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Ana Mengotti
Bogotá, 7 dic (EFE).- Los partidarios de un cambio político en América Latina han echado las campanas al vuelo por el triunfo opositor en las elecciones legislativas en Venezuela, que a su juicio confirma que los gobiernos progresistas o populistas, según quien sea quien los califique, están en declive.
Los electores venezolanos le dieron este domingo una holgada mayoría parlamentaria, inédita desde 1999, a los partidos de la alianza Mesa de la Unidad Democrática (MUD) cuatro días antes de que el conservador Mauricio Macri se convierta en el primer presidente argentino que no es kirchnerista desde 2003.
Los casos de Argentina y Venezuela son para algunos analistas un ejemplo del hartazgo de los ciudadanos con el modelo político que ha imperado en América Latina desde el cambio de milenio.
En el mismo saco meten los problemas de la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, quien se enfrenta a un posible juicio político con fines de destitución, con su popularidad por los suelos a causa de los escándalos de corrupción y en medio de una aguda crisis de la economía, que este año se contraerá más de un 3 %.
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, que al aceptar la derrota oficialista despejó las inquietudes que había en torno a la limpieza de los comicios de este domingo, ha culpado de la derrota a la «guerra económica» que, según dice, han desatado contra su Gobierno sus adversarios fuera y dentro de país y el empresariado.
Venezuela, como Brasil, padece una grave crisis económica, en gran parte debida a la acusada caída de los precios del petróleo, que se traduce en desabastecimiento, una abultada inflación y una devaluación del bolívar, la divisa nacional.
Si Rousseff está tocada por el gigantesco escándalo de corrupción en Petrobras, Maduro tiene a dos sobrinos de su esposa, uno de ellos además ahijado suyo, en una cárcel de Nueva York a la espera de ser juzgados por narcotráfico.
En Argentina, Cristina Fernández se va dejando las finanzas públicas maltrechas y sin haber hecho el necesario ajuste, pues 2015 fue un año plagado de citas electorales y hacerlo hubiera sido perjudicial para los candidatos oficialistas.
Macri heredará una pesada carga económica, mientras Maduro deberá seguir lidiando con la crisis económica con la dificultad añadida de que no contará a partir del 5 de enero con mayoría en el Parlamento.
De ahí que el Gobierno de Estados Unidos y los de otros países del continente hayan hecho hoy hincapié en la necesidad de un diálogo entre el oficialismo y la oposición para encarar los desafíos económicos y sociales de Venezuela.
«Estados Unidos está dispuesto a apoyar ese diálogo junto con otros en la comunidad internacional», indicó el secretario de Estado, John Kerry, después de haber remarcado que las urnas expresaron este domingo «el abrumador deseo de cambio» de los venezolanos.
El presidente de Bolivia, Evo Morales, que mantiene su popularidad y no está acosado por grandes penurias económicas, ha llamado a «reflexionar» sobre el resultado de las elecciones legislativas en Venezuela.
Morales, aliado de Maduro y aspirante a una nueva reelección si el pueblo de su país aprueba en un referéndum en 2016 la reforma constitucional hecha con ese fin, subrayó que hay que estudiar cómo defender las «revoluciones democráticas», porque el «imperio no duerme» y desarrolla planes de conspiración y agresiones económicas contra los gobiernos para buscar «el control geopolítico».
En Ecuador, un país con una economía dolarizada y dependiente de las ventas de los recursos petroleros y por ello muy afectada por la pérdida de competitividad que supone para los exportadores un dólar fuerte, así como por la caída de los precios del crudo, el presidente Rafael Correa enfrenta protestas de organizaciones indígenas, sindicatos y opositores políticos.
El Congreso ecuatoriano, dominado por el oficialismo, acaba de aprobar unas enmiendas constitucionales, que, entre otras novedades, introduce la posibilidad de la reelección indefinida.
Correa viene avisando desde hace ya tiempo de lo que él llama la «restauración conservadora», una «estrategia a nivel regional» aplicada por grupos poderosos contra «el avance de los gobiernos progresistas».
Al igual que hizo el presidente de Cuba, Raúl Castro, el mandatario nicaragüense, Daniel Ortega, envió hoy un mensaje de apoyo al Gobierno de Maduro en lugar de felicitar a los ganadores de las elecciones en Venezuela.
Los opositores al Gobierno de Ortega, que se manifiestan semanalmente para pedir «elecciones libres» en 2016, mencionaron inmediatamente que lo ocurrido en Venezuela puede servir de lección «a los demócratas de Nicaragua», a los que «persisten en el error» de tratar de dividir al país con «políticas sectarias, excluyentes e intolerantes».