Por Ignacio PERALES

Su último acto público fue tomar el testigo de la llama olímpica antes de la inauguración de los Juegos 2016. Poco le importaba estar en silla de ruedas, tener 90 años, insuficiente renal y estar sometido a hemodiálisis, el doctor Ivo Pitanguy quería y logró cumplir, su deseo de alumbrar las últimas olimpiadas de su vida y las primeras de Brasil. Fue escritor y pensador del cosmos pero, sobre todo, el cirujano plástico más famoso de la historia. Pintanguy construyó y reconstruyó el rostro de bellas modelos, de personas insatisfechas con el suyo y de otras deformes por el destino. Cobró mucho al que tenía fortuna y nada a los desposeídos. Aprendió y enseñó a algunos de los colegas que hoy, gracias a él, son capaces de hacer el milagro con otros. Su talento permitió que miles de personas pudieran mirarse en el espejo y sonreír al ver su reflejo. Descanse en paz.