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Discurso de Gabriel Boric
Por Carmen DE CARLOS
Es un matrimonio atípico. Siempre lo fue. Él se definió durante mucho tiempo, a veces en situaciones dramáticas y otras en tono jocoso, como un “indio, terco y rebelde con causa”. Ella, criada en Bélgica y de “piel lechosa” como le suele apuntar su marido en broma, se entiende en quechua con los campesinos del altiplano como si fuera su lengua nativa. Él tiene 70 años, lustró zapatos de niño para conseguir unas monedas, estudió dos maestrías en Economía y Recursos Humanos en Stanfor y en esa universidad la conoció a ella, a Eliane Karp, antropóloga de origen judío, de 63 años y autora de media docena de libros con el indigenismo como protagonista. El último, «El Perú invisible» (Planeta).
Alejandro Toledo, presidente de Perú entre 2001 y 2006, está convencido de que América Latina tiene todas las condiciones para ser la tierra prometida. “En tres décadas, -observa- la región puede ser modelo de desarrollo”. Los plazos estimados no son caprichosos, “nadie –añade- puede en cinco años cambiar una historia de la región de décadas y décadas de abandono”.
Latinoamérica continúa su proceso de cambio y tiene una oportunidad única de hacer las cosas bien para que los buenos pronósticos se hagan realidad pero Toledo advierte, “depende de los líderes, que tengan visión de futuro, que piensen políticas a largo plazo y que sean capaces de sacrificar su popularidad actual a favor de las próximas generaciones”.
De paso por Buenos Aires, Toledo reconoce en su análisis “lunares” negros como Venezuela, un país que le “preocupa” y donde valora “la prudencia con la que ha entrado el Papa. Su palabra pesa pero creo que todavía no ha intervenido a fondo”. Con ese escenario como referencia, reflexiona: “los demócratas no pueden quedarse en silencio, ni los ex presidentes ni los presidentes en ejercicio. Si lo hacen, su actitud será interpretada como una conducta cómplice con los regímenes autoritarios”
El hombre que puso entre las cuerdas el régimen de Alberto Fujimori, repasa la situación con su último libro en la mano (el número dieciocho): “La sociedad compartida” (Planeta). Eliane Karp también trae el suyo bajo el brazo, “El Perú invisible”, de la misma editorial. Parisina de nacimiento la ex primera dama de Perú es una antropóloga que vivió largas temporadas junto a las comunidades andinas. Del resultado de su experiencia y trabajo con las poblaciones, trata un libro que no fue fácil de alumbrar. “Tuvimos un diálogo franco y a veces difícil”, observa mientras advierte que, en ocasiones, la miraban con recelo por ser extranjera y Primera Dama.
Se reunió periódicamente “durante cinco años” con las diferentes poblaciones y se planteó, “empezar por algo que parece obvio pero no lo es: Qué es ser indígena en un mundo de globalización y en democracia”. La respuesta lleva una reflexión previa, “hay cinco términos que se refieren a lo mismo –explica- pero ellos no aceptan ninguno: indígena, indio, nativo autóctono, selvático y serrano”.
Entre las “más de seis mil comunidades andinas que hay en Perú –continúa- la expresión que usan y con la que se identifican es, indígenas campesinos”. Dicho esto, describe su razonamiento, “dicen, yo soy todo eso en simultáneo, mi oficio e ingresos vienen por ser campesino pero también soy indígena porque me relaciono, hablo y sigo mis rituales indígenas.”
Los estudios de Eliane Karp advierten que el “25 por ciento de la población peruana -31 millones- tiene identidad indígena. No es poco, ni para hacer una democracia a espaldas de ellos”, reflexiona. A lo largo de cerca de 400 páginas analiza “qué hace el Estado peruano con ellos para incluirlos en una democracia moderna”. En ese contexto, observa: “Un indígena te va decir, soy quechua o aymara, pertenezco al pueblo tal o cual… Es decir, su pertenencia a una comunidad muy específica” porque entre ellos hay diferencias importantes y “tensiones que arrastran desde hace más de quinientos años”, puntualiza.
En Bolivia es conocida la sensibilidad de Evo Morales al término y concepto indígena. El presidente encaja mal los reproches, de quienes consideran sus hermanos, de no ser uno de los suyos. Karp recuerda el día de su primera investidura, celebrada con ritos ancestrales en el emblemático Tiahuanaco y posteriormente en el Congreso. “Le felicité y saludé en quechua pero no supo responder. Construir un discurso en quechua es muy complicado, es algo más que una lengua, es otra filosofía de vida y eso, él no lo tiene. No entiende a sus hermanos”.
Morales se refiere a Alejandro Toledo como “mi hermano mayor”, interviene el ex presidente. “Confío en que cumpla su palabra y no convoque otro referéndum para tratar de quedarse en la Presidencia”, apunta. También tiene esperanzas de que “Rafael Correa haga lo mismo”. La tentación de perpetuarse en el poder es una fiebre que todavía no conoce Pedro Pablo Kuczynski, el presidente que intenta hacerse con el timón del país después de enfrentarse en las urnas a Keiko Fujimori. “En 100 días -analiza Toledo- no se puede satisfacer a toda la población.Yo creo que ha avanzado satisfactoriamente, pero los frutos se verán a largo plazo. La gente quiere resultados ya pero las políticas sociales demoran para madurar”, observa.
Toledo, que aprendió antes lo que es la miseria que a leer , advierte, “el crecimiento es un medio no un fin”. Relajado en la habitación de uno de los hoteles con más encanto de Buenos Aires (Palacio Duhau) trata de explicar la frase tomando como objetivo el camino correcto para lograr mejorar la vida de las personas. “En mi gobierno –recuerda- se creció del menos 3 por ciento al 7,5 por ciento anual pero la población no lo percibió, el derrame no se dio porque no es suficiente con crecer. Hay que tener políticas sociales deliberadas”. Para ilustrarlo pone un ejemplo, “dupliqué los sueldos de los docentes, pero se venía de tan abajo que aún así no les alcanzaba para pagar su capacitación. Conclusión, el Estado necesita financiar la capacitación de los docentes, porque en la educación está parte del futuro”.
Con la vista en el bicentenario, observa: “Perú en 2021 va a cumplir 200 años de independencia pero, aún somos esclavos desde el punto de vista económico, porque no hemos sido capaces de darle valor agregado a nuestra producción. La gente sigue siendo pobre de generación en generación”. Considera que “la corrupción es una enfermedad endémica en todo el mundo” que “para cortarla, hay que tener decisión política” pero “debemos ser realistas, no se puede hacer por decreto”, advierte. En ese contexto y respecto a Perú, señala la necesidad de, “adoptar medidas de fondo con el acompañamiento del Congreso”. El problema reflexiona es que “en Perú la mayoría la tiene el fujimorismo”.
Alejandro Toledo Manrique vuelve a su libro y al desafío de América Latina, “el gran continente alimentario del mundo tiene grandes retos: nuevos tipos de liderazgos, diversificación, producción con valor agregado y desarrollo en tecnología”. Para entender el escenario resume: “Argentina no se puede quedar sólo en la producción de soja, Venezuela no puede ser sólo petróleo y el Perú no puede depender de la venta de oro, plata y harina de pescado a la China”. El gigante asiático “está creciendo menos que antes”, advierte pero, “tenemos que estar atentos a un dato: «China está comprando tierras en la región, porque piensa en la seguridad alimentaria de aquí al 2050, cuando en el mundo haya 9.000 millones de personas”. Entonces, el paraíso en la tierra, quizás, sea América Latina.