lunes, 18 de noviembre de 2013
La Vuelta Olímpica de Michelle Bachelet

sudamericahoy-columnistas-jose-vales-bioSantiago de Chile. Por José VALÉS

Desde antes de que anuncie su candidatura, allá por enero
de este año, estas elecciones que el domingo agotaron su primer turno eran ya una suerte de Vuelta Olímpica por el país y por los medios para la
ex presidenta Michelle Bachelet. La aplastante victoria electoral así
lo demuestra, como demostró también que la institución de la segunda
vuelta está más que arraigada en los chilenos.

No hubo sorpresas, la figura de Bachelet despierta, en la mayoría de
sus compatriotas, empatía, confianza y seguridad. La ven como a la
“mami”, al decir de su viejo amigo Marco Enríquez Ominami (MEO), quien
con sus 40 años sigue construyendo futuro político, o como “una
maestra a la que todos respetan”, según se escuchó en las calles estos
días pasados. La reciben como a la representante de la mujer media chilena con
una historia personal, tan dura como la de cientos de miles de
compatriotas y, por momentos digna de película.

No se había ido del poder tan bien como lo había hecho su antecesor,
Ricardo Lagos. Tampoco su gestión de gobierno (2006-2010) fue tan
valorada. El rol de su administración durante el terremoto del 27 de
febrero de ese año, le había valido duros cuestionamientos.

Pero en los últimos cuatro años,  la sociedad intensificó los reclamos
que en los anteriores períodos venía manifestando con tibieza. La
necesidad de un nuevo contrato social, que modifique la ecuación
distributiva de la riqueza que el país supo construir en los últimos
40 años, hizo que primero los jóvenes salieran a la calle y luego los
trabajadores, dibujando una protesta social que el país no conocía
desde las jornadas de protesta contra el régimen militar. La evidencia
electoral quedó plasmada ayer. El electorado chileno se corrió a la
izquierda y prefiere confiar la realización de esos cambios a una
persona, que no fue rozada por cuestionamientos éticos en su paso por
el poder. Un dato no menor en una región donde las sospechas de
corrupción de los gobernantes suele estar a la orden del día. Por el
mismo camino que la ex mandataria y por razones similares, transitará
muy pronto el ex presidente uruguayo, Tabaré Vázquez.

Tal vez a Bachelet le faltaron arrojo y algunas palabras para dejar
todo definido el domingo. Ahora, de cara a la segunda vuelta algunas cosas
cambian. Ella, tomó nota del corrimiento a la izquierda de la sociedad
y apoyó su candidatura en tres reformas claves. La constitucional, la
tributaria y la Educativa, disparador absoluto de la muerte del ciclo
político que culminó ayer (1990-2013).

Para plasmar esas tres ambiciosas reformas, Bachelet contará dentro de
su alianza Nueva Mayoría, con el Partido Comunista (PC), dueño
absoluto de las protestas callejeras, y otras agrupaciones de
izquierda como el MAS, junto al Partido por la Participación
Democrática (PPD), el Partido Radical y la alicaída Democracia
Cristiana que componían la Concertación Democrática junto a
Socialista.

No obstante, la derecha en franco retroceso como los glaciares del sur
del país, logró conservar buena parte de sus diputados y senadores, lo
que obligará al próximo gobierno a negociar un y cada una de las
leyes, de la misma manera que ocurrió durante las últimas décadas.
Esto obliga a Bachelet, a definirse en las próximas semanas. A
llegar a acuerdos con otros sectores como el de MEO y tratar de que la
gente vaya a votar, si se tiene en cuenta que sufragó poco más de
la mitad del padrón.

Resultó llamativo ver a algunos analistas, cuestionar el programa de
una mujer a la que hasta no hace mucho elogiaron por su prudencia.
Alvaro Vargas Llosa, coautor de “El perfecto idiota latinoamericano” y
algunos diputados argentinos y uruguayos de centroderecha, alertaron
en los últimos días sobre “el peligro de que Bachelet terminara
recostándose sobre el Unasur y Brasil en contra de la Alianza del
Pacífico” y sobre “los riesgos de que Chile retroceda en su historia…”

Si algo demostró esta médica de 62 años, es que no se ata a
ideologismos cuando se trata de los asuntos de Estado. Vale la pena
recordarlo porque parece que muchos aún no se dieron cuenta que el
neoliberalismo, tal como tuvo su banco de pruebas aquí en Chile,
sucumbió entre el 2008 y el 2009 y aún se buscan alternativas válidas
(y no delirantes como la que desarrollan los herederos de Hugo Chávez)
para acabar con la desigualdad.

De otros regresos se habla en estos días. De Cristina Kirchner en
Argentina y de la confirmación de que volverá a candidatearse, el
colombiano Juan Manuel Santos. Pero el análisis en Chile es sobre cómo hará Bachelet para cumplir sus promesas, una vez que acabe con su Vuelta Olímpica, para celebrar su anunciadísimo regreso a La Moneda.