lunes, 24 de agosto de 2015
Exobreros de Itaipú peregrinan crucificados hasta sede del Gobierno paraguayo

Asunción, 24 ago (EFE).- Siete personas, dos mujeres y cinco hombres, peregrinaron hoy con las manos clavadas a tablones de madera colocados sobre sus hombros desde la embajada de Brasil en Asunción hasta casi llegar al Palacio de Gobierno de Paraguay para exigir ser recibidos por el presidente, Horacio Cartes.
Se trata de extrabajadores y familiares de exempleados de la segunda mayor hidroeléctrica del mundo, Itaipú, compartida entre Brasil y Paraguay, que permanecen desde hace más de dos meses acampados frente a la embajada de Brasil en Asunción exigiendo sus derechos laborales por antigüedad, peligrosidad y otros.
Los exobreros ya habían estado instalados frente a la embajada durante casi tres meses desde finales del año pasado, cuando cinco de ellos permanecieron crucificados más de cincuenta días, una protesta que abandonaron el pasado 29 de enero tras un preacuerdo con el Gobierno.
Sin embargo, ante la falta de respuesta a sus reclamos en este período, los extrabajadores retomaron la acampada a mediados de junio y siete de ellos se volvieron a crucificar en el mismo lugar, desde donde partieron hoy para caminar, con el tablón a cuestas y las manos clavadas, los casi 3 kilómetros que separan la sede diplomática brasileña del Palacio de Gobierno, ambos ubicados en el centro de la capital paraguaya.
Por la dificultad del camino, y el dolor que sentían en las manos, los manifestantes, en su mayoría personas en edad de jubilarse, debieron detener la marcha tras dos kilómetros de recorrido.
Cuatro representantes de la Coordinadora de Extrabajadores de Itaipú y Contratistas lograron ser recibidos en el Palacio presidencial.
«Hablamos con el equipo jurídico del presidente y aseguraron que en el transcurso del día de mañana profundizarán en el diálogo», dijo a Efe Carlos González, portavoz de la Coordinadora que aglutina a unos 5.000 de los casi 15.000 trabajadores paraguayos que participaron en la construcción de la hidroeléctrica ente 1975 y 1991.
Miles de albañiles, soldadores, electricistas y todo tipo de técnicos paraguayos y brasileños empleados en empresas contratistas fueron despedidos al término de la obra.
Pero los empleados con nacionalidad paraguaya nunca cobraron los bonos alimenticios, de productividad, desarraigo y antigüedad que les correspondían y que sí recibieron sus colegas brasileños, según denuncia González.
Además, los trabajadores brasileños lograron un acuerdo en 1999 para el abono retroactivo de un plus de peligrosidad, después de varias reclamaciones.
La Coordinadora reclama unos 800 millones de dólares en concepto de indemnizaciones, pero los sucesivos Gobiernos paraguayos y sus correspondientes directores de la entidad binacional que gestiona Itaipú alegaron que sus reclamaciones han prescrito.
«Vamos a regresar a la embajada, no vamos a levantar la movilización, seguiremos protestando y estamos expectantes ante la posibilidad de reunirnos con el presidente Cartes y llegar a una solución», agregó González.
La construcción de Itaipú, la segunda hidroeléctrica de mayor producción del mundo, tras la presa china de las Tres Gargantas, llevó unos 16 años e implicó a unos 30.000 obreros de Paraguay y Brasil.
Itaipú, enclavada en el río Paraná, límite natural entre Paraguay y Brasil, a unos 350 kilómetros al este de Asunción, se convirtió en el destino de decenas de miles de paraguayos que acudieron en la década de 1970 en búsqueda de trabajo, a quienes se les conoce como «los pioneros».
Se trataba de un lugar remoto, casi deshabitado y cubierto de una espesa selva. En la construcción de la represa murieron unas mil personas en accidentes o por problemas de salud vinculados con el trabajo en un período de diez años, según dijo a Efe una fuente de Itaipú.