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Discurso de Gabriel Boric
Santiago de Chile. Por Nelson SANDOVAL DÍAZ/Efe/SAH
Manuel Contreras Sepúlveda, considerado el peor criminal de la historia de Chile, ha muerto sin cumplir los más de 500 años de prisión a que estaba condenado en decenas de juicios por violaciones a los derechos humanos, pero con su grado de general y sin haberse arrepentido de sus crímenes.
Contreras, que murió a los 86 años, fue el hombre más temido de Chile en los primeros años de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), como jefe de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA).
Dicho organismo, que Contreras comenzó a organizar antes del golpe militar con que Pinochet derrocó a Salvador Allende, es el responsable, según datos oficiales, de la mayoría de los 1.192 detenidos desaparecidos en Chile en ese período y de más de 1.500 ejecuciones por causas políticas.
Contreras jamás reconoció nada y cuando las evidencias dejaban al desnudo su responsabilidad, culpaba a otros, incluido el propio Pinochet, a quien en sus últimos años acusó de haberse enriquecido con el narcotráfico.
También acusó a Pinochet de ser el verdadero jefe de la DINA, por lo que él solo cumplía sus órdenes.
Adjudicó crímenes de la DINA a la CIA estadounidense, entre ellos algunos emblemáticos, como el homicidio del excaniller Orlando Letelier, cometido en Washington en 1976, o el del general Carlos Prats, antecesor de Pinochet en el mando del Ejército, muerto en 1974 en Buenos Aires.
Contreras fue sentenciado en Chile a siete años de prisión por el crimen de Letelier y a doble cadena perpetua por el homicidio de Prats, que murió junto a su esposa, Sofía Cuthbert.
Según Contreras, el autor material de ambos asesinatos, el estadounidense Michael Townley, era en realidad un agente de la CIA.
Graduado en la Escuela de las Américas (emplazda en Panamá), en la que el Ejército estadounidense entrenaba a oficiales latinoamericanos en técnicas antisubversivas y de tortuta, Manuel Contreras fue además un maestro de las argucias, los montajes y cortinas de humo para encubrir, disfrazar u ocultar sus crímenes.
En 1975 ideó la Operación Colombo para encubrir la desaparición de 119 presos políticos, a los que, con la ayuda de las policías secretas de Argentina y Brasil, hizo figurar como miembros del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), muertos en purgas internas de ese grupo.
La Operación Colombo, de la que el pasado 24 de julio se cumplieron 40 años, fue un prefacio de la Operación Cóndor, una coordinación entre las dictaduras militares del Cono Sur para eliminar opositores, que Contreras creó también en 1975.
Dicho plan lo propuso Contreras a sus pares de Argentina, Brasil, Paraguay, Bolivia y Uruguay después de visitar el cuartel general de la CIA en Estados Unidos, según se consigna en documentos desclasificados de dicho organismo.
En varias ocasiones, la última en 2010, cuando ya estaba encarcelado, Contreras afirmó que estaba orgulloso de su labor en la DINA pues, a su juicio, esa labor salvó a Chile de una dictadura marxista.
Su distanciamiento de Pinochet comenzó cuando vio que éste, quien al dejar el poder en 1990 afirmó que «el día que toquen a uno solo de mis hombres se acaba el Estado de Derecho», no cumplía su amenaza y los dejaba a merced de los tribunales.
Sus relaciones estadounidenses se quebraron antes, en 1977, cuando Washington pidió su extradición -rechazada por la Justicia chilena- por el asesinato de Orlando Letelier.
Ese mismo año Pinochet ordenó la disolución de la DINA y la reemplazó por la Central Nacional de Informaciones (CNI), aunque el cambio fue meramente cosmético.
Pasado a retiro, Contreras creó primero una empresa privada de seguridad y después se fue a vivir a un poblado rural a mil kilómetros de Santiago, hasta que la Justicia chilena lo procesó y condenó, en 1995, por el crimen de Letelier.
Contreras murió estando condenado en Chile a 516 años en 58 sentencias definitivas por violaciones a los derechos humanos, pero faltó la revisión por la Corte Suprema de otros seis juicios, que sumaban otros 69 años de prisión y quedaron 27 juicios más fallados en primera instancia, con 339 años más tras las rejas.
En 1995, la Justicia italiana lo condenó en rebeldía a 14 años de presidio como autor inductor de homicidio frustrado contra el ex vicepresidente de Chile, Bernardo Leighton, y su esposa, Anita Fresno, cometido en Roma en 1975.
Manuel Contreras murió en una cama del hospital, donde permaneció desde septiembre de 2014, a causa de sus diversas enfermedades, mientras la opinión pública creía que estaba en la prisión militar de Punta Peuco, junto a cerca de un centenar de otros violadores de los derechos humanos.