miércoles, 30 de septiembre de 2015
Nueve artistas muestran diversidad del arte ecuatoriano en la Bienal de Pekín

Antonio Broto
Pekín, 30 sep (EFE).- Nueve de los más destacados creadores de Ecuador exponen hasta el 15 de octubre en la Bienal de Pekín 47 obras que simbolizan el panorama contemporáneo del arte del país andino, donde raíces indígenas conviven con la abstracción más moderna para expresar lo más profundo de la psique humana.
«El arte ecuatoriano muestra lo que somos, un pueblo que ha pasado por muchas vicisitudes pero muy confiado en lo positivo del futuro», señaló hoy a Efe el embajador de Ecuador en China, José María Borja, durante la presentación de la muestra a los medios chinos e internacionales.
Oswaldo Viteri, Wilfrido Martínez, Napoleón Paredes, Jorge Perugachy, Miguel Betancourt y Hernán Illescas exponen 44 de sus cuadros en una sala del Museo Nacional de Arte, en el centro de Pekín.
Además, tres creadores de nuevas generaciones (María Gloria Andrade, Freddy Coello y Leonardo Cevallos) compiten con una obra cada uno en la sección de concurso de la Bienal, una de las más importantes citas para el mundo del arte en China.
«El arte ecuatoriano ocupa un lugar destacado en el conjunto de América Latina, y el esfuerzo conjunto entre Ecuador y China ha permitido la presencia aquí de una importante parte de un país que se muestra multicultural y plurinacional», subrayó Borja.
Cuatro de los artistas de la muestra principal (Illescas, Paredes, Betancourt y Perugachy) han viajado a China para acompañar su obra y tal vez buscar inspiración del gigante asiático para futuras producciones.
Paredes, que presenta una serie de seis cuadros en la que los personajes asemejan muñecos en un escenario teatral, aseguró al respecto que su visita a la Muralla China le impresionó y seguramente el magno monumento acabará plasmado en sus futuros lienzos.
«La Muralla ya la llevo aquí, estoy ya pensando en como interpretarla», destacó el pintor señalando su cabeza, y añadió que la gran obra defensiva le inspiró «grandiosidad y una gran carga histórica».
De sus cuadros expuestos en Pekín, el pintor, nacido en Quito hace 67 años, indicó que sus personajes casi autómatas quieren contar cómo el hombre «se ha convertido en un muñeco de las circunstancias, principalmente de las económicas».
Y es que la crisis económica vivida por Ecuador a principios de este siglo, que obligó a un millón de sus ciudadanos a emigrar a países como EEUU, España o Italia, está presente en muchos otros artistas nacionales, como Illescas, quien en Pekín cuelga de las paredes diez de sus obras.
«Todos los países hemos sido emigrantes en algún momento, y conceptualmente intento plasmar ese dolor humano que históricamente se sigue viviendo, ahora por ejemplo en Europa», señaló a Efe el artista cuencano.
De sus obras expuestas en Pekín, en las que el pez es el gran símbolo de la vida, del hombre y también de alegorías secretas que el artista deja abiertas a la imaginación, destaca especialmente un gran mural en el que un glaciar se descongela ante la mirada de pueblos y animales, como símbolo de la degradación medioambiental.
«Antes veíamos la cordillera andina como un sueño blanco, un espectáculo lúcido y florido, pero con su lenta descongelación ese sueño se pierde», aseguró Illescas, destacando en todo momento el perfil onírico de sus obras.
El medio ambiente también brilla en la obra de otro de los autores ecuatorianos que ha viajado a Pekín, Miguel Betancourt, pese al perfil más abstracto de sus lienzos, y en su caso la reivindicación de un mayor cuidado a la Tierra se palpa más bien en el uso de soportes reciclados (incluso telas de sacos).
«Propongo la reutilización del material, desde tejidos a maderas viejas, latas… de esa forma mando a la comunidad el mensaje de que con cierta imaginación puede reutilizar ese material y de esa manera salvar un árbol», explicó a Efe el creador quiteño, nacido en 1958.
Troncos y ramas son el motivo más distintivo de sus obras, la parte no abstracta de sus pinturas: «El tema medular de mi obra ha sido el árbol el jardín, la floresta», explicó Betancourt, a quien representan en la Bienal seis obras de distintas épocas de sus 30 años de carrera.