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Alfonso Fernández
Washington, 15 jul (EFE).- El Fondo Monetario Internacional (FMI) redujo hoy las previsiones de Colombia al 3 %, Perú 3,2 % y Chile 2,5 %, y elevó ligeramente las de Argentina a un crecimiento del 0,1 % este año, en un contexto de pronunciada ralentización lastrada por la baja inversión y deterioro de la confianza en América Latina.
El dato de Colombia supone medio punto menos de lo pronosticado en abril, la de Perú de seis décimas menos y la de Chile, de dos décimas, de acuerdo a los nuevos cálculos del FMI.
En su actualización de las Perspectivas Económicas para la región, el Fondo reiteró la contracción de Brasil del 1,5 para este año y la expansión de México del 2,4 %, en ambos casos con revisiones a la baja respecto a los previos cálculos de abril, en cifras ya apuntadas la pasada semana.
Como consecuencia, explicó Alejandro Werner, director del Departamento del Hemisferio Occidental, «América Latina encara años de bajo crecimiento por delante», que el organismo cifra en un 0,5 % este año y 1,7 % el próximo.
«El principal riesgo es una ralentización mayor de China, además de los posibles efectos del inicio de la normalización monetaria de EE.UU. y el contexto interno de baja confianza, algo que puede seguir pesando sobre la recuperación del consumo y la inversión», indicó Werner en rueda de prensa.
La heterogeneidad de la situación económica se enmarca entre dos fuerzas: por un lado la dinámica actividad en Norte y Centroamérica, asociada a la recuperación de Estados Unidos, y por otra, la debilidad de los países de Suramérica, afectados por la caída de precios de materias primas.
Como ejemplos extremos, Panamá, que se espera crezca alrededor del 6 % este año, y Venezuela, que registrará la mayor contracción de la región, un 7 % este año y con una inflación prevista superior al 100 % en 2015.
En el caso de Argentina, única economía regional para la que el FMI incrementa sus pronóstico desde el -0,3 % de abril al actual 0,1 %, Werner señaló que la situación sigue siendo «muy delicada» en la balanza de pagos y con niveles de inversión privada «muy débiles».
El funcionario también comentó los efectos del reciente acuerdo entre Irán y las potencias internacionales que levantará las sanciones económicas a Teherán y se espera abra el grifo de la producción de crudo iraní, lo que ampliará la oferta global «en el entorno de entre 500.000 barriles y un millón de barriles» en el mediano plazo.
«Esta normalización de las relaciones con Irán supone que la recuperación gradual del crudo para el mediano plazo que se esperaba, enfrenta una valla adicional. Para América Latina es una mala noticia, especialmente para los petroleros», dijo Werner.
No obstante, señaló que parte de estas consecuencias han sido ya «descontadas» en el mercado en los últimos meses y los países «ya se están moviendo para enfrentar este choque», al poner como ejemplo medidas fiscales aplicadas al respecto en México y Ecuador.
En sus últimos análisis de la economía latinoamericana, el FMI ha reiterado los importante desafíos a medio plazo que encara y la necesidad imperiosa de aplicar reformas estructurales para generar crecimiento.
Werner señaló que la situación macroeconómica de inicio es positiva en muchos aspectos, ya que existe poca deuda, sistemas bancarios saneados, y bajos niveles de desempleo.
Pero, remarcó, lo cierto es que «el crecimiento no provendrá de la demanda externa, ni del gasto público porque no hay espacio fiscal, por lo que tiene que venir de inversión y productividad» y estas cuestiones «toman tiempo» al estar relacionadas con la educación, la infraestructura y la innovación.
La próxima reunión de otoño del FMI y el Banco Mundial tendrá lugar en octubre en Lima, en lo que supone el regreso de la institución financiera internacional a América Latina en 50 años para celebrar su principal evento anual.