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Discurso de Gabriel Boric
Raquel Godos
Washington, 25 oct (EFE).- Inmerso en la «obsesión» por la memoria de su país, Colombia, el escritor Juan Gabriel Vásquez explora en su nueva novela, «La forma de las ruinas» (Alfaguara), algunos de los «traumas» de la historia colombiana que aún hoy marcan el presente y el futuro de la nación.
El laureado escritor, quien prepara el lanzamiento de su libro para noviembre próximo, explica en entrevista con Efe que esta nueva obra pretende abordar, a través de dos crímenes que marcaron la historia colombiana, cómo esa violencia ha marcado a la sociedad.
«Uno de los temas de la novela sería entonces esa manera en que nuestro pasado sigue con nosotros, que los traumas nacionales del pasado nos siguen afectando y se meten en las vidas presentes de los que los hemos heredado», delinea.
«La forma de las ruinas», que primero se lanzará en Colombia y después en el resto de América Latina y España, hace de los asesinatos de los políticos Jorge Eliécer Gaitán en 1948, y Rafael Uribe Uribe en 1914, los ejes de su historia, sobre la que pivotan diversos personajes «obsesionados» por entender qué pasó.
«Los personajes hacen sus intentos por explicarse por qué nos han sucedido estas cosas, pero no son intentos abstractos, no son intentos que haría un historiador o un periodista. Sino los intentos que haría alguien cuya vida presente está por distintas razones marcada por esos crímenes pasados», relata Vásquez.
«La novela trata de contar un poco eso, cómo momentos históricos que han pasado mucho antes de nuestro nacimiento nos siguen afectando, siguen moldeando nuestro presente, porque las tragedias de nuestra sociedad son algo que heredamos», agrega.
Vásquez, premio Alfaguara 2011 por «El ruido de las cosas al caer» y de La Real Academia Española 2014 por «Las reputaciones», no pretende sin embargo hacer de este libro una novela histórica, sino abordar «una preocupación», también histórica, que aventura, incluso heredará la generación de sus hijas.
El escritor colombiano, quien viajó estos días a EEUU para participar en la Universidad John Hopkins en unas conferencias sobre el novelista Joseph Conrad, una de sus mayores influencias, parafrasea al británico para explicar su concepto de novela.
Vásquez insiste en que el novelista es un historiador -como consideraría Conrad-, pero «de las emociones, un historiador de las almas» que «trata de contar lo que pasa en esos lugares privados, invisibles, cuando nos llegan las consecuencias de los grandes hechos históricos».
«La forma de las ruinas» llega precisamente a las librerías colombianas en un momento histórico, cuando el país se acerca al fin de un conflicto interno de más de 50 años y lucha, también, con su memoria, para mirar al futuro.
Vásquez confiesa que una de sus «lectoras de confianza» le dijo al leer el manuscrito de su nueva obra que, pese a tratar episodios sucedidos en 1914 y 1948, la novela hablaba del postconflicto colombiano.
«(A ella le pareció que) la novela, de alguna manera, se refiere a ese ejercicio que estamos haciendo todos los colombianos de tratar de comprender el pasado para dejarlo atrás y tratar de avanzar hacia la infinita cantidad de problemas que se nos vienen encima, pero que son mejores que los que teníamos antes», explica el autor.
Vásquez considera que el ejercicio de memoria que tiene que hacer su país es «complejo» por la cantidad de actores que han participado en el conflicto, y por ende, existen muchos discursos diversos sobre lo que ha pasado en los últimos 50 años de guerra.
«Todavía hay grupos políticos importantes que sostienen que en Colombia no hay un conflicto armado, sino que hay un ataque de un grupo terrorista a un Estado democrático simplemente», argumenta.
«De manera que los ejercicios de memoria también en este momento en Colombia son una lucha por imponer una versión de lo que nos ha pasado -continúa-. Y ahí se juegan cosas muy interesantes, porque ni la versión del Gobierno, ni la versión de la guerrilla, ni la versión de los grupos políticos de oposición, ni la versión del paramilitarismo es correcta».
Ante ese escenario, el escritor apela a la narrativa, y a «un esfuerzo» de todos los ciudadanos para crear su versión de lo ocurrido, su relato.
«Para esas cosas las formas narrativas que tenemos ahí tienen que jugar un papel muy importante, no solo la novela, también el periodismo y la historiografía. De todo eso espero que salga una especie de iluminación que sirva para llegar a un acuerdo, y superar esos 50 años de conflicto que es lo que estamos tratando de hacer», sentencia.