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Discurso de Gabriel Boric
Por Ignacio PERALES, para SudAméricaHoy.
El primero en caer fue Alberto Fujimori. A éste le siguió su verdugo y sucesor, Alejandro Toledo que, siempre hábil, evitó la prisión con una huida rauda a Estados Unidos, su segunda casa. El tercero y, de momento último, ha sido Ollanta Humala. Los tres presidentes peruanos están identificados con prácticas corruptas y en el caso de “el chino”, como se hacía llamar en campaña el padre de Keiko y Kenyi, con condena judicial firme por crímenes variados como esterilizaciones forzadas y matanzas como la histórica de los profesores de la Universidad de La Cantuta.
El escándalo o ciclón Odebrech se está llevando por delante a jefes de Estado que parecían intocables en medio continente pero Perú parece estar dispuesto abatir récord. Lo de Humala y los 18 meses de prisión preventiva, con el recochineo público de su propio hermano Antauro (lo calificó de «merecida tragedia»), tiene más morbo porque le acompaña su mujer. Nadine Heredia tenía reservada plaza en cárcel de mujeres, algo que su suegro, Isaac, celebró.
Este escenario no descarta una visita próxima de Alan García pese a que el hombre del Apra siempre fue más inteligente y calculador con sus colegas. La situación judicial de tres presidentes no tiene precedente pero, quizás, lo más sorprendente es que el confinamiento de los hombres del viejo -y no tan viejo- poder se haya producido bajo el Gobierno de Pedro Pablo Kuczynsky. PPK, como se le conoce dentro y fuera de Perú, nunca tuvo perfil de justiciero ni agitó la bandera de la lucha contra la corrupción con bríos de olímpico. Por eso, sólo quizás, que la Justicia se haya animado a hacer justicia de este modo, sea una sorpresa.
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