EL VIDEO
Discurso de Gabriel Boric
Por Federico PONCE ROJAS, para SudAméricaHoy
No nacemos para morir. Conocemos la muerte como algo seguro y aún así la rechazamos, porque lo natural es vivir. Morir es un accidente violento.
Los caballos del Apocalipsis han galopado sobre la faz de la tierra desde tiempos inmemorables, bíblicamente aparecen como la Guerra, el Hambre, la Peste y la Muerte.
Hoy el mundo se cimbra ante el estruendoso y violento paso de estas cabalgaduras que nos mantienen en el horror de la inseguridad, la intranquilidad y más allá: La pandemia que revela desigualdades en la atención médica, divisiones de clase, un fuerte temor a la muerte encubierta, miedo grave a lo desconocido.
Sistemas estresados, desgastados que dejan al descubierto mentirás y demagogia. Afloran verdades hasta ahora ocultas, la población mundial va descubriendo por sí misma que la pandemia nos empuja a un nuevo orden social.
El mundo busca respuestas concretas, efectivas estrategias, reglas claras, silogismos convincentes, conclusiones asertivas. Sin embargo, contradictoriamente una buena parte de esa población sigue instalada en el despreció de normas y disposiciones que buscan proteger su salud, llegando hasta el enfrentamiento violento con la autoridad y conciudadanos responsables, en mundo cada vez más hiperconectado e irónicamente más frágil y volátil.
Los jinetes del Apocalipsis también, como el virus, mutan amenazantes con mayor complejidad y conducen a las civilizaciones a su “autodestrucción”. La pandemia ha sido uno más de lo detonantes de los cuatro condicionantes identificables como destructivas: sobrepoblación, globalización, híperconectividad y concentración de las cadenas de suministros. La reunión simultánea de estas sistémicas patológicamente interconectadas es la gran amenaza.
La exposición que ha provocado el COVID, de estas patologías graves, amenaza desde del sistema global de comercio, gobierno y desde luego salud pública. La crisis es una bomba de tiempo que puede explotar en otras áreas fundamentales de la vida, violentando aún más la debilitada economía y la geopolítica con múltiples efectos repetidores de varios niveles, que terminarían en destrucción sin precedentes.
Un ejemplo claro de lo anterior fue lo sucedido en el Capitolio. Una caterva de salvajes asaltaron el congreso de EEUU incitados por el propio Trump, para evitar el proceso democrático de suyo complejo, pero al fin democrático, de la certificación de la elección presidencial. Una nación que se ha auto nombrado la cuna de la democracia moderna y auto proclamado defensora de las democracias del mundo, en la que hoy el número de muertos por COVID supera los 360 mil, la mayor cifra en el mundo.
Los fallecimientos aumentan, las recaídas de aquellos que habían sanado surgen, mutaciones del virus y los enfermos aumentan, mientras otros se quedan sin empleo, sin hogar y al borde la indigencia. Las preguntas se multiplican en una peligrosa mezcla de indiferencia y temor fundado,
Los retos aumentan, no hay estrategias clásicas para combatirlos, porque no hay experiencias, reglas que se reescriben y aparece ahora la amenaza de secuelas a largo plazo, que amenazan, contrario a lo que se pensaba, a los jóvenes, según estudios de la Universidad Schleswig-Holstein, de Alemania.
El mundo se cuestiona si la vacuna funcionará y qué efectos podría provocar, empieza a aplicarse en el mundo con cierto desorden y entre estas no hay un patrón uniforme. En este exceso y defecto de información surgen voces como la Robert Francis Kennedy Jr. destacado activista anti vacunas, quien ha declarado que no está en contra de las vacunas, pero desea que sean más cuidadosamente probadas e investigadas.
En el caso del COVID, señala que la vacuna de “última generación” interviene directamente en el ADN de la persona y acusa una manipulación genética, por lo tanto esta vacuna es problemática, en términos de daño genético que a diferencia del daño causado por las vacunas anteriores, en este caso sería irreversible.
Precisamos Resiliencia, reinventarnos y seguir adelante en un nuevo orden social, político y económico.