EL VIDEO
Discurso de Gabriel Boric
Por Cecilia PONCE RIVERA, para SudAméricaHoy
En el 2017, la fuerza de los partidos de ultra derecha, ataviada de retórica nacionalista, hizo temblar al viejo continente. Lo vimos en los Países Bajos con Geert Wilders, al frente del Partido por la Libertad (PVV), derrotado finalmente por el liberal progresista, Mark Rutte. Lo mismo en Francia, donde la hegemonía “forzada” en segunda vuelta del electorado centrista con el de izquierda, logró frenar a la temida Marine Le Pen en su carrera para acceder al Palacio del Eliseo, favoreciendo al recién ungido en el pasado mes de mayo, Emmanuel Macron. ¿Qué decir de Alemania?, país en el que las elecciones parlamentarias fueron testigo no solo del ingreso del Partido Alternativa para Alemania (AFD), sino de su afianzamiento como tercera fuerza en el parlamento, así como del pronunciado debilitamiento de Angela Merkel, quien hasta la fecha no ha logrado concretar un gobierno de coalición para iniciar lo que sería su cuarto mandato. Así también, en Austria, el discurso en política migratoria, le otorgó el triunfo al jovencísimo Sebastian Kurz, de tan solo 31 años.
En el Reino Unido, observamos a las abruptamente convocadas elecciones generales, arrebatarle la mayoría absoluta a Theresa May. En la República Checa, se atestó la conquista del sufragio en favor del líder de tintes nacionalistas, el multimillonario, Andrej Babis del Partido Alianza de Ciudadanos Descontentos (ANo); contrastando con las elecciones presidenciales en Eslovenia, que, para alivio de la Unión Europea (UE), permitieron la reelección en segunda vuelta con el 52,95% de los votos a favor del socialdemócrata y europeísta consumado, Borut Pahor.
Sumado a lo anterior, observamos la inestabilidad que trajo consigo el intento frustrado de los separatistas en Cataluña, España y finalmente, el desazón que causó el referéndum de carácter consultivo sobre la autonomía de la región italiana, Lombardía.
Pues, si bien el discurso xenófobo y separatista hizo palidecer a Europa en el 2017, en el 2018, la lucha entre conservadores moderados y la izquierda, provocará alta tensión en América Latina; siendo sin duda, la corrupción, el tema medular de las campañas electorales.
Costa Rica, Paraguay, Colombia, México, Brasil y Venezuela, elegirán jefes de Estado y con ello, definirán el rumbo social económico e ideológico del próximo período de gobierno. De igual manera, con excepción de Venezuela, donde la toma de posesión del cargo está programada para enero de 2019, los candidatos electos de los países nombrados, además del presidente electo Sebastián Piñera en Chile, tomarán posesión de su cargo a lo largo del próximo año.
También en el 2018, se celebrarán comicios legislativos y regionales en El Salvador el cuarto día de marzo y elecciones regionales en Perú el día 7 de octubre.
En general, la tendencia será el desplazamiento de la ideología de los partidos hacia políticas de integración social, y el argumento más poderoso para contener la fuerza de la extrema izquierda, el caso fallido de Venezuela expuesto con cifras duras. Específicamente se estará hablando del desplome del sistema de salud (9 de cada 10 medicamentos para enfermedades crónicas escasean en las farmacias) y de la hiperinflación de 2000%, misma que causó que el 75% de la población perdiese un promedio de 10 kg de masa corporal en los últimos meses y que cuatro de cada diez niños se encuentren en estado de desnutrición.
En contra del modelo chavista, hablará también la represión y el uso de la fuerza pública para dichos fines y en el ámbito político, la sospecha de que Maduro adelantará las elecciones presidenciales, que tradicionalmente debían celebrarse en diciembre de 2018. Esto, con el objeto de aprovechar el desconcierto ocasionado por él mismo, dentro la oposición venezolana. La historia de la trampa electoral fue la siguiente: en protesta por considerar que el ente electoral no sería un árbitro independiente en las elecciones municipales del pasado 10 de diciembre, en las que el gobierno de Maduro ganó por lo menos 295 de 335 alcaldías, los principales partidos de oposición- Acción Democrática (AD), Voluntad Popular (VP) y Primero Justicia (PJ)-, decidieron no participar. En respuesta y con la consigna “el 2018 pertenece a los “chavistas”, el sucesor de Chávez informó que los partidos que no tomaron parte en dichas elecciones desaparecerían y, por ende, su participación quedaría vetada de las elecciones presidenciales.
