jueves, 11 de diciembre de 2014
Silencio, por favor


Carmen pequeñaPor Carmen DE CARLOS @CarmenDeCarlos

El tiempo pasa por todos aunque algunos no lo perciban. Quizás fue eso o sencillamente las ganas de provocar, lo que empujó a Ignacio Urrutia, diputado de la UDI (Unión Demócrata Independiente), a pedir un minuto de silencio por Augusto Pinochet. Lo hizo el día que se conmemoraban los derechos humanos y, cosas de la vida, se cumplía el octavo aniversario de su muerte.

El paso al frente de Urrutia se transformó esta semana en un escándalo en Chile donde voces de diferentes colores se alzaron para condenar la ocurrencia del diputado. René Saffirio, colega de escaño pero en representación de la Democracia Cristiana, lo consideró, “inaceptable pues estamos hablando de quien fue responsable de masivos atropellos a los derechos humanos en Chile. Nunca se había visto algo igual en la Cámara”.

Pinochet en el feretro

Pinochet en el feretro

La comunista Camila Vallejo, calificó el episodio de “impresentable” y el ministro portavoz del Gobierno, Alvaro Elizalde, dijo: “la derecha no ha aprendido nada. Han pretendido rendir un homenaje a quien dividió a los chilenos, causó grave dolor y pérdidas irreparables a muchas familias de nuestro país”.

Gustavo Hasbún, compañero de Cámara y de la UDI con Urrutia, trató de quitar hierro al asunto pero terminó comparándolo con la muerte de Hugo Chávez y reprochando a los diputados las quejas porque conocían la propuesta «quince minutos antes. Uno -insistió- en la vida, tiene que aprender a ser tolerante, aceptar las diferencias de opinión y ante todo, ser respetuoso. Hay diferencias de opinión pero esas diferencias no pueden transformarse en un show mediático, menos en el hemiciclo de la Cámara de Diputados”.

Augusto Pinochet Ugarte murió hace ocho años en el día que, ironías del destino, anualmente se conmemoran los derechos humanos. Lo hizo en la cama, lejos de la justicia universal que le hizo pasar un calvario en Londres, ciudad que adoraba casi tanto como tomar el te con Margaret Thatcher.

El diputado Tucapel Jiménez, hijo del sindicalista asesinado por orden de Pinochet, en su escaño. Fotografía. Martín CONTRERAS (Efe)

Tucapel Jiménez, hijo del sindicalista asesinado por orden de Pinochet, en su escaño. Fotografía. Martín CONTRERAS (Efe)

Pinochet se fue de este mundo a los 91 años. De estos, 17 permaneció como dictador supremo. La frase, “En Chile no se mueve una hoja sin que yo lo sepa”, le pintaba de cuerpo entero. La democracia en este país, de naturaleza serena y templanza demostrada, no llegó hasta 1990. Después de que un referéndum que el dictador creía ganado por anticipado, le venciera por la mano del voto.

Pinochet aceptó la derrota, se fue pero se quedó. Los chilenos lo tuvieron como Comandante en Jefe del Ejército hasta marzo de 1998 y en el Senado el escaño fue suyo hasta el 4 de julio de 2002, apenas cuatro años antes de su muerte.

La historia de la democracia en Chile, aunque no lo parezca, es breve. Apenas seis presidentes y una por partida doble (Michelle Bachelet), han pasado por ella. El tiempo no dio para más. Tampoco para que con el pasado reciente tan fresco, entre los vivos y los muertos, a un diputado como Ignacio Urrutia, se le ocurra hacer un chiste de tan mal gusto como pedir un minuto de silencio, en el día de los derechos humanos, por su último dictador. Alguien debió advertirle que mejor estaba, como proponía, callado.

La UDI frente a Pinochet y a Fidel Castro