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Brasilia, 11 ago (EFE).- Las protestas que la oposición brasileña ha convocado para el próximo domingo preocupan al Gobierno de Dilma Rousseff, pero comprueban la «normalidad democrática» que vive el país, dijo hoy a Efe el ministro de Información, Edinho Silva.
«El Gobierno observa esos movimientos y las manifestaciones que pueda haber con naturalidad» y con «respeto» frente a las críticas de la sociedad, explicó el ministro sobre las convocatorias para el próximo domingo, cuando la oposición pretende sacar a la calle a millones de brasileños descontentos con la gestión de Rousseff.
Según Silva, «el Gobierno tiene que dedicarse a gobernar» y a crear las condiciones necesarias para una rápida recuperación de la maltrecha economía nacional, que este año se encogerá al menos un 1,5 %, de acuerdo a las propias previsiones oficiales.
A esa delicada situación económica se suma una crisis política de enormes dimensiones generada en parte por un escándalo de corrupción destapado en la estatal Petrobras y que salpica a medio centenar de políticos, en su mayoría de la base que apoya a Rousseff.
«La crisis política ha contaminado la crisis económica», admitió Silva, quien reconoció que el «mal humor» generado por la naturaleza y extensión de los escándalos en Petrobras ha enrarecido la relación del Gobierno con el Parlamento.
Todo ese clima ha repercutido en la imagen que los brasileños tienen del Gobierno y de Rousseff, cuya tasa de aprobación se ubica hoy, según recientes encuestas, en un escaso 8 %, frente a índices de rechazo que llegan al 70 %.
Según Silva, el Gobierno recuperará su imagen en la medida en que la crisis económica comience a superarse, lo cual deberá comenzar a ocurrir el año próximo, de acuerdo a los cálculos de las autoridades económicas.
No obstante, el Gobierno también deberá recomponer sus relaciones con los partidos de la coalición oficialista, que se han resentido por las investigaciones en torno al escándalo en Petrobras.
En opinión del ministro de Información, en la medida en que se supere la crisis política, se transmitirá un mensaje de confianza a los inversores tanto nacionales como extranjeros y se ayudará a la recuperación de la actividad económica.
Silva también afirmó que aquellos sectores minoritarios de la oposición que insisten en someter a Rousseff a un juicio político por una supuesta responsabilidad del Gobierno en las corruptelas en Petrobras están «destinados» al fracaso.
«Un proceso de destitución no se instaura por la mera voluntad política de algunos. La Constitución dice que tiene que haber unas fuertes razones jurídicas y ellas no existen», sostuvo Silva.