jueves, 10 de septiembre de 2015
Santos y Maduro, vecinos en las antípodas

Jaime Ortega Carrascal
Bogotá, 10 sep (EFE).- La crisis de la frontera ha puesto en evidencia las diferencias existentes entre los presidentes de Colombia, Juan Manuel Santos, y de Venezuela, Nicolás Maduro, después de años de una frágil amistad por conveniencia mutua.
Santos y Maduro están en las antípodas en lo que se refiere a sistema económico y modelo político, pero desde agosto de 2010, cuando Colombia y Venezuela reanudaron las relaciones rotas, todavía en tiempos de Hugo Chávez, los dos gobiernos habían mantenido una relación equilibrada, alterada ahora por la crisis en la frontera, la más grave de los últimos tiempos.
«Si podemos trabajar juntos en aquello que nos conviene a los dos, bienvenido sea», dijo este jueves Santos dirigiéndose a Maduro, con quien en los últimos días ha intercambiado duros comentarios, cada uno a su estilo, que reflejan que entre los dos, más que una frontera, hay un abismo ideológico.
Bajo la premisa de que el respeto debe estar por encima de las diferencias, Santos ha defendido el trabajo conjunto en aras del bien de dos pueblos que tienen una historia común y estrechos vínculos familiares que se han prolongado por generaciones.
Maduro pregona también la hermandad basado en la herencia común del Libertador Simón Bolívar, y como el propio Santos lo reconoce, ha hecho una gran contribución como país garante al proceso de paz con la guerrilla de las FARC que se lleva a cabo en Cuba.
Sin embargo, el cierre de los dos principales pasos fronterizos y la expulsión o salida masiva de miles de colombianos de Venezuela con la excusa de una lucha contra el contrabando y supuestos paramilitares ordenada por Maduro, han detonado el discurso fraternal de los dos gobiernos.
Santos, que comenzó por exigir a Venezuela respeto para los derechos humanos de sus compatriotas, alzó la voz esta semana como no se le había visto en política exterior desde que está en la Presidencia para explicar que los colombianos no tienen nada qué ver con los problemas económicos del país vecino, especialmente de abastecimiento, inflacionarios y cambiarios, como alega Caracas.
El mandatario colombiano ha explicado que la culpa es del modelo económico venezolano, la Revolución Bolivariana, que va en abierta contradicción con el que él abraza, el de la Tercera Vía, que tiene entre sus padrinos al exprimer ministro británico Tony Blair y el expresidente estadounidense Bill Clinton, entre otros.
«Venezuela ha puesto en marcha su llamada Revolución Bolivariana y la hemos respetado. No la compartimos. No creemos que sea el camino más adecuado para satisfacer las necesidades del pueblo. Pero la hemos respetado», dijo el miércoles Santos, y añadió que ese modelo «se está autodestruyendo» por sus resultados.
En un tono menos directo ha criticado al sistema político venezolano al señalar, sin citar expresamente a ese país, que Colombia «es un país que cree en la libertad, es un país que cree en la democracia, pero no en las democracias de papel» sino «en la que respeta la independencia de los poderes».
Las diferencias se extienden a la fórmula con la que cada uno quiere resolver la crisis desatada por el cierre de la frontera, pues mientras Colombia ha defendido que el caso sea debatido en la Organización de Estados Americanos (OEA), Venezuela insiste en que el foro más adecuado es el la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).
En vista de que ninguno de los dos intentos ha surtido el efecto deseado, Santos ha abrazado la propuesta de mediación del presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, mientras que Maduro prefiere la de los cancilleres de Argentina, Héctor Timerman, y de Brasil, Mauro Vieira.
Todos buscan lo mismo, una reunión de los dos mandatarios para discutir el problema, intento que también hizo el presidente panameño, Juan Carlos Varela, en una acción que no tuvo eco en ninguna de las partes.
Para superar esta diferencia diplomática ha surgido como tercera opción la mediación del canciller de Ecuador, Ricardo Patiño, cuyo primer logro ha sido convocar una reunión el próximo sábado en Quito de sus colegas de Colombia, María Ángela Holguín, y de Venezuela, Delcy Rodríguez, cuya relación también se ha deteriorado al calor del problema fronterizo.
La crisis ha puesto de manifiesto que a pesar de la hermandad pregonada, subsiste un rencor histórico, que se remonta a los tiempos de la independencia de España, especialmente por parte de Venezuela, que considera al prócer colombiano Francisco de Paula Santander un traidor del Libertador Simón Bolívar.
Maduro, que acusa a su homólogo colombiano de tolerar conspiraciones contra su Gobierno, lo comparó con Santander, algo que para el mandatario colombiano, lejos de desmerecer su figura la engrandece.
«Eso para mí es un elogio, mi familia ha sido siempre santanderista, no quiere decir que no seamos bolivarianos. Bolívar nos dio la independencia con su espada y Santander nos dio la libertad con sus leyes», respondió un halagado Santos.