martes, 2 de diciembre de 2014
Petrobras y constructoras, una ruta de la corrupción multinacional
El ex director de Petrobras , Paulo Roberto Costa Supply fue detenido nuevamente por la Policía Federal

El ex director de Petrobras , Paulo Roberto Costa  fue acusado de desviar fondos para beneficiar a aliados de Dilma Rousseff

Sao Paulo. Por Verónica GOYZUETA @Goyzuet4

El escándalo gigantesco que envuelve a Petrobras y a las mayores constructoras brasileñas, apenas confirma algo que siempre se comentó pero de lo que nunca se habían visto pruebas concretas. Enormes multinacionales, que actúan en infraestructura y energía, en buena parte de los países de América Latina y África, siempre tuvieron relaciones oscuras con políticos y gobiernos y no sólo en Brasil.

Estas empresas tienen negocios multimillonarios -con contratos antiguos y otros recientes- en Perú, Bolivia, Venezuela, Cuba, y en países africanos como Angola, Gana, Nigeria y Tanzania, sólo por citar algunas.

La red de corrupción de las constructoras brasileñas no comenzó ni en el gobierno de Luiz Inácio da Silva ni en el de Fernando Henrique Cardoso, son más antiguas que los partidos que ambos fundaron, el PT (Partido de los Trabajadores) y el PSDB (Partido de la Socialdemocracia). Empezaron hace casi 60 años, cuando Juscelino Kubitschek (1955-60) les encargó a algunos de los fundadores de estas empresas, las obras de la construcción de Brasilia, la capital donde hoy se celebran contratos y se realizan los lobbies.

Grupos como Odebrecht, Camargo Correa, Mendes Junior y Andrade Gutierrez, que este mes tuvieron importantes ejecutivos presos, son sólo algunos entre más de una decena que crecieron en los años de la dictadura militar (1964-1980), cuando se construyeron y proyectaron las obras de infraestructura más importantes de Brasil, algunas de ellas aún en agenda, como las indefendibles hidroeléctricas en medio de la Amazonia, que siguen levantándose, a pesar de las protestas de indígenas y movimientos sociales.

Fue en los años de la dictadura cuando estas constructoras hicieron grandes obras, como el puente Rio-Niteroi, la hidroeléctrica binacional de Itaipú y la carretera Transamazónica. Recientemente, las mismas empresas construyeron siete de los doce estadios del Mundial 2014, recibiendo un 57% del total de un presupuesto multimillonario.

Las constructoras están también entre las principales donadoras de campañas políticas. Fue así que consiguieron mantener sus contratos y hacer la transición de sus negocios de la dictadura a la democracia.

La corrupción no es exclusividad de las constructoras. En un artículo reciente titulado «Nunca se robó tan poco», el empresario Ricardo Semler, que fue uno de los industriales más conocidos de los años 90, afirmó que su empresa dejó de venderle equipos a Petrobras en los años 70, porque era imposible vender sin coimas (sobornos). «Tratamos de nuevo en los años 80, 90 y hasta recientemente», aseveró el empresario.

La historia de Semler es más interesante aún porque él se define como un empresario de oposición a Rousseff y elogia a la presidenta por lo que considera un paso histórico en su gestión, al no obstruir las investigaciones y preservar la autonomía de la Policía.

Las investigaciones del escándalo de Petrobras son un marco histórico en el combate a la corrupción internacional, envuelve transacciones en Estados Unidos y Suiza, y afecta a accionistas minoritarios de estas empresas en diferentes países donde se negocian los papeles de la petrolera. Esta semana otra petrolera entró en la ruta de la corrupción internacional. La francesa Total está siendo acusada de haber sobornado a funcionarios iraníes en los años 90. Sí, la corrupción internacional no es exclusiva de Brasil ni de América Latina.