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Alfredo Valenzuela
Sevilla (España), 8 dic (EFE).- El poeta Pablo Neruda era un coleccionista compulsivo y como las grandes piedras con que se encontraba en el litoral chileno no podía transportarlas a su casa decidió dedicarles los poemas de «Las piedras de Chile», de la que ahora se publica una edición ilustrada.
Una edición plena de color -también para coleccionistas- editada en gran formato y cartoné, con sobrecubierta de papel vegetal serigrafiado y en la que los poemas del Premio Nobel están acompañados por medio centenar de óleos y técnicas mixtas del pintor español Juan Gómez Macías, y que forma parte de la colección «Poetas y Ciudades» que se inició con «Poeta en Nueva York» de Federico García Lorca.
El libro será presentado el 18 de diciembre en la Fundación Pablo Neruda, en Santiago de Chile, por el gerente de esta institución, Fernando Sáez, el editor y director de la colección, Pedro Tabernero, y cuatro de los principales especialistas en la obra del poeta chileno: Jaime Concha, Hernán Loyola, Darío Oses y Alain Sicard, que firman los cuatro textos introductorios de esta edición.
La Fundación Pablo Neruda fue creada en 1986 en base al testamento de Matilde Urrutia, viuda del poeta, con el fin de difundir y preservar el legado poético, artístico y humanista del poeta, a lo que también aspira esta edición ilustrada, según dijo a Efe Pedro Tabernero, quien destacó que sea la primera que «transporta» este poemario de Neruda «a una dimensión visual hasta ahora inédita».
Según el editor, los poemas de Neruda dedicados a las piedras hacen referencia a Santiago de Chile, a Valparaíso y, sobre todo, a Isla Negra, refugio del poeta y principal repositorio de sus colecciones, entre las cuales una de las más llamativas era la de mascarones de proa de barcos.
Tabernero explicó la elección del pintor Juan Gómez Macías como ilustrador de este volumen en que sus creaciones «conjugan grafismos figurativos y expresionistas» que consideró «muy cercanos al espíritu nerudiano».
Jaime Concha, que fue profesor en Francia y se jubiló el año pasado como catedrático de Literatura Latinoamericana en la Universidad de California, San Diego (EE.UU.), asegura en su introducción que, en Neruda, de quien se considera uno de los principales especialistas en su obra, «antes de su amor por la madera, hay una honda empatía con las piedras».
En los poemas nerudianos «las piedras son el arco de transmisión entre una naturaleza independiente y eterna y la virtud de la libertad», según Concha, mientras que Hernán Loyola destaca que si bien los poemas de «Las piedras de Chile» se escribieron entre 1959 y 1961 pertenecen a un proyecto que el poeta concibió veinte años antes, cuando estaba naciendo «Canto general».
Loyola, editor de la obra completa de Neruda, a la que ha dedicado cincuenta años de estudio, afirma que «las piedras del Océano», como antes lo hicieron los pájaros y los árboles de la Selva del Sur, formaron parte del universo personal de Neruda.
Loyola explica que Isla Negra «no es isla ni es negra, sino un lugar de la costa chilena al sur de Valparaíso» cuyo nombre proviene de un pequeño islote de roca negra visible frente a esas playas.
Darío Oses, crítico literario y director del Departamento de Asuntos Culturales de la Universidad de Chile, recuerda que uno de los grandes proyectos literarios de Neruda, «poeta terrenal» y «hombre muy precozmente fascinado por el mundo», fue precisamente «hacer un inventario poético del mundo», propósito imposible en el que podría enmarcarse este poemario dedicado a las piedras.
El traductor de Neruda Alain Sicard, autor de «El pensamiento poético de Pablo Neruda» y catedrático de Literatura Latinoamericana de la Universidad de Poitiers (Francia), donde también dirige el Centro de Investigaciones Latinoamericanas, asegura que el poeta se divertía poniéndole nombres a las rocas que encontraba en la playa -«la tortuga, el bisonte, el toro…»- y que las entendía como «una zoología pétrea» que el mar había engendrado.