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Antonio Martín Guirado
Toronto (Canadá), 13 jul (EFE).- Miguel Ángel Rodríguez es un hombre aliviado. Llegó a Toronto como abanderado de Colombia y dos días antes de comenzar a competir vio peligrar su participación por una lesión que decidió mantener en secreto. Ahora, cumplida la misión de revalidar el oro panamericano, quiere más.
«Al empezar el año quería estar entre los cinco mejores del ránking mundial y en tan sólo seis meses superé el pronóstico», dijo Rodríguez, número cuatro del mundo, en respuesta a una pregunta de Efe acerca de sus próximos retos.
El «guerrero» colombiano recientemente ganó su vigésimo sexto título como profesional en Detroit, similar a un Masters 1000 de tenis, y quiere, no sólo alcanzar la final en campeonatos del Grand Slam, «sino pensar en títulos».
«Quiero acercarme al número uno o dos. Al dos le gané ya en enero y me ven como un rival fuerte. Yo me siento mejor cada día y que estoy entrando en mi mejor etapa. Aún me quedan seis o siete años de carrera deportiva», manifestó.
Rodríguez superó hoy en una hora y 17 minutos al peruano Diego Elías en cuatro sets (11-9, 3-11, 12-10 y 11-8) y dio a su país el décimo oro en Toronto 2015.
Rodríguez, de 29 años, obtuvo también el oro en el squash individual masculino de los Panamericanos de Guadalajara 2011, y en Río de Janeiro 2007 fue oro en la competición por equipos y bronce en individual.
El joven Elías, de 18 años, se queda de esta forma con la medalla de plata en la final disputada en las instalaciones de squash del complejo Exhibition Centre de Toronto.
Se trata de su mejor resultado como profesional tras haber sido campeón en el campeonato mundial junior del año pasado.
«Sabía que no iba a ser fácil porque estaban ofreciendo mucha plata a Diego por el oro», declaró el campeón.
«Lo mío es más un interés histórico, sin importar los incentivos. Quería repetir el oro. No quería irme a la cama con plata. El reto de ser doble campeón era grande y tenía una responsabilidad extra al ser el abanderado. Son cuatro años más de reinado y corona. Esa presión, ahora, ya se va», manifestó.
Pero a punto estuvo de, ni siquiera, tomar partida en el torneo por una contusión ósea en el tobillo izquierdo.
El sábado, según desveló, su participación estaba «en duda» y no se sentía nada bien, pero decidió arriesgar, empujado por la fuerza de su país, y con los cuidados del equipo médico del Comité Olímpico colombiano y su propio fisioterapeuta.
Y como «El Cid», aunque en vez de muerto, simplemente lesionado, surgió con su versión más imponente para lograr la «Reconquista» del oro panamericano.
«Tuve que jugar inteligente para no desgastarme», valoró.
«Después, cada día me fui sintiendo mejor, aunque aparecieron otros dolores por no cargar el tobillo izquierdo. Eso era lo que más me preocupaba. Y hoy, estando ya en la final, sólo pensaba en salir a dar el cien por cien y dar un último empujón. Mereció la pena», finalizó.
A buen seguro que su padre, Ángel Rodríguez, con quien empezó a entrenar a los cuatro años, estará de acuerdo.