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Discurso de Gabriel Boric
Albacete (España), 11 sep (EFE).- Los diestros Rubén Pinar y Sergio Serrano cortaron una oreja cada uno en la corrida celebrada hoy en Albacete, en el que todos sus actuantes, ganadero incluido, son oriundos de la provincia albaceteña.
FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Samuel Flores, el primero con el hierro de María Agustina López Flores, bien presentados y difíciles por su poca entrega y falta de casta. El segundo, medio se salvó de la quema.
Rubén Pinar: pinchazo, media y seis descabellos (silencio tras aviso); y estocada (oreja).
Sergio Serrano: estocada (oreja); y pinchazo hondo, estocada tendida y cuatro descabellos (ovación tras dos avisos).
José María Arenas: estocada (silencio); y dos pinchazos y estocada (silencio).
La plaza rozó el lleno en tarde cubierta y de temperatura agradable.
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MUCHO APARATO, POCA ENTREGA
Pinar no tuvo apenas opciones con el que abrió plaza, un toro muy justo de fuerzas con el que se mostró voluntarioso en una labor de enfermero y de muy poco eco en los tendidos.
El cuarto, en cambio, fue un toro más franco, aunque sin llegar a ser nada del otro mundo, con el que Pinar estuvo muy bien demostrando la evolución que ha tenido su toreo, más reposado y con mayor sentido de la estética, lo que le valió para lograr una oreja entre la felicidad del paisanaje.
Sergio Serrano, por su parte, apechó en primer lugar con un toro exigente y de mucha transmisión de Samuel Flores, con el que estuvo firme y valiente, y hasta logró torear con mucho reposo por los dos pitones en una faena interesante y de notable calado entre sus paisanos, que le premiaron con una oreja.
El quinto fue un toro de armas tomar, muy complicado por áspero y falto de clase, con el que Serrano estuvo muy valiente y decidido, cobrando, incluso, una voltereta, de la que se rehizo para acabar dilapidando tanto esfuerzo en la suerte suprema.
A José María Arenas se le vio demasiado atenazado frente a su primero, con el que no acabó de confiarse en ningún tercio. Es verdad que el animal no fue nada franco, pero él tampoco supo resolver la situación.
En el sexto, idéntico panorama. Un «samuel» muy deslucido y un torero a la deriva por la falta de contratos que atesora.