Con certeza, el contraste entre la admiración profesada por dirigentes de la izquierda en América Latina al gobierno de Nicolás Maduro y el de la crítica de sus abusos, ejercida principalmente por voces como la de la oposición venezolana, la Unión Europea, el Papa y otros países como Argentina, a través de su presidente, Mauricio Macri, jugará un papel relevante en la carrera electoral del 2018.
En las contiendas, además de la corrupción, será la pobreza, uno de los temas que influirá fuertemente al electorado. Lo anterior en relación a las reformas y políticas laborales y al modelo económico neoliberal, seguido de la educación y a la preservación del medio ambiente, sobre todo respecto a la afectación de las comunidades indígenas. De este rubro, se hará hincapié principalmente en Paraguay, donde la soberanía hidroeléctrica respecto al Acuífero Guaraní será uno de los pocos temas en los que los liberales aventajen a los colorados.
En México, será el desfalco en el período del gobierno peñista, el talón de Aquiles de José Antonio Meade, candidato del partido en el poder, Partido Revolucionario Institucional (PRI). Ya que, aunque a él personalmente, no se le conozcan escándalos de corrupción, las acusaciones por omisión durante las gestiones en las que estuvo al frente de diversas Secretarías de Estado, serán razón suficiente para tornarlo en materia sensible. Un posible triunfo para Meade en las elecciones del 1º de julio, – en las que además de presidente de la República, se elegirán 128 senadores, 500 diputados federales y 2,818 autoridades locales-, podría gestarse a partir de un discurso que lo desligue del sistema.
BRASIL
La estrategia de “diferenciación” para asegurar la victoria, bien podría ser utilizada por la precandidata del Partido Rede Sustentabilidad, Marina Silva, ministra de Medio Ambiente en el gobierno del ex presidente Lula da Silva, a quién, de celebrarse una segunda vuelta, los números favorecerían con un 43% vs. el 34% de Lula da Silva (Datafolha 12.12.2017). Concretamente, Mariana Silva deberá perfilarse como fuerza alternativa del centro- conciliadora como lo hizo Piñera en Chile y a diferencia de las elecciones del 2010 y del 2014, con una coalición sólida. A su vez, la ex senadora, deberá distinguirse de sus contendientes respecto a los escándalos de corrupción. De lograrlo, veremos a la mujer originaria del Amazonas, relevar a Michel Temer en el cargo más alto del Ejecutivo en Brasil. Y es que las elecciones en el país de la Samba estarán de carnaval: el 7 de octubre, cuando los electores acudan a las urnas para elegir, en lo que sería la primera vuelta, no solo presidente de la República, sino un nuevo parlamento y gobernaciones de estados para el período 2018-2022, lo harán en medio de la trama Lava Jato.
La saga ya suma más de 83 diligencias por casos de corrupción en relación con el consorcio Odebrecht, nombre cuyo eco cimbra en todo el continente americano- y por el que apenas el pasado 4 de diciembre, la Corte Nacional de Justicia de Ecuador sentenció por asociación ilícita, al suspendido vicepresidente de aquel país, Jorge Glas, a 6 años de prisión. Las pesquisas han puesto en modus de supervivencia a toda la paleta parlamentaria de Brasil. Las investigaciones atañen a personajes como el ex presidente y muy popular Lula da Silva, la ex presidenta Dilma Rousseff del Partido de los Trabajadores, los líderes opositores Aécio Neves y José Serra del Partido Social Demócrata, los presidentes del Congreso y del Senado, 29 senadores y por lo menos a 40 diputados.
En un panorama como este, a pesar de que después de ocho trimestres consecutivos de bajo crecimiento económico, la economía brasileña comienza a despuntar, la segunda vuelta del 28 de octubre se antoja obligada.
COLOMBIA
Lo mismo sucede en Colombia, país marcado por la desaceleración económica y un porcentaje de desempleo superior al 10%, donde la Fiscalía determinó que efectivamente hubo financiación de Odebrecht en las campañas del 2014 del actual mandatario y laureado con el Nobel de la Paz, Juan Manuel Santos, así como del ex candidato presidencial por el Partido del Centro Democrático (PCD), Óscar Iván Zuluaga. La denuncia, que posteriormente fue confirmada por el Consejo Nacional Electoral en el caso de Santos y archivada en de Zuluaga, no evitó que el expresidente Álvaro Uribe, retirara su apoyo al que fuera su candidato: a través de una carta pública, Uribe frenó las aspiraciones de Zuluaga y con ello, el uribismo fue certero, sumándole puntos a su candidato Iván Duque, elegido el pasado 10 de diciembre con miras a los comicios del 2018.
Supletoriamente a los temas corrupción y pobreza, el proceso electoral colombiano, estará marcado por los avances hechos al Acuerdo de Paz y el ingreso al poder legislativo de las FARC, ahora constituido como partido político. La primera ronda para elegir al sucesor del presidente Juan Manuel Santos, se celebrará el 27 de mayo de 2018, siendo el 17 de junio del mismo año, la fecha en la que se dispute la segunda vuelta.
PARAGUAY
Con excepción de Paraguay, donde las alianzas se dan mejor con y al interior del hegemónico partido Colorado, en el resto de los países que celebrarán elecciones en el 2018, parecen ser las coaliciones y el fenómeno de la atomización de la fuerza del voto-por la cantidad de candidatos y partidos que contienden- lo que está transformando el mapa político y la manera de hacer campañas en América Latina.
En menor grado, observamos el fenómeno en Costa Rica, donde el próximo 4 de febrero se disputarán en primera vuelta las propuestas de doce candidatos– la segunda vuelta sería el 1º de abril; ascendentemente en Brasil y de manera exagerada en Colombia, donde ya son 65 los nombres, entre precandidatos y candidatos, que buscan suceder al presidente Juan Manuel Santos en su cargo.
El resultado es por un lado la fragmentación del contenido de las políticas, y por el otro, el acrecentamiento de la importancia de la personalidad de los candidatos y la utilización oportunista de las campañas como plataforma de promoción personal, para posteriormente venderse como capital político dentro de una coalición (véase el caso de Colombia o de las coaliciones, PRI-PVEM-Nueva Alianza; MORENA-PT-PES y la más peculiar, PAN-PRD-MC en México).
Podría argumentarse que la política se torna más flexible y más dinámica, incluso susceptible para atacar problemas de manera más efectiva. La realidad, sin embargo, es un engrudo de matices populistas, de compromisos y de objetivos imposibles de concretar. Fruto de una pobre educación democrática, se termina votando por la personalidad del candidato y no por el contenido de su propuesta. Lo del carisma se da muy bien en Paraguay, país que el próximo 22 de abril elegirá a los sucesores del presidente Horacio Manuel Cartes y del vicepresidente Juan Afara, además de 45 senadores, 80 diputados titulares, 20 senadores y 80 diputados suplentes para el Parlamento MERCOSUR y jefaturas de 17 departamentos. Las elecciones en el país del Cono Sur estarán disputadas por Efraín Alegre, al frente de los liberales luguistas y el candidato de los colorados, el senador Mario Abdo Benítez.
La coalición del primero con los partidos de izquierda, nos remonta al único momento de alternancia del Partido Colorado, en el poder después del autoritario gobierno de Stroessner (1954-89), que terminó con la destitución, por orden del Congreso, del ex presidente Fernando Lugo, en gran parte por falta de cohesión. El segundo partido, por su parte, pilar del régimen autoritario que continúa dominando todas las instancias de la vida política, nos devela una irónica directriz democrática. El 17 de diciembre, al haberse proclamado vencedor de las elecciones preliminares, al legislador por encima del precandidato avalado por el presidente Cartes, el ex Ministro de Hacienda Santiago Peña.
El elector en América Latina debe tomar conciencia de la enorme responsabilidad que conlleva el voto. Exigir de los candidatos un debate de política social y ambiental efectivo, equipado con planes concretos, que cuestionen y mejoren los modelos neoliberales, cuyos beneficios en general no han logrado alcanzar satisfactoriamente al groso de la población. . De igual forma, la transparencia en los comicios debe regir como mínima garantía de democracia. Las pasadas elecciones del 17 de diciembre en Chile, con su claridad y civilidad, mostraron la mejor cara de América Latina . Al contrario de la exhibida en Honduras, cuyo deficiente proceso de comunicación oficial respecto al conteo de votos expuesto el pasado 26 de noviembre, fue penoso, oscuro e inaceptable.
En menor o mayor grado, a lo largo de América Latina, la corrupción es un depredador alimentado por las tinieblas de la impunidad. Para combatirla, queda la insistencia de su denuncia y la del voto que se eleva como faro alentador. En nosotros, está el no permitir que ni el autoritarismo ni la demagogia apaguen su luminiscencia.