áreas más pobres de la ciudad y cuyo nombre en español se traduce como “cielo”.
Esta crisis o divorcio -parece casi de pareja- puede abrir otro horizonte en el universo de la política de Brasil.
El cielo de Suplicy en 2018 puede ser el infierno del PT, la organización que se arrastra ante el desgastante noticiero de corrupción y que, sin ella, se arriesga a perder una de las joyas de su corona: Sao Paulo.