viernes, 21 de agosto de 2015
Colombia opta por la discreción en su política exterior

Gonzalo Domínguez Loeda
Bogotá, 21 ago (EFE).- Más allá de la tradicional equidistancia debida en diplomacia, Colombia ha optado por la discreción y un perfil moderado en sus relaciones exteriores que en la última semana han acumulado varios frentes con países vecinos.
Pese a ello, el eje fundamental de las relaciones sigue siendo la promoción internacional del proceso de paz con las FARC, pero la dinámica diaria ha puesto una piedra en el camino de la política exterior con Venezuela, Ecuador y Nicaragua que han recibido tibias respuestas desde Colombia.
El caso más contundente provino de Venezuela, país que cerró por 72 horas su frontera con Colombia tras un ataque contra militares perpetrado por supuestos contrabandistas que dejó tres uniformados y un civil heridos.
Tras el cierre, justificado como una fórmula para evitar la huida de los atacantes, Colombia no solo no realizó ninguna queja formal, sino que, por boca de la canciller María Ángela Holguín, afirmó que esa es una «decisión soberana».
Las autoridades no se pronunciaron tampoco cuando el presidente venezolano, Nicolás Maduro, elevó las críticas al afirmar que su país está llegando «al límite» para soportar la inmigración masiva de colombianos, que, en su opinión «solo es comparable» al éxodo de africanos y asiáticos hacia Europa.
El mandatario señaló que mientras el año pasado llegaron 160.000 africanos a Europa, a Venezuela lo hicieron 144.000 colombianos, mientras que en lo que va de año más de 121.000 se han establecido en el país.
Desde Colombia no se produjo una respuesta oficial a ese comentario pese a que, según los datos oficiales de las autoridades migratorias, unos 8.000 ciudadanos se han asentado en el vecino país, cifra muy inferior a la divulgada por Maduro.
Esa liviandad se reflejó en el encuentro que mantuvieron hoy en Costa Rica las cancilleres de ambos países cuando la ministra venezolana Delcy Rodríguez afirmó en una declaración frente a su homóloga colombiana, María Ángela Holguín, que «hay una migración importante (…) que ha causado desequilibrios para nuestro país».
Los recientes problemas con Venezuela han quedado aparcados hasta el próximo 14 de septiembre, día en que las dos cancilleres se reunirán en Colombia para tratar de solventarlos.
La situación con Nicaragua, país con el que Colombia mantiene un litigio por una porción de mar en el Caribe, cerca del archipiélago de San Andrés, también se ha enturbiado en la última semana.
El presidente nicaragüense, Daniel Ortega, afirmó el pasado miércoles que están a la búsqueda de «mayores y mejores» medios navales para resguardar los espacios marítimos delimitados por la Corte Internacional de Justicia (CIJ).
Ese tribunal definió los límites marítimos entre ambos países en el Caribe y le otorgó a Nicaragua una franja marina en esa zona, que Colombia calcula en unos 75.000 kilómetros cuadrados y el país centroamericano en más de 90.000 kilómetros cuadrados.
Ante esa declaración, tampoco desde Colombia hubo una respuesta contundente y el Gobierno, de nuevo por boca de la canciller, le restó importancia y afirmó que obedece a la necesidad de Nicaragua de luchar contra el narcotráfico y controlar las oleadas de migrantes que atraviesan el Caribe.
Esa respuesta generó duras críticas en el país que encauzó el expresidente Álvaro Uribe, quien en su cuenta de Twitter escribió: «¿Qué es más grave? que Nicaragua amenace o que el Gobierno de Colombia no reafirme con contundencia que el único límite es el meridiano 82 (frontera que reivindica Colombia)».
«¿Qué pasa con Venezuela, Ecuador y Nicaragua? O al revés, qué pasa con el Gobierno de Colombia?», se preguntó Uribe.
Y es que el tercer punto de posible fricción en la última semana ha llegado a Bogotá desde Quito con la declaración que hizo el Gobierno de Rafael Correa de la provincia de Carchi, fronteriza con Colombia, como «zona deprimida» económicamente por la devaluación del peso colombiano frente al dólar.
Holguín afirmó que esa es una «medida interna» que no está dirigida contra el comercio colombiano y que servirá para incentivar «a los emprendedores ecuatorianos a hacer empresa».
Una tercera respuesta tímida de Colombia ante sus vecinos sobre la que algunos ciudadanos se preguntan si obedece a una estrategia diplomática de aparecer tenue en público y duro tras las bambalinas o si el Ejecutivo de Santos ha sacrificado parte de sus posiciones en el panorama internacional en favor de la promoción del proceso de paz en mundo.