martes, 25 de agosto de 2015
Exsoldado peruano que perdió un ojo pide justicia a la CorteIDH

Tegucigalpa, 24 ago (ACAN-EFE).- El exsoldado peruano Valdemir Quispialaya Vilcapoma, quien perdió su ojo derecho de un culatazo que supuestamente le propinó un suboficial del Ejército de su país en 2001, pidió hoy justicia ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH).
Cuando uno de los seis jueces del tribunal le preguntó a Vilcapoma «¿Qué espera de esta Corte?», respondió: «Qué me haga justicia. No es justo, solamente espero que me haga justicia, no tengo cómo mantener a mi madre».
Tampoco tiene para mantenerse él, según resaltó en otro momento de la audiencia.
El caso de Vilcapoma formó parte de la agenda de la CorteIDH en el 53 Período Extraordinario de Sesiones del organismo iniciado hoy y que finalizará el próximo sábado en Honduras, donde mañana se celebrará otra audiencia por un caso que involucra a Colombia.
En la audiencia de hoy participaron el pleno de la Corte, la representación del Estado peruano, la víctima y su representante.
«¿Cómo se puede traducir en justicia?» (lo que la Corte pudiera hacer), preguntó de nuevo el mismo juez, a lo que el exsoldado contestó: «Que no le pase a otros soldados lo que me pasó a mi, que me den justicia durante estos trece años (…) la gