Por Ignacio PERALES
Oficialmente serán  tres días de duelo pero el pesar por la muerte de Patricio Aylwin, el hombre de la transición chilena, será difícil de medir en el tiempo. Convivió con el dictador sin que los chilenos se mataran entre sí. Trató de cerrar heridas de 17 años de régimen implacable y hasta logró, en buena medida, esclarecer los suplicios, las muertes y las desapariciones del régimen sin que el ruido de sables volviera a retumbar en el país que hizo algo impensable: Vivir en democracia y dejar morir a Pinochet en su cama.

El informe Rettig no hubiera existido sin él. Fue la Comisión Nacional de  Verdad y Reconciliación creada por Aylwin en 1990 por decreto que recoge las brutalidades del terrorismo de Estado cometidas entre el 11 de septiembre 1973 y el 25 de abril de 1990. Ese libro hoy, ayer y siempre nos hará estremecer. El recuerdo de Aylwuin, también.

La noticia de su muerte

Y con él llegó la democracia

En el recuerdo de otros

Y qué dijo Pinochet