domingo, 6 de diciembre de 2015
Ricardo Oliveira, el goleador que no se quiso conformar con un retiro dorado

Rafael Salido
Río de Janeiro, 6 dic (EFE).- La liga brasileña llegó hoy a su
fin con el Corinthians por encima del resto y un nombre, el de
Ricardo Oliveira (Santos), que por méritos propios y para sorpresa
de muchos se ha convertido en el gran protagonista de la temporada
al proclamarse máximo goleador del torneo, con 20 tantos.
El exdelantero del Milán, Betis y Zaragoza, entre otros, decidió
volver al Santos el pasado enero, con un contrato de apenas cuatro
meses bajo el brazo y con el propósito de demostrarse a sí mismo que
aún podía jugar un fútbol de cierto nivel, tras cinco temporadas en
los Emiratos Árabes Unidos.
Su retorno a los 34 años al club que le dio a conocer al mundo,
allá por el año 2003, parecía responder más a la necesidad del
equipo de contar con un líder en el vestuario, que con la de tener
un goleador en el campo.
Sin embargo, Oliveira fue haciéndose un hueco en el equipo a base
de goles y su participación acabó resultando fundamental para que el
pasado mayo el Santos se proclamara campeón del torneo regional
paulista, competición para la que de hecho había sido contratado el
por entonces exinternacional.
La marcha al fútbol chino de la estrella del equipo, Robinho, a
mediados de año, dejó a Oliveira ante el reto de asumir el papel de
líder del equipo.
Fue entonces cuando este antaño veloz extremo no solo dio un
paso al frente y se hizo con los galones, más por carácter que por
edad, sino que además comenzó a explotar ese olfato goleador que el
Santos tanto necesitaba.
Su desempeño llamó la atención del seleccionador brasileño,
Dunga, que optó por volver a convocarle diez años después de su
última participación en la Canarinha, durante la Copa
Confederaciones 2005.
Frente a Argentina, en noviembre, el delantero se convirtió, a
sus 35 años, en el jugador de mayor edad en participar con la
Canarinha en un fase de clasificación de un Mundial. Y esta misma
semana el propio Dunga le señaló como el mejor jugador de la liga
brasileña en estos momentos.
Nada mal para un jugador al que todos habían dado por acabado
en 2009 cuando, tal vez cansado de los vaivenes vividos en el fútbol
europeo, hizo las maletas con destino a Oriente Próximo, en lo que
parecía ser la búsqueda de un retiro tan soleado, como dorado.
En Europa, pese a lo irregular de su trayectoria, había logrado
hacerse un nombre tras un primer paso en falso en las filas de un
Valencia que no quiso darle una segunda oportunidad después de un
estreno un tanto decepcionante.
Se fue entonces a Sevilla, donde su buen primer año como jugador
del Betis no tuvo continuidad durante el segundo, lo que le animó a
volver cedido a Brasil, para enrolarse en las filas del Sao Paulo.
Sus buenas actuaciones en el ‘Brasileirao’ le acabarían
abriendo las puertas del Milán, donde compartiría vestuario con
otros grandes nombres del fútbol brasileño, como Kaká y Ronaldinho.
De nuevo, una actuación que no estuvo a la altura de lo esperado
y, de nuevo, un teórico paso atrás en su carrera con destino a un
prometedor Zaragoza.
El lugar de un equipo con figuras como las de los argentinos
Pablo Aimar, Andrés D’Alessandro y Diego Milito parecía estar en la
zona noble de la tabla de la Liga española, sin embargo, para
sorpresa de los aficionados el equipo acabó sufriendo el drama del
descenso en 2008.
El delantero decidió volver a firmar por el Betis mediada la
temporada; sin embargo, el fantasma de la categoría de plata parecía
perseguirle y ese mismo año, el 2009, el club andaluz acabó la
temporada en puestos de descenso.
Fue entonces, apenas seis meses después de su vuelta a Sevilla,
cuando el Al-Jazira llamó a sus puertas con una tentadora oferta,
más en lo económico que en lo deportivo.
De nuevo un mal comienzo y de nuevo una cesión al Sao Paulo a los
pocos meses de firmar por el club emiratí, que otra vez le serviría
para recuperar su mejor fútbol.
Su vuelta a Abu Dabi fue espectacular. En sus cuatro temporadas
en el equipo lideró a sus compañeros en el período más laureado de
la historia del club. Sumó títulos, goles y galardones individuales
a su palmarés, pero también años en sus piernas.
Por eso, en 2014 el Al-Jazira dejó marchar a su ídolo, rumbo al
rival Al-Wasl, donde pese a su edad el delantero siguió jugando a
buen nivel.
Así las cosas, Oliveira decidió afrontar el que podría ser el
último reto de su carrera y en enero de este año volvió al mismo
club que le vio partir a Europa doce años atrás.
Un contrato de apenas unos meses y una opinión pública que no
veía con buenos ojos la llegada de un jugador de 34 años fueron la
nada halagüeña bienvenida a un futbolista que a la postre ha
demostrado que su carrera es un constante vaivén en el que nadie
puede saber con certeza si va o viene.
Pero él ha demostrado que siempre está allí, en el momento justo,
en el lugar indicado.