lunes, 23 de noviembre de 2020
«Malos jefes también matan», por Alfredo BEHRENS

Por  Afredo BEHRENSpara SudAméricaHoy

No hace mucho que los brasileños se  enfurecieron  contra Carrefour cuando un matón a su mando mató a paladas a una perrita callejera. En respuesta, el Carrefour del Brasil ofreció castrar perras callejeras. Ojalá que no se venga con lo mismo ahora que otros matones a su mando liquidaron un negro en circunstancias semejantes a las de George Floyd, el de Black Lives Matter.

Desde hace algún tiempo la alta gerencia del Carrefour, desde Francia, viene asegurando que esos desmanes son casos aislados y que está haciendo todo lo posible para evitar que se repita lo que debería resultarle bochornoso.

Sin embargo, horrores como estos pasaron no en un supermercado Carrefour, sino en varias de sus tiendas, y no en una sola ciudad del Brasil sino en varias, y en los últimos dos años. O sea, estos eventos criminales no parecen ser casos aislados sino sistémicos.

Por eso cabe preguntarse, ¿Por qué el Carrefour tiene al mando personas a la que no les gusta la gente, menos aún si son negros?

Es una pregunta muy básica que todos deberían hacerse porque en el mundo de empresas como el Carrefour hay poco más que gente: los empleados que las mueven son gente, así como son gente los clientes que compran sus productos. Pero resulta que la administración con frecuencia pone tanto énfasis en las estadísticas de ventas, costos e impuestos, que se pierde de vista el propósito de la empresa, que en el caso del Carrefour estimo sería simplificarle la vida a la gente, no quitársela.

Cuando las empresas pierden de vista su propósito es que son promovidos a posiciones de jefatura personas a quienes no le gusta mucho la gente. Es peor cuanto resulta que hay gentes que les gustan todavía menos, como los de piel oscura.  Es absurdo, bochornoso e ilegal en muchos países. Pero es lo que se evidencia cuando una empresa contrata o promueve menos negros de los que pudiera, o peor, cuando hasta los apalea cuando llegan cerca. 

Parece cosa de un Ripley perverso, pero es real. En Brasil, un país donde menos de la mitad de la población se considera de piel blanca, las fuerzas de seguridad del supermercado Carrefour han repetidamente humillado, maltratado cuando no herido y matado, a gente negra que se acercó a ellos.

Eso sí, las estadísticas financieras del Carrefour van bien, y seguirá así mientras la población siga comprándoles. Pero ya surgió un movimiento de boicot a esa empresa en Brasil; si se propagase hasta podrían caer sus acciones.  Quién sabe, quizás ahora alguien recuerde cuál era la razón de ser del Carrefour y pongan administradores mejor sintonizados con su propósito.

Ya ven, no es solo la Policía del Estado la que mata.