jueves, 17 de abril de 2014
El realismo mágico se va con García Márquez

Por Carmen DE CARLOS, para SudAméricaHoy (SAH)

Hacía tiempo que estaba sin estar. Ahora se fue para siempre. Tenía 87 años y, sin duda, había vivido. El escritor colombiano, Gabriel García Márquez, se consideraba, por encima de todo, un periodista. Lo resumió en una frase célebre y, quizás, un poco exagerada,»el periodismo es una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad». Murió rodeado de los suyos, de parte de su familia, en su residencia del Distrito Federal de México. Con él se va también el soplo más puro del realismo mágico.

La memoria propia parecía de otros. La enfermedad que padecía le hizo esa mala jugada. El hombre capaz de pensar y escribir «Cien años de soledad» no recordaba o lo hacía a ratos y con las imágenes fundidas. Dado su estado es posible que fuera mejor. El mundo y América Latina no lo olvidarán.

Gabriel García Márquez fue más que un Premio Nobel o un Cervantes con acento colombiano. En su juventud jugó con la idea de ser poeta, escribía y leía sonetos sin cansarse. En su madurez la literatura le incluyó más que como uno de los suyos casi, casi como su refundador del siglo XX.

Gabo, para amigos, enemigos (los tenía), lectores y buena parte de los políticos, se arrimó políticamente, al menos en teoría, a Fidel Castro. El dictador cubano era uno de los primeros en tener entre las manos el primer ejemplar de lo último del escritor y darle su opinión. Dicho esto, Gabo también se consideró amigo de Carlos Andrés Pérez, Omar Torrijos y de Felipe González.

García Márquez perteneció a ese «Boom» de escritores latinoamericanos que rompieron los moldes de la literatura con Julio Cortazar en cabeza. Fue amigo íntimo de Mario Vargas Llosa pero la amistad se rompió. El escritor peruano -como el colombiano- evitó, por más que se le insistía, dar explicaciones de lo sucedido. Su círculo estrecho suele ser algo más explícito y confía que el motivo fue que Gabo tuvo la mano o las intenciones, más allá de lo debido con su esposa Patricia. Al enterarse Mario de aquel incidente le borró de su vida. Antes, al tropezarse con él en un teatro o en un hotel (depende de la versión), le asestó un gancho que tumbó al autor de «La mala hora».

Los presidentes de América Latina, de todos los credos, se apresuraron a expresar sus condolencias. Obama también le recordó. Las redes sociales rindieron homenaje a un periodista que nunca dejó de serlo pero fue, sin duda, mejor escritor.

Su Fundación, Nuevo Periodismo Iberoamericano, creada con el argentino Tomás Eloy Martínez, entre otros, seguirá en activo. Sus títulos, algunos llevados con distinta fortuna al cine, se reeditarán para leer en papel o tabletas. En los colegios y en las universidades continuarán estudiando la obra de un hombre muy supersticioso que un día quiso hacer de la «b» y de la «v» una sola letra.

«Cien años de soledad» fue para Gabo como una melodía colombiana, «un vallenato de 450 páginas», según sus palabras y para el mundo la joya de su producción pero «El amor en los tiempos del cólera» es también una de las favoritas para los especialistas en «Gabo».  Para gustos hay mucho escrito y más se escribirá.

Los tiempos modernos y los cambios en la prensa le parecieron una oportunidad. Si creemos en sus palabras, la televisión hubiera sido el soporte de sus novelas -en forma de guiones para series- si hubiera nacido en el siglo XXI o en las últimas décadas del XX.

Su médico personal había dicho horas antes de conocerse su fallecimiento que Gabo continuaba «en un estado delicado». El doctor Jorge Oseguera, le visitó en su casa de Ciudad de México y no tenía muchas esperanzas sobre su evolución. «Se encuentra en un estado delicado, propio de su edad, de los problemas que ha sufrido últimamente y de sus patologías de base», afirmó.
Gabo estuvo ocho días ingresado en un hospital de Ciudad de México. Le dieron el alta el martes de la semana pasada. Sufría un proceso de infección pulmonar y en las vías urinarias del que se recuperaba en su casa. En 1999 venció un cáncer linfático. Los que le frecuentaban aseguran que fue el alzheimer el que le retiró de las letras. Su familia, aunque lo sabía, nunca lo confirmó.

Títulos

  • 1955.- “La hojarasca”
  • 1961.- “El coronel no tiene quien le escriba”
  • 1962.- “La mala hora”
  • 1962.- “Los funerales de la Mamá Grande”
  • 1967.- “Cien años de soledad”
  • 1968.- “Isabel viendo llover en Macondo”
  • 1968.- “La novela en América Latina: Diálogo” (junto a Mario Vargas Llosa)
  • 1970.- “Relato de un náufrago”
  • 1972.- “La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada”
  • 1972.- “Ojos de perro azul”
  • 1972.- “El negro que hizo esperar a los ángeles”
  • 1973.- “Cuando era feliz e indocumentado”
  • 1974.- “Chile, el golpe y los gringos”
  • 1975.- “El otoño del patriarca”
  • 1975.- “Todos los cuentos de Gabriel García Márquez: 1947-1972”
  • 1976.- “Crónicas y reportajes”
  • 1977.- “Operación Carlota”
  • 1978.- “Periodismo militante”
  • 1978.- “De viaje por los países socialistas”
  • 1978.- “La tigra”
  • 1981.- “Crónica de una muerte anunciada”
  • 1981.- “Obra periodística”
  • 1981.- “El verano feliz de la señora Forbes”
  • 1981.- “El rastro de tu sangre en la nieve”
  • 1982.- “El secuestro: Guión cinematográfico”
  • 1982.- “Viva Sandino”
  • 1985.- “El amor en los tiempos del cólera”
  • 1986.- “La aventura de Miguel Littín, clandestino en Chile”
  • 1987.- “Diatriba de amor contra un hombre sentado: monólogo en un acto”
  • 1989.- “El general en su laberinto”
  • 1990.- “Notas de prensa, 1961-1984”
  • 1992.- “Doce cuentos peregrinos”
  • 1994.- “Del amor y otros demonios”
  • 1995.- “Cómo se cuenta un cuento”
  • 1995.- “Me alquilo para soñar”
  • 1996.- “Noticia de un secuestro”
  • 1996 – “Por un país al alcance de los niños”
  • 1998.- “La bendita manía de contar”
  • 1999.- “Por la libre: obra periodística (1974-1995)»
  • 2002.- “Vivir para contarla”
  • 2004.- “Memoria de mis putas tristes”
  • 2010 – “Yo no vengo a decir un discurso”
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