martes, 10 de septiembre de 2013
Espionaje de EE UU, ahora le tocó a Petrobras
A Petrobras Oil platform is seen at Guabanara bay in Rio de Janeiro

Instalaciones de Petrobras en Brasil

São Paulo. Por Verónica GOYZUETA, para SudAmericaHoy (SAH)

Los tiempos del espionaje industrial están de vuelta. La televisión brasileña difundió este fin de semana, nuevos documentos filtrados de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), de los Estados Unidos, que prueban que ese país tuvo acceso a datos y secretos tecnológicos de la petrolera brasileña Petrobras, la líder mundial en tecnología en aguas ultra-profundas. La noticia volvió a calentar las tensiones entre Brasil y Estados Unidos, en un momento en que la presidenta Dilma Rousseff se prepara para una visita oficial a la Casa Blanca, en octubre.

Será la primera vez en veinte años que un presidente estadounidense recibe un colega de Brasil con alfombra roja, cena de gala y ceremonia militar, un marco en las relaciones bilaterales, que a la víspera se estremece con las noticias de espionaje, primero sobre Rousseff y ahora sobre Petrobras. La mandataria brasileña ha aprovechado los deslices para pellizcar a los norteamericanos, pero ni ella ni su cancillería quieren perderse la recepción de Barack Obama en Washington, que puede abrir nuevos caminos, comerciales y políticos.

Sin embargo, la revelación de los documentos espiados en uno de los programas de más audiencia de TV Globo, exigen una respuesta, que Rousseff ha aprovechado en declaraciones de color populista contra Estados Unidos, en un momento en que busca retomar su popularidad, dañada tras las protestas de junio.

La presidenta y los medios de comunicación brasileños, han aventado la sospecha de que Estados Unidos está interesado en las gigantescas reservas de petróleo en aguas profundas y en una subasta que Petrobras realizará en octubre, considerada la mayor de la historia brasileña. En un comunicado oficial, Rousseff declaró que las filtraciones no representan  amenaza a la seguridad, sino a “uno de los mayores activos de petróleo del mundo y un patrimonio del pueblo brasileño”.

Los documentos en manos del ex consultor de la NSA, Edward Snowden, fueron revelados en la TV brasileña por Glenn Greenwald, periodista de The Guardian que destapó el caso y que vive en Brasil. El reportaje muestra fichas y textos de entrenamientos de la NSA, usados en mayo, con el nombre de Petrobras y trae pruebas de que la red de computadoras de Petrobras es monitoreada.

La NSA difundió una nota firmada por el director de Inteligencia de Estados Unidos, James Clapper, declarando que la entidad colecta informaciones económicas y financieras para prevenir crisis que puedan afectar los mercado internacionales, y que no roba secretos de empresas que puedan beneficiar compañías norteamericanas.  Pero los documentos presentados ponen en duda ese argumento. En el material también aparecen Google y la cooperativa internacional Swift, que reúne casi 10 mil bancos de 212 países.

En un esperado comunicado, que demoró casi un día, Petrobras, cautelosa, informó que no cree en filtraciones, por tener sistemas “altamente calificados y permanentemente actualizados”. Horas antes, sin embargo, el ex presidente de la petrolera, José Sérgio Gabrielli, que dirigió la empresa por siete años, hasta enero de 2012, dijo a O Estado de São Paulo, que Petrobras ya ha sufrido millares de intentos de ataques cibernéticos y que, durante su gestión, trataron de robar imágenes submarinas en área de producción offshore, sin éxito.

Petrobras invirtió más de mil millones de dólares el año pasado en investigaciones y desarrollo. En los últimos tres años la empresa registró 75 patentes en Brasil y 147 en el  exterior. La empresa también invierte altas sumas en tecnología de la información.

La petrolera brasileña controla yacimientos en aguas profundas, conocidas como pre-sal, con un valor estimado en miles de millones de dólares. Los descubrimientos del pre-sal ya rinden 296 mil barriles diarios de petróleo, según la Agencia Nacional de Petróleo (ANP). Petrobras estima, que sólo en la Cuenca de Santos haya una reserva de 15,3 mil millones de barriles, lo que significaría duplicar las ya existentes. Según esos datos, Brasil tendría las condiciones de volverse una potencia petrolera y cambiar el actual escenario geopolítico, movido a petróleo.