lunes, 1 de julio de 2013
Pablo Longueira, un pinochetista sin complejos

Por Nelson SANDOVAL DÍAZ

Pablo Longueira, un dirigente de la Unión Demócrata Independiente (UDI) adaptado «sin complejos» a la democracia tras ser un ardiente partidario de Augusto Pinochet, buscará la presidencia de Chile el próximo 17 de noviembre tras haber ganado este domingo la primaria de la Alianza oficialista.
Como ha ocurrido antes en su carreras política, Longueira no era el favorito frente a Andrés Allamand, de Renovación Nacional (RN), el partido del presidente Sebastián Piñera, en la carrera por la candidatura presidencial de la derecha chilena.
También, como ha pasado en cinco ocasiones anteriores, este ingeniero civil de 54 años, cuyo primer cargo fue, en 1981, el de presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile designado por Pinochet, desafió a las encuestas y los expertos y terminó victorioso.
Ello, a pesar de que su campaña duró sólo dos meses, tras la bajada del independiente Laurence Golborne, designado en primera instancia candidato de la UDI, pero que dio un paso al costado tras verse envuelto en denuncias de abusos contra clientes cuando era ejecutivo de una cadena minorista y por sospechas de tener fondos depositados en paraísos fiscales.
Según los resultados de la primaria oficialista, con el 99,2 % de los votos contados, Longueira obtenía 409.886 preferencias, un 51,34 %, frente a 388.367 votos de Allamand, un 48,65 % y será el abanderado del oficialismo en los comicios del 17 de noviembre, cuando se enfrentará a la expresidenta Michelle Bachelet, ganadora de la primaria opositora.
Considerado uno de los «coroneles» de la UDI, la agrupación que dio sustento ideológico a la dictadura militar y que tras la recuperación de la democracia se convirtió en el partido más votado, con una presencia importante en sectores populares, Longueira ha sido en democracia un campeón del diálogo y de la búsqueda de acuerdos.
Lo supieron, en momentos complicados, los gobiernos de Ricardo Lagos (2000-2006) y de la propia Michelle Bachelet (2006-2010), período este último en que incluso se acuñó en torno a su figura el término «aliancista-becheletista», para definir a los derechistas que consideraban inconveniente para la estabilidad del país un debilitamiento del gobierno de centroizquierda.
Lo anterior, sin perjuicio de que Longueira, que hace unos años hasta provocó risas cuando afirmó en una entrevista que Jaime Guzmán, el fundador y líder de la UDI, asesinado en 1991 por un grupo de ultraizquierda, le hablaba en sueños, haya apoyado sin matices las posturas «valóricas» conservadoras de su partido.
La UDI, identificada con los sectores más conservadores de la Iglesia Católica, se ha opuesto al aborto terapéutico, a las políticas públicas de control de la natalidad y por extensión a los anticonceptivos, al divorcio y al matrimonio homosexual, entre otras materias.
Longueira, que durante la dictadura fue conocido en manifestaciones contra los sectores de la Iglesia que defendían los derechos humanos o la presencia en Chile de personajes como Edward Kennedy, ha declarado que está conforme con el papel que jugó en esa época, pero que hoy ve como situaciones superadas por la historia.
Nacido en la sureña ciudad de Osorno el 12 de agosto de 1958, casado y padre de siete hijos, Pablo Longueira fue diputado entre 1990 y 2006 y senador entre ese año y julio de 2012, cuando renunció a su escaño para ser ministro de Economía de Sebastián Piñera, cargo que abandonó para trabajar por su partido en las primarias.
Más fuerte que el alto voto de rechazo que regularmente recibe en las encuestas, soportando agresiones con huevos durante su labor política en sectores populares, Longueira esgrimió la defensa del concepto de «centro social» para enfrentar la representación del «centro político» que enarboló Allamand en las primarias.
Las urnas le han dado la razón una vez más y ya se prepara para la contienda presidencial de noviembre con la convicción de encarnar «la única alternativa capaz de derrotar a Michelle Bachelet» y seguro de poder profundizar la obra de Sebastián Piñera para llevar a Chile al desarrollo y terminar con las desigualdades sociales en el país. Efe