Por Luli DELGADO, para SudAméricaHoy

Esta semana la prensa reseñó varias historias de cómo grandes y pequeños van superando los rigores de la pandemia.

El New York Times publicó la historia de varios restaurantes en Estados Unidos que han aprovechado la ayuda del gobierno y de algunas ONGs para producir y empaquetar platos de comida que se distribuyen entre gente que no puede pagar su alimentación. Esto les ha permitido mantener buena parte de su nómina y cubrir sus gastos básicos.

Los brasileños por su parte, reinventaron el Carnaval de este año con una programación virtual, con lo mejor de las escuelas de samba de todo el país en años anteriores, y “lives” como el de la cantante Anitta, quien patrocinado por una popular marca de cerveza, se presentará junto a nueve personas desde la Isla de Beats, aislados, acompañados de un equipo médico y todas las precauciones del caso.

La Folha de S. Paulo publicó un reportaje sobre las visitas guiadas on line que están ofreciendo los museos, desde Graceland, la casa en la vivió Elvis Presley, hasta los más eruditos, como el Metropolitan Museum y el Gugenheim de Nueva York.

Con los parques temáticos cerrados por razones obvias desde el inicio de la pandemia, las empresas Disney crearon una nueva plataforma de distribución de contenidos y entretenimiento, streaming incluído, que para su gran sorpresa superó las expectativas de lucro.

En resumidas cuentas: Perder depende en buena parte de lo que pasa del lado de afuera, pero darle la vuelta ya es con cada uno.

Si no, que lo diga el de la quincalla de la esquina de mi casa, que a pesar del confinamiento tiene un funcionario en la puerta y un cartel invitando a que le pidas lo que necesites que él te lo consigue. Todo esto hasta con un truco de marketing: pegadas en la vitrina se ofrecen máscaras FFP2 y Kn 95.

Mantener la nariz fuera del agua pasa a ser más que nunca la orden del día.