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Discurso de Gabriel Boric
(Catedrático y Vicepresidente de la Academia Mexicana de Derecho Internacional)
Recientemente el historiador y escritor liberal mexicano Enrique Krause refería: «La irrupción brutal de la violencia ha sido la mayor sorpresa del siglo XXI en México. No habíamos vivido nada similar desde la Revolución mexicana, pródiga en atrocidades: ejecuciones y masacres,secuestros, asaltos, saqueos, extorsiones. Más de un millón de personas murieron violentamente entre 1910 y 1920. Entre 2007 y 2014, más de 180,000 mexicanos fueron asesinados por motivos relacionados con el crimen organizado«.
Violencia, enfermedad social no cede en México y en el mundo.
En estos días la noticia de los enfrentamientos en Nochixtlan Oaxaca (prevalecen muchas preguntas sin respuestas) con un número incierto de lesionados y 8 muertos; el pasado fin de semana asesinan al alcalde de San Juan Chamula, y otras seis personas «por motivos políticos» .
El alcalde de Pungarabato Guerrero, es asesinado unos días después en el vecino estado de Michoacán.
Los daños en estos tres estados son ya incalculables, pobladores enfrentándose entre sí, con organizaciones políticas, sindicales, magisteriales (CNTE), el crimen organizado imponiendo violencia con más violencia.
Los bloqueos carreteros han minado no sólo las economías de estas regiones, la afectación es nacional, la iniciativa privada calcula daños superiores a los 9,700 mdp, cantidad que supera el presupuesto destinado este año al programa educativo y, daños que van más allá de meras consideraciones económicos.
El uso legítimo de la fuerza es cuestionado por ONG’S , se impone la razón de la fuerza.
Hechos de violencia preocupantes: «Sufre Guanajuato ola de asesinatos» «en Morelos 3 mil 673 homicidios, la mayoría dolosos»; una cadena sin fin de terríficos sucesos son la nota vigente en los medios de información.
El panorama es atroz, la violencia brutal e irracional ha sumido al mundo en un profundo terror.
Golpe de estado en Turquía cubre de terror Estambul, la ciudad más iconica de esta nación «Los mayores terroristas no están sueltos por las calles, están en los gobiernos». David Icke.
Mismo terror que golpeó al aeropuerto de Bruselas, dejando 30 muertos y 230 heridos.
En Niza, contra miles de familias que celebraban la fiesta nacional del 14 de julio (irónicamente: Libertad, igualdad, fraternidad) el atentado cobró la vida de al menos 80 personas, incluidos menores y decenas de heridas.
Alemania se ve sacudida con un tiroteo en el centro comercial Olympia-Einkaufszentrum de Múnich, un refugiado afgano de tan solo 17 años, acuchilló a un grupo de personas en un tren en Baviera, refugiado sirio asesina con un machete a una mujer para la que trabajaba, bombazo sacude la ciudad de Ansbach con un saldo de un muerto y 12 heridos.
Un sujeto asesina a 19 personas y hiere a otras 25, en una localidad cercana a Tokio.
Terroristas identificados degollaron a un párroco de 84 años e hirieron a otra persona de gravedad en una pequeña localidad de Normandía, Francia.
La globalización no es solo la internalización de fenómenos sociales, movimientos financieros, comerciales, industriales o relaciones políticas y diplomáticas mundiales, las entidades transnacionales y sus procesos productivos, distributivos y de consumo en los que se intensifica la tecnología y el re acomodo de personas, capitales y productos, esta corriente creciente, abraza también enfermedades sociales (socio psicopatía) tan graves, como la violencia ejercida en múltiples facetas como el narcotráfico, la delincuencia organizada, el terrorismo en su amplia gama de manifestaciones: nacionalista, revolucionario, nuclear, de estado, secular, fundamentalista religioso, financiero, etc.
El maridaje entre terrorismo y financiamiento delincuencial, provoca una sinergia imposible de separar, en una dinámica a la que se agrega la estrategia del terror y clandestinidad, dando como resultado una violencia indiscriminada.
El término «terrorismo» es un neologismo tan flexible como su uso y acomodo jurídico internacional, político, religioso, social y militar.
La propia ONU no alcanza un acuerdo para definir claramente este fenómeno, lo cual dificulta aún más precisar la calificación de terrorista.
La violencia fanática e indiscriminada que sume en el terror a la población de estados y regiones, como instrumento ciego y brutal busca diversos fines sin ninguna consideración humanitaria y ética, destruyendo el tejido social sometido a un peligro real e inminente.
Nuevos riesgos aparecen en el escenario mundial, ataques informáticos, ciberneticos, cambio climático, amenazas nucleares, crisis económicas, miseria, pandemias, agotamiento de recursos naturales, etc, han dejado rezagadas las políticas de defensa y seguridad de naciones, regiones y continentes, lo cual es aprovechado por el terrorismo para generar terror en los habitantes, dando cabida a sus brutales e injustificables propósitos.
La mayoría de los países han establecido que el terrorismo deben de ser detenido en forma violenta, el uso de la «violencia legítima».