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Discurso de Gabriel Boric
Por Carmen DE CARLOS, @CarmenDeCarlos
La corriente por votar aumenta su caudal en estos tiempos de democracia. Lo hace a un lado del Atlántico (los ejemplos son conocidos) y en la orilla sudamericana del Pacífico. Se vota para elegir presidentes, vicepresidentes, diputados y diferentes cargos públicos.
A nadie le sorprende que esto suceda cada cuatro ó cinco años. Es legal y habitual. Por eso, esta práctica recurrente, no llama la atención ni preocupa a los que forman parte del juego electoral ni a los que participan del mismo con su voto.
En Ecuador el escenario hoy es diferente. Rafael Correa, tres veces consecutivas elegido presidente en las urnas, parece que sólo quiere que éstas se abran para él.
Correa ganó las primeras elecciones en el 2006. Dos años más tarde, como hicieran antes Evo Morales y Hugo Chávez, cambió la Constitución de Ecuador. Motivos de Estado podían no faltarle (el tiempo pasa por todas, incluidas las Cartas Magnas) pero otros más cercanos a la ambición, como se ha visto, tampoco le sobraban.
Por mérito propio el Presidente fue reelecto una y otra vez hasta que su propia Constitución, ahora, le dice: basta. En marcha la cuenta atrás para abandonar la Presidencia, Rafael Correa comenzó hace meses a dar señales de que se quería quedar (en el poder). Poco a poco, esos indicios se convirtieron en declaraciones más o menos claras hasta transformarse en evidencia.
El Congreso, donde tiene mayoría abrumadora, ratificó sus ambiciones y se prepara para reformar cuando antes la Constitución. El objetivo es empotrar el término “indefinida” para su sempiterna reelección. Esto le permitiría no sólo quedarse hasta el 2017, sino mientras el cuerpo y su deseo, aguanten.
Los que no quieren Correa para siempre, con el ex banquero y ex candidato Guillermo Lasso a la cabeza, han decidido salir a las calles de Ecuador (en la mitad del mundo) a conquistar, contra reloj, firmas para reemplazar la decisión del Congreso por la de un referéndum que diga, sí o no a la dichosa reelección indefinida. De momento, según los sondeos, el 73 por ciento de los ecuatorianos quiere votar que, en este caso, viene a ser lo mismo que decir, no.
La respuesta de Correa (no tenía por qué dar ninguna) fue rápida. “¿Cuándo en la vida esa derecha consultó al pueblo ecuatoriano?”. Hecha la descalificación fustigó, “creen que así pueden engañar al pueblo ecuatoriano”. Finalmente y en su estilo, el presidente, aceptó: “Si reúnen las firmas y pasa la consulta de Lasso, nos vemos en las urnas” pero, advirtió, “no excluimos presentar otras preguntas” sobre, por ejemplo, “si están de acuerdo con las utilidades (beneficios) de los banqueros”. Genio y figura…