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Discurso de Gabriel Boric
Por Carmen DE CARLOS, para SudAméricaHoy
En su primera intervención como presidente electo, Gabriel Boric se refirió a: “el lugar que llamamos Chile”, para identificar a su país. La expresión no parece muy afortunada para el hombre que acaba de conquistar el voto de los chilenos. Un tono de cierto desprecio parece asomar justo ahora, que en la Constituyente se plantea hasta cambiar el nombre de su país. Dicho esto, Boric pronunció un discurso como presidente electo en extremo conciliador. Tendió la mano a todas las fuerzas políticas sin excepción e incluso, pronosticó que habría consenso con algunas propuestas de José Antonio Kast, posibilidad que fue contestada con un sonoro abucheo de sus seguidores.
El joven Boric, de 35 años, fue cuidadoso en extremo con sus palabras pero mantuvo sus posiciones y hasta chapurreó un saludo en mapudungun. El problema de la violencia y crímenes de grupos mapuches en el sur, no lo mencionó pero será uno de los que tendrá que resolver. En su intervención, el nuevo Boric, con aires de estadista, no mencionó al partido comunista, con el que está en deuda. Cómo compensará a sus socios del Frente Amplio, es una de las incógnitas que tendrá que despejar antes del 10 de marzo, fecha de su investidura.
Muchas de las afirmaciones de Boric las suscribiría cualquier persona al margen de su ideología y simpatías políticas. Disponer de una sanidad pública es una demanda justa como lo es la posibilidad de tener una educación pública de calidad y unas pensiones dignas, al alcance de todos. Estas cuestiones básicas no son discutibles, el problema viene con el modo de hacerlas realidad. El ejemplo, en el caso de los fondos de pensión privados, de Argentina con la estatización de los mismos durante el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner (la idea fue de Amado Boudou) no parece que sea el camino a elegir. ”La AFP son parte del problema”, se animó a decir el presidente electo antes de asegurar: “Defenderé un sistema público, autónomo sin fines de lucro y sin AFP.”
“Avanzar con responsabilidad en los cambios estructurales que Chile viene demandando sin dejar a nadie atrás”, fue el objetivo expresado para cumplir durante la Presidencia de Gabriel Boric. ¿Cómo lo hará con las ataduras que tiene? ¿Podrá cumplir con las expectativas creadas entre los «indignados» chilenos? ¿Sabrá convencer a las inversiones de un lado y otro de los Andes, de que no les meterá la mano en el bolsillo y respetará seguridad jurídica? Estas son algunas de las grandes incógnitas a despejar. A su favor, Boric tendrá que las calles donde él se manifestaba, en principio, estarán tranquilas. Al fin y al cabo, es uno de los suyos y una oportunidad como ésta no se puede -ni deben- desperdiciar.