lunes, 26 de octubre de 2020
El cine latinoamericano toca el cielo en Roma

Por Ernesto PÉREZ, para SudAmériaHoy

A pesar de una más que debida distancia de más de 10 mil kilómetros que separa América Latina de Europa, el cine del subcontinente fue un importante huésped de la 15a. Fiesta del Cine de Roma, celebrada del 15 al 25 de octubre en medida de estrictas medidas de prevención del Corona
Virus.
    Films de Brasil, Colombia, México y Perú, para no hablar de la figura de Papa Francisco, presente en un documental norteamericano que causó sensación, se hicieron presentes en la manifestación, confirmando la
vitalidad, variedad y excelencia de la producción latinoamericana.
  En efecto, la oferta se extendió desde un recuerdo de los años del exilio
romano del cineasta brasileño, adalid del Cinema Novo, Glauber Rocha
(“Glauber, Claro” de César Meneghetti) hasta un emotivo recuerdo del
médico Héctor Abad Gómez, abanderado de la causa de los humildes en los más sombríos años de la historia colombiana
(la docufiction “El olvido que seremos” de Fernando Trueba) pasando por la sátira costumbrista de la coproducción peruano-colombiana “Las mejores familias” de Javier Fuentes


León al original y experimental “Marino y Esmeralda” del mexicano  Luis
R. Garza
y el intimista “Ricochet” de su compatriota Rodrigo Fiallega.
    Durante la dictadura militar brasileña, Glauber Rocha debió refugiarse
en Roma y con Gustavo Dahl ideó plantar en esta capital una cabeza de puente del Cinema Novo en el exilio, rodeándose de jóvenes cineastas como Bernardo Bertolucci, Pier Paolo Pasolini y Gianni Amico, productores como Ettore Robosch y críticos como Adriano Aprà, a los que terminaría influyendo y realizando en Italia sus dos últimos films, “Claro” y “A idade da
Terra”.
    Son esos amigos los que Meneghetti ha reunido en este documental para
recordar con ellos esos años de enorme fervor y creatividad cultural, social
y cinematográfica que el terrorismo urbano y la sucesiva restauración se
habrían encargado de sepultar.


  En los años ’70 del siglo pasado, Colombia vive uno de los períodos
más sombríos de su historia
cuando la guerrilla pasa de la lucha en los
cerros, sobre el modelo revolucionario urbano, a sembrar bombas en las grandes ciudades, acosada por el ejército y los grupos paramilitares pero con la complicidad y el apoyo de los señores de la droga.
  Entre estas fuerzas encontradas, el médico Héctor Abad Gómez trata de
mejorar la salud de las clases indigentes, luchando por sus derechos y pagando con su vida la generosidad de su acción.
  Interpretado impecablemente por el actor español Javier Cámara, que se
aparta del tono de comedia de su repertorio habitual, e inspirado en la
biografía escrita por el hijo de Abad Gómez, Héctor Abad Faciolince,
adaptada por David Trueba, el film muestra al protagonista no solo como
benefactor de los desposeídos y como activista político, sino también como
padre de familia ejemplar, logrando en este sentido algunas de las escenas
más emotivas del film.


    “Las mejores familias” utiliza el mismo lenguaje de las telenovelas
latinoamericanas, a las que pretende de alguna manera satirizar, para mostrar el enfrentamiento entre generaciones y clases sociales cuando el retorno de España de un hijo de la buena burguesía limeña, revela secretos
inconfesables compartidos o ignorados.
    Se trata de una película coral en tono de comedia que no desdeña sumirse
en el grotesco y al mismo tiempo da un retrato despiadado de las relaciones
entre patrones y criados con un vuelo de pájaro de la sociedad peruana, en
medio de opulencia, miseria y manifestaciones callejeras.
    México no podía presentar dos películas más disímiles como lenguaje y
ambientación como “Marino y Esmeralda”, que se presenta como ensayo de fin de curso cinematográfico, donde una serie de fotos y videos sobre la
creciente relación entre un director y su modelo son comentados por la voz de un relator en off, y  “Ricochet”, que muestra la vida inútil y monótona
de un hombre en un pueblito de provincia que no ha logrado superar
psicológicamente el asesinato de su hijo y que solo se recuperará con un
acto de violencia irracional.
    Pero el broche de oro de esta presencia latinoamericana se dio con
“Francesco” del documentalista ruso pero criado en Israel y ciudadano del mundo, Evguieni Afineievsky, candidato al Oscar y cuatro veces premiado con el Emmy televisivo al mejor documental.


  Afineievsky, que ha dirigido su mirada a escenarios tan diferentes como la
guerra civil en Siria y la partición de Ucrania. enfoca la figura del papa
argentino en todos sus aspectos, desde la lucha por un mundo mejor, ya sea a nivel ecológico como social y económico, bregando por la defensa del
ambiente, una mejor distribución de los ingresos y una equiparación de las
diferencias de género y sexuales, sin olvidar temas tan espinosos como el
encubrimiento de los delitos de pedofilia de parte de las jerarquías
católicas.
    Utilizando material documental pero también amplios extractos de una
larga entrevista que le concediera en castellano Papa Francisco, Afineivesky
logra resaltar todos los aspectos de este pontífice, gran comunicador y
espíritu libre que trata de dar a su Iglesia el carácter que le deseaba
impartir su fundador Jesucristo.