viernes, 21 de agosto de 2015
Arturo O’Farrill rompe el «embargo» entre el jazz y los ritmos afrocubanos

Ruth E. Hernández Beltrán
Nueva York, 21 ago (EFE).- El jazz estadounidense y la música de raíces afrocubanas retoman la conversación iniciada hace cinco décadas gracias al nuevo escenario político y al disco «Cuba: The Conversation Continues», del pianista Arturo O’Farrill y su Afro Latin Jazz Orchestra, que sale hoy al mercado en Estados Unidos.
En «Cuba: The Conversation Continues», O’Farrill responde al interrogante de «cómo la música hubiera sonado» si el trompetista y cantante estadounidense Dizzy Gillespie y el percusionista y compositor cubano Chano Pozo hubieran seguido hablando.
En una entrevista con Efe, O’Farrill afirmó que en su disco Pozo y Gillespie, que comenzaron a trabajar juntos en la década de los años 40 en Nueva York, «retoman» la experimentación con el jazz y los cadenciosos ritmos afrocubanos «y descubren que tienen las mismas raíces».
«Están conversando, experimentando, están gozando, se están entendiendo y aprendiendo que la música que tocan no son dos, y viene bien fuerte de lo afrolatino, que está en México, Perú, Colombia, en toda América Latina», dijo para destacar que el jazz y la música cubana fueron separados con el triunfo de la revolución en la isla caribeña, en 1959.
El doble disco fue grabado en Cuba, a donde O’Farrill y la Afro Latin Orchestra viajan con frecuencia y donde precisamente estaban cuando en diciembre pasado se anunció el deshielo en las relaciones con EE.UU.
Ensayaban para su actuación en el Festival de Jazz de La Habana cuando el presidente cubano, Raúl Castro, informó de un «nuevo día» con la reanudación de las relaciones entre ambos países, recordó.
«Algunos celebraban, otros bailaban o lloraban allí y afuera» del lugar donde ensayaban, dijo O’Farrill, hijo del trompetista, compositor y director de orquesta cubano Chico O’Farrill, quien dejó Cuba tras la revolución.
Lamentó que su padre, que murió en 2001 en Nueva York sin haber regresado a Cuba, no haya vivido ese momento.
«Cuando estuve solo en mi habitación lloré. Mi papá hubiese sido muy feliz. Lástima que no vivió este momento pero, sé que en algún lugar está Chico con una sonrisa», señaló.
Para él, «fue una experiencia muy emocional», «un día que había esperado por años».
Con este nuevo escenario político, agregó, se retoma la conversación entre el jazz y la música afrocubana, «pero esta conversación tiene una implicación mucho más grande. Es la conversación de la cultura, a la que muchas veces, en este país (EE.UU.), el latino no está invitado».
El disco sale al mercado luego de «The Offense of The Drum», que le reportó este año un Grammy como el Mejor Álbum de Jazz, premio que también logró en 2009 con «Song for Chico», dedicada a su progenitor.
O’Farrill compuso cuatro temas, entre ellos el bolero «Adagio» con el que rinde tributo a su padre, «autor de muchos boleros», y reclutó para el resto a seis estadounidenses y cuatro de los más importantes compositores cubanos.
Entre estos últimos están Bobby Carcassés «una de las leyendas del jazz en Cuba», y Cotó, uno de los treseros más importantes.
Asegura que llevar a cabo un proyecto tan ambicioso como éste no fue fácil, ya que participaron 75 personas, entre ellas 24 músicos de ambos países y 21 productores.
«Este disco es una celebración muy profunda de mi vida espiritual, de mi vida como artista y de un momento muy importante en la historia», afirmó.