jueves, 9 de julio de 2015
Adanowsky, el polifacético músico que busca reinventar lo que ya está creado

Manuel Fuentes
Santiago de Chile, 9 jul (EFE).- «En la música ya está todo hecho, pero nadie hasta ahora lo ha hecho como tú. Ése es el secreto», confiesa en una entrevista con Efe el músico, director y actor francés Adan Jodorowsky, nominado al Premio Platino a la Mejor Música Original por la película «La Danza de la Realidad».
Adan (París, 1979), hijo del polifacético artista y psicoterapeuta chileno Alejandro Jodororowsky y de la actriz mexicana Valerie Trumblay, tuvo su primer contacto con el cine en la película «Santa Sangre».
Su papel como Fénix en ese filme, uno de los más reconocidos de su padre, le valió el Premio Saturno al Mejor Actor Joven.
«Yo tenía ocho años y eso me dio las ganas de seguir haciendo cine. Junto con un amigo grabé unos quince cortometrajes. Más que actuar, me interesaba dirigir», explica.
Pero de repente, cineastas de la Nouvelle Vague, como Jacques Bartier, Jean-Pierre Mocky, o Julie Delpy empezaron a llamarle para que actuara en sus películas.
«Seguí haciendo vídeos musicales, al tiempo que actuaba en las películas, hasta que por fin dirigí ‘El Ladrón de Voces’ y empezó a irme muy bien», explica en una entrevista desde París vía Skype.
Y un par de años atrás, su padre le pidió que hiciera la música de su película «La Danza de la Realidad», un trabajo que ahora le ha valido la nominación a los Premios Platino, cuya segunda edición tendrá lugar el próximo día 18 en Marbella (Málaga).
«Me da mucho gusto que me nominen. No sé si voy a ganar o no, pero lo importante es que me han nominado», confiesa.
Si hubiera nacido en el Renacimiento, Adan Jodorowsky tal vez habría encarnado a Leonardo da Vinci.
Al igual que el autor de «La Gioconda», su talento creativo se acomoda a múltiples disciplinas, entre ellas la actuación, una faceta que le fue reconocida de manera temprana.
«Nunca antes había compuesto música para el cine, había hecho muchos discos, pero no esto».
Adanowsky, como se le conoce en el mundo musical, se pasó un mes entero escuchando la banda sonora de las películas de su padre hasta quedar totalmente impregnado. Después investigó cómo se habían grabado. Los micrófonos, las consolas, los instrumentos y hasta los músicos que participaron.
«Grabé como él lo hizo en ‘La Montaña Sagrada’ o ‘El Topo’. Incluso utilicé cinta analógica, que hoy prácticamente no se usa.
«Lo más difícil fue grabar con los elementos de aquella época pero que sonara moderno. Fue complicado, porque no hay que copiar, sino inspirarse. Ése es el secreto», recalca.
Al igual que su padre, Adan Jodorowsky es un apasionado del cine, la literatura, el teatro, la música y todo aquello que pueda servir de soporte para dar rienda suelta a su extraordinaria capacidad creativa.
«El cine siempre ha formado parte de mi vida, está en mi sangre. El cine es la herramienta más completa, porque tiene música, imagen, actuación, foto. De todo», explica.
Al principio Adan componía para «hacer algo diferente» al resto de la familia, metida de lleno en el cine. «Yo quería ser el único músico y crear mi universo. Pero no puedo escapar de aquello con lo que crecí», reconoce.
«No me pesa apellidarme Jodorowsky, aunque el hecho de que me lo pregunten tan a menudo, a veces me hace dudar. De hecho (mi padre y yo), colaboramos juntos. Ahora mismo estoy actuando en su próxima película, «Poesía sin fin». Hago de él cuando era joven (se ríe).
Amante de lo visual tanto como de lo sonoro, su vídeo «Dancing to te Radio» recuerda el «Stand and deliver» de Adam and the Hunts por su estética glamourosa y ochentera, mientras que otros, como el irreverente y transgresor «Could you be mine», juegan con la liturgia sexual hardcore.
Adanowsky confiesa que hay en él una parte femenina que compone y dirige. «Hay hombres -dice- que niegan la parte femenina porque tienen miedo de ser homosexuales. Pues no, no tiene nada que ver», cuenta al tiempo que se queja de «que haya tanto machismo y tanto desprecio hacia la mujer y hacia la homosexualidad».
Entre sus planes a corto figura escribir un largometraje (el primero); hacer de nuevo la música de la próxima película de su padre, en la que también será el actor protagonista por primera vez en su vida; sacar un nuevo disco en colaboración con la banda Gush y abrir unos multicines de arte y ensayo en Ciudad de México.
Su diletante y varipinta creatividad a veces le ha echo sentirse desorientado.
«Al principio era difícil para mí, porque viajaba mucho y residía en muchos países. Pero empecé a romper las barreras y hoy me siento ciudadano del Multiverso», exclama.
«Y llegará un día en que sea normal que un ser humano pueda vivir en cualquier parte del mundo, porque el mundo nos pertenece a todos, nadie tiene más derecho que otro a estar en una tierra. Eso es terrible. Eso es racismo», asegura.