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Discurso de Gabriel Boric
Por Pablo BIFFI/SudAmericaHoy (SAH)
Compartieron parte de la infancia y la adolescencia, pero el destino las separó. Tanto, que en la muerte del padre de una de ellas hubo quienes involucraron al padre de la otra. Como un reflejo de lo que fue la sociedad chilena en tiempos de Augusto Pinochet, ambas fueron parte de “bandos” irreconciliables. Ahora, la ex presidenta socialista Michelle Bachelet y la ultraderechista Evelyn Matthei se enfrentarán en una inédita e impensable campaña en Chile de cara a las elecciones presidenciales de noviembre, que reaviva las heridas abiertas hace cuatro décadas por la dictadura militar.
Matthei fue nominada candidata presidencial por la conservadora Unión Demócrata Independiente (UDI), en reemplazo de Pablo Longueira, quien renunció imprevistamente hace unas semanas aduciendo una depresión severa. Y todo indica que será la candidata de la alianza oficialista de Sebastián Piñera, con la centroderechista Renovación Nacional (RN).
Así, será la primera vez que la presidencia seráa disputada por dos mujeres en Chile. Ninguna buscó ser candidata esta vez. Matthei es una economista de 59 años. Fue diputada, senadora y ministra del Trabajo. Bachelet, pediatra de 61 años, estuvo exiliada en la ex República Democrática Alemana, fue ministra de Salud y de Defensa antes de ser presidenta (2006-2010) y hasta marzo se desempeñó como directora de ONU Mujeres.
El padre de la candidata socialista, Alberto Bachelet, murió en la cárcel en 1974 –un año después del golpe de Estado, tras sufrir un ataque cardíaco provocado por las torturas de sus camaradas por haber colaborado con el gobierno del derrocado presidente Salvador Allende y por haberse mantenido fiel a él y a la Constitución. Con Fernando Matthei, padre de la aspirante derechista, coincidieron en su juventud en una base militar, donde sus hijas jugaban a menudo y acudían a la misma escuela. Allí se gestó una estrecha amistad entre las familias, pero los caminos de ambos pilotos de guerra se separaron.
Los Matthei estaban en Gran Bretaña para el 11 de septiembre de 1973, cuando Augusto Pinochet lideró el golpe que inauguró una dictadura militar que se prolongó hasta 1990. A su regreso a Chile, el general Matthei fue nombrado Ministro de Salud y luego miembro de la Junta Militar, que actuaba como Poder Legislativo.
El general Bachelet, por su experiencia institucional, había sido llamado por Allende para colaborar en la distribución de alimentos, uno de los planes más emblemáticos del gobierno socialista hacia 1970. El día del golpe, la ex mandataria estuvo parada en el techo de la Escuela de Medicina donde estudiaba, viendo cómo los aviones de la Fuerza Aérea bombardeaban el palacio de gobierno, con Allende en su interior.
En los años posteriores, Evelyn Matthei continuaría con sus clases de piano en Inglaterra y ayudaría en traducciones a la Embajada de Chile en Londres.
Bachelet, en cambio, pasaría a formar parte de la resistencia a la dictadura, ayudando a los perseguidos políticos. Luego, pasó a la clandestinidad hasta que fue detenida, en 1975, por agentes de la policía represora de la dictadura y trasladada junto a su madre, Angela Jeria, hasta un centro de detención ilegal. Allí fue torturada.
La aspirante derechista se casó con un economista y tuvo tres hijos. Bachelet es separada y también tiene tres hijos, pero de dos padres diferentes.
Para el analista Esteban Valenzuela, director del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Alberto Hurtado, Bachelet y Matthei tendrán “una disputa histórica, simbólicamente, de quien fue la hija de una víctima de la dictadura y de un miembro activo de la Junta Militar”. Las cuentas con el pasado, a diferencia de otros países de la región, aún no se han cerrado en Chile por obra y gracia de los cerrojos judiciales que la dictadura le impuso a la transición democrática en el país a partir de 1990.
En el caso judicial que investigó la muerte de Bachellet fue citado a declarar Matthei, a cargo de la Academia de Guerra Aérea en esos años, quien negó haber conocido las torturas a las que el general fue sometido. “Siempre el general (Fernando) Matthei ha sido amigo nuestro, lo estimo mucho y yo tengo la certeza de que él no estuvo en la Academia de Guerra en el tiempo en que mi marido estuvo ahí”, dijo un año atrás Angela, la viuda de Bachelet.
Las hijas de ambos generales no se habían referido públicamente al caso, hasta un mes atrás, cuando Matthei insinuó que su padre era atacado judicialmente por el trabajo político de la ministra del Trabajo. Bachelet le respondió que lo único que buscaban con el proceso judicial era “conocer la verdad de lo que le sucedió a mi padre”. Difícilmente ambas candidatas se refieran de manera directa al tema durante la campaña. Pero resulta lógico pensar que aquel pasado, ese que no ha sido cerrado en Chile, estará presente de algún modo.