EL VIDEO
Discurso de Gabriel Boric
Gonzalo Domínguez Loeda
Bogotá, 4 dic (EFE).- Colombia amaneció hoy conmocionada por la confesión de Fredy Armando Valencia Vargas, ya conocido en el país como el «Monstruo de Monserrate», quien dice haber asesinado al menos a 16 mujeres en un cerro a espaldas del punto más turístico de Bogotá, el santuario que le ha dado su apodo.
Valencia, según los datos preliminares de la investigación, se dirigía a las «ollas», puntos de venta de droga, donde seducía a mujeres adictas a las que llevaba con engaños a su precaria choza, situada en medio de los cerros que delimitan Bogotá por el oriente.
Las mujeres se dejaban convencer a cambio de la promesa de droga y comida y una vez en medio del monte las asesinaba y abandonaba sus cadáveres bajo montañas de basura.
«Quise bañarlas, cambiarlas y que tuvieran más facilidad de salir a conseguir plata. Cuando las invitaba a mi casa a cambio de todo lo que yo les ofrecía pedía a cambio cinco minutos de placer», explicó Valencia a los medios tras ser detenido.
El «Monstruo de Monserrate» rechazó también el apodo que le han dado y que ha calado progresivamente en la sociedad colombiana.
«Las traía de ‘la olla’ y las mujeres venían confiadas con ese grosero», señaló en una entrevista Jairo Muñoz, uno de los habitantes de la calle en la que vivía a unos metros de Valencia.
La zona en la que habitaban ambos está ubicada entre la densa maleza de uno de los cerros orientales. Allí viven unas 100 personas entre ellas, yonquis, familias desplazadas por el conflicto armado y personas desfavorecidas que se han establecido en las laderas de la montaña.
Ese centenar de personas vive entre escombros y basura a apenas 500 metros de la entrada al santuario del Monserrate, que se eleva por encima de los 3.100 metros en plena cordillera de los Andes y al que se accede en un teleférico turístico o por un camino de piedra que serpentea por la montaña.
En esas condiciones malviven y sobreviven en un área en que la Policía cuenta con un puesto de control cercano y que es visitada por funcionarios de los servicios públicos de la Alcaldía de Bogotá.
Como parte de esos controles, encargados de la recolección de basuras visitaron hace apenas dos meses la zona con el objetivo de limpiarla.
Pese a ello, no percibieron los cadáveres bajo la inmundicia, algo que parece factible en una zona en la que el nauseabundo olor seguramente enmascaraba la putrefacción de los cuerpos.
«Él era el que mandaba en la zona porque era muy agresivo, era muy amigo mío, hace siete años le decía (a la gente) que era un señorazo», destacó Muñoz sobre su vecino.
En este sentido afirmó que Valencia «era elegante y bien hablado», lo que le permitía seducir a «muchachas muy lindas» que los habitantes de la zona veían dirigirse hacia la choza del «Monstruo de Monserrate», pero a las que nunca escucharon gritar.
Sin embargo y tras afirmar que la gente que allí vive «es muy buena», agregó que en caso de haber conocido a lo que se dedicaba «aquí lo asesinamos».
En la mañana de hoy, Valencia regresó a donde cometió los crímenes por segunda vez en dos días para señalar a las autoridades el lugar donde enterró a algunas de sus víctimas.
«Llegaron a las siete de la mañana y se fueron a las nueve, el psicólogo (que lo acompañaba) le decía que señalase el sitio donde había más restos y el muchacho señalaba los sitios», explicó a Efe David Vanegas, uno de los funcionarios de limpieza que trabajan en la zona.
Para conseguir acceder a los cadáveres, las autoridades han tenido que trabajar en la limpieza de la basura, una labor que comenzó este jueves.
Desde entonces, los equipos de limpieza, supervisados por forenses, han retirado ocho camiones llenos de desechos, cada uno de ellos con capacidad para cinco toneladas.
Mientras el trabajo continúa, las autoridades ya han encontrado algunos restos, y los rumores crecen al tiempo que Valencia completa sus declaraciones con la mayor naturalidad.
El descubrimiento de este caso ha llevado a que familiares de personas desaparecidas en la zona renueven la esperanza de encontrar a sus seres queridos.
Ese es el caso de los padres de Alexander Rodríguez López, desaparecido hace ocho años cuando peregrinaba a Monserrate y que hoy se acercaron hasta el lugar donde buscan cadáveres para pedir ayuda.
El caso de Valencia ha hecho recordar a los colombianos otros asesinos en serie, el más escalofriante Luis Alfredo Garavito Cubillos, quien violó y asesinó a 197 niños en varias regiones del país en la década de los 90 y hoy cumple condena en la cárcel.