sábado, 12 de septiembre de 2015
Chilenos recuerdan a víctimas de Pinochet en el principal centro de detención

Santiago de Chile, 11 sep (EFE).- Cientos de personas llegaron hoy hasta el Estadio Nacional, el principal recinto deportivo de Chile, para recordar a las más de 20.000 personas que fueron prisioneras en este centro de detención, tortura y ejecuciones durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
A 42 años del golpe, día en que se rememora el bombardeo por parte de la fuerza aérea a la sede presidencial, las víctimas se siguen organizando para dar testimonio de las vejaciones que sufrieron en los pasillos, escotillas y vestuarios del estadio.
«El recinto está lleno de sitios con memoria por lo que aquí aconteció, entonces hay que contarlo al mundo para poder conservar y mantener viva la memoria social, colectiva y personal», dijo a Efe Armando Pérez, exprisionero del Estadio Nacional y ahora guía del circuito del lugar.
Pérez llegó al estadio el 16 de septiembre de 1973, era trabajador de una empresa textil y luego de ser apresado lo mantuvieron por varios días sin comida, al tercer día, dice el exprisionero, le dieron un plato con legumbres.
«El recinto tiene 28 camarines y 8 escotillas, los camarines eran para llenarlos de prisioneros, como 100 cada uno, dormíamos en el piso y nos daban una comida por día, que era un plato con fideos cocidos o un pan duro con una taza de té o café», recuerda Pérez.
Sobre los motivos de su detención, el ahora guía del sitio asegura que son desconocidos.
«Hasta el día de hoy no sé porqué fui detenido, yo creo que los golpistas tenían que justificar la dictadura y llenar los recintos con prisioneros para presentarlos como terroristas o como gente que se enfrentó a la policía», aseguró.
Si bien la mayoría de los detenidos eran hombres, los camarines del estadio albergaron a cerca de 1.200 mujeres que, según las propias víctimas, fueron las que recibieron las peores torturas y violaciones.
Ruth Vuskovic, hija de un exministro del Gobierno del presidente Salvador Allende y esposa de Luis Corvalán, hijo del en ese entonces secretario general del Partido Comunista de Chile, fue apresada un 19 de septiembre y enviada al Estadio Nacional.
«Dormíamos en una colchonetas en el suelo, y a veces durante el día nos permitían salir a los prados. No sufrí tortura física, pero en una oportunidad me interrogaron preguntándome por armas y me hicieron desnudar de la cintura hacia abajo. Yo estuve acá como rehén», cuenta Vuskovic.
Según datos de la época, el 13 de septiembre de 1973, dos días después del golpe militar que encabezó Pinochet y de la muerte de Salvador Allende, los presos empezaron a ser llevados a este estadio.
El 22 de septiembre, en su primera visita al lugar, la Cruz Roja consignó que había unos 7.000 detenidos entre hombres y mujeres, de los que alrededor de trescientos eran extranjeros, de más de 38 nacionalidades.
«Los relatos de las víctimas dicen que las que peor lo pasaron fueron las mujeres, porque tuvieron violaciones masivas, a varias les pusieron ratones en la vagina, sufrieron amputaciones genitales y fusilamientos falsos, porque dentro de la lógica de los torturadores el factor del miedo tiene que ver con un sistema de dominación», detalló Francisco Ovalle, guía del Estadio Nacional.
Ovalle, es un joven profesor de historia que se formó en la escuela de guía de sitios de memoria para poder seguir rescatando los relatos orales de las víctimas que murieron, que tienen secuelas o están inválidos.
«Nuestro país se ha quedado bastante atrás en el tema de derechos humanos y si no fuera por estas organizaciones todas instancias no estarían, la política estatal de memoria sigue pendiente, porque ha habido una política de investigación de los casos pero no de memoria de hitos históricos», dijo Ovalle.
Además de los recorridos el Estadio Nacional se iluminó con las cientos de velas que los visitantes encendieron en la entrada, y de diversas actividades culturales con cantantes y grupos de danza.
Durante hoy, además de esta actividad, hubo manifestaciones pacíficas en Londres 38 y otros lugares que fueron utilizados como campos de concentración, de tortura y exterminio durante la dictadura de Augusto Pinochet, con flores, velas encendidas y testimonios de supervivientes.