martes, 12 de mayo de 2015
El ELN, otro frente para hablar de paz con el Gobierno de Santos
 Jefes del ELN. De izquierda a derecha, ;Pablo Beltrán&;Ramiro Vargas; Gabino yAntonio García

Jefes del ELN. De izquierda a derecha, alias ‘Pablo Beltrán’, «Ramiro Vargas», «Gabino» y «Antonio García»

Juan RestrepoPor Juan RESTREPO, para SudAméricaHoy

Mientras la atención de los medios sobre el conflicto interno colombiano se centra en las lánguidas conversaciones entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla de las FARC en La Habana, otro grupo guerrillero minoritario, el ELN, continúa su actividad en sordina contra “la inequidad y la injusticia del régimen”, secuestrando, en la minería ilegal, el narcotráfico y con acciones violentas contra el Ejército y las infraestructuras, particularmente contra las instalaciones petroleras.

Los colombianos parecen resignados a saber periódicamente de estos hechos en una especie de convivencia ya de tantos años con el dolor y la muerte. Aquí no se le suele dar demasiada importancia a los partes de guerra pero a veces, como la pasada semana, cuando las acciones de la guerrilla superan los estándares acostumbrados de sevicia, la sociedad colombiana se estremece, se duele dos o tres días y vuelve a caer en silenciosa impotencia.

El pasado 5 de mayo, un suboficial del Ejército, Edward Ávila Ramírez, perdió las dos piernas al pisar una mina antipersona sembrada por el Ejército de Liberación Nacional, ELN, en el municipio de Convención en el departamento de Norte de Santander. Y el hecho ocurrió junto a una escuela en donde los militares construían un parque infantil (como ya describí aquí que es la práctica el 05.01.15 )

Dos días más tarde, en otra localidad, una niña murió y otra resultó herida grave víctimas de otras dos minas antipersona. Hasta aquí, pues, estaríamos hablando de hechos rutinarios de un conflicto en donde las prácticas no convencionales de una guerra de baja intensidad como la colombiana terminan por ser el pan de cada día.

Lo que hace diferente y digno de detenerse a analizar la doble amputación del suboficial Ávila Ramírez es que una vez que el militar resultó mutilado en sus dos extremidades por la explosión de la mina, sus piernas fueron colgadas por los milicianos del ELN de la reja de una ventana de la escuela como un siniestro trofeo. La degradación a la que han llegado las cosas en Colombia es sencillamente repugnante.

En este momento, cerca de 600 indígenas emberas al occidente de Colombia, están confinados en un puesto de seguridad en condiciones infrahumanas al no poder regresar a su resguardo por temor a las minas, sembradas en el camino, por el ELN en su lucha con paramilitares por el control de un territorio que es corredor para el tráfico de armas y droga.

El ELN es una guerrilla de inspiración castrista, según sus postulados iniciales, que opera particularmente en el centro y al oriente de Colombia, es decir en la zona fronteriza con Venezuela. Según ha dicho Nicolás Rodríguez, alias Gabino, su líder principal, negociarían con el Gobierno de Juan Manuel Santos su desmovilización puntualizando, eso sí, como han hecho las FARC, que no están dispuestos a pasar ni un solo día en la cárcel “por haberse alzado en armas para tener participación política”.

Aníbal Giraldo, alias “Pablito”, comandante del Frente Domingo Laín del ELN

Aníbal Giraldo, alias “Pablito”, comandante del Frente Domingo Laín del ELN

Lo malo para el gobierno colombiano es que el ELN es una guerrilla menos compacta que las FARC, con ruedas sueltas como alias “Pablito”, un guerrillero convencido de la toma del poder por las armas y no muy proclive a conversaciones de paz, jefe del más poderoso frente del ELN y que cuenta con la protección y complicidad de Venezuela para golpear en Colombia.

Organismos de seguridad del Estado aseguran que si bien el ELN sigue teniendo presencia en 78 municipios colombianos, su capacidad ofensiva está diezmada. Los últimos análisis arrojan que hoy que no cuentan con más de 2.000 hombres en armas, cuando en 1998, antes de la muerte de su líder más carismático, Manuel Pérez, el «Cura Pérez», eran 15 mil.

Para el gobierno de Santos firmar un acuerdo de paz también con el ELN es crucial porque en el caso de una eventual firma de paz con las FARC, con el ELN operando en sus zonas de influencia será muy difícil verificar si efectivamente las FARC han cesado la actividad guerrillera y, lo que es más grave, la tropa de las FARC a la que no satisfaga lo firmado con el gobierno tendrá un grupo guerrillero con las puertas abiertas para seguir en la actividad insurgente.