lunes, 6 de septiembre de 2021
Venecia abre «La caja» grande de Lorenzo Vigas

Venecia. Por Ernesto PÉREZ, para SudAméricaHoy

Vuelve al festival de Venecia que lo consagrara en 2015 con el León de Oro por su opera prima, “Desde allá”, el cineasta venezolano ya mexicano de adopción, Lorenzo Vigas, con su tercera obra, “La caja”, ultimo panel de su trilogía sobre la paternidad.
  Con este film, Vigas vuelve a colocarse entre los favoritos a los premios
finales que otorgará el sábado 11 un jurado presidido por el cineasta
sudcoreano Bong Joon Ho.
   La caja que da el título a la película contiene los restos de un hombre
enterrado en una fosa común que el hijo recupera en el estado norteño de
Chihuahua, en México, casi en la frontera con Estados Unidos.
  ero ya con la caja en sus brazos, Hatzin (Hatzin Navarrete, descubrimiento
revelación del director) cree reconocer en un desconocido a su padre vivo,
solo en base a la fotografía de la cédula de identidad, encontrada junto al
cadáver.
  A pesar de la negativa del hombre, Hatzin decide seguirlo y hacerse adoptar, descubriendo que este está vinculado a la desaparición de muchas mujeres y cuando el hombre al final reconoce la paternidad, supera su decepción inicial y lo ayuda en los negocios sucios.


   Vigas es un maestro en el arte de integrar la realidad en una trama de
ficción y su film es no solo es el retrato psicológico sobre la formación
de la personalidad en un adolescente sino también una fuerte denuncia de la situación social y política de un México azotado por la corrupción y por
la connivencia de las autoridades con la delincuencia organizada, la economía ilegal, la explotación de las clases más necesidades y la desaparición de personas.
  Inicialmente destinado a la biología molecular, Vigas dio un vuelco en su
vida al irse a la Universidad de Nueva York para estudiar cine y radicarse
desde hace 21 años en México, país del que se considera parte integrante y
habiendo fundado una familia y una colonia de amigos mexicanos, entre ellos Michel Franco que le ha servido de productor y asesor en casi todas sus películas.
    Cabe recordar que Vigas fue el primer cineasta latinoamericano que ganó
el León de Oro en Venecia a la mejor película en 2015, años antes que otros
mexicanos como Guillermo del Toro y   Alfonso Cuarón lo ganaran en 2017 y 2018, respectivamente con “La forma del agua” y “Roma”. 
  “Yo no hago películas para ganar premios sino para contar historias que
me queman y que necesito llevar al cine – declara Vigas – no digo que los
premios no sirvan ni sean bienvenidos sino que no son lo que me impulsan a hacer cine”.
   “América Latina es un continente donde muchas veces el padre está
ausente y eso tal vez explique porque en algunos países se suplante la figura paterna con líderes carismáticos como Perón o Chávez, por los cuales a veces se da la vida o se cometen actos que normalmente no se harían, como sucede con mi protagonista que, a pesar de las dudas iniciales, al final
secunda la actividad delictiva del padre” argumenta el director.
   “Fenómenos como el chavismo o el peronismo han dejado y siguen dejando una huella profunda en la política, la sociedad y en el aspecto humano de toda América Latina con poquísimas excepciones y la figura del líder ha terminado por ocupar psicológicamente  el vacío dejado por el padre ausente” asevera Vigas.
   Y aclara: “El amor ciego puede llevarnos a territorios peligrosos como
el de delegar nuestras acciones y nuestra vida a personajes que han sido
terribles en la historia de América Latina”.
  Por su parte, Hernán Mendoza, el único actor de carrera en un elenco
integrado totalmente por no profesionales, incluído el protagonista Hatzin
Navarrete, elegido al final de una larga búsqueda justo días antes de
empezar el rodaje, declaró que tuvo que engordar 50 kilos para el papel,
“algo que no pienso repetir en lo que resta de mi vida de actor”.
  “El rodaje ha sido una gran experiencia para mi, poder trabajar con un
perfeccionista como Lorenzo que repite 10 o 15 veces la misma escena, aunque la primera haya salido bien, es algo que me impresionó” afirma Mendoza.
   “Yo me dejé llevar por la historia, por los maravillosos paisajes que
retrata y por toda esa gente sufrida, hambrienta de trabajo que los hace a
veces ser cómplices de aquellos que los explotan” asevera el actor.
  “Es cierto que esta es una realidad mexicana pero no es la única, otra
es el afecto y la amabilidad de la gente que trabajó con entusiasmo en el
film” añade Mendoza.
  Para el joven Navarrete, que tenía 13 años cuando trabajó en la
película, “esto es algo nuevo para mí, ha sido una buena experiencia, un
cambio para bien y estoy muy feliz de estar aquí en Venecia para esta
película que espero guste al público y a los críticos”.
  Según el productor J. Hernández  Aldana, el rodaje del film “fue uno de
los más difíciles de mi carrera. Filmamos en Chihuahua que es el más
peligroso y violento de todo México, plagado de carteles y de fábricas
ilegales y donde pululan secuestros y desapariciones y reina la injusticia y
la desigualdad”.
   “Pero nos ayudó mucho el gran entusiasmo de la población, obligada a
convivir con una realidad que la agobia” declaró “y pienso que historias
como esta ayudan a que se dé a conocer esta situación y se pueda contribuir
a solucionarla”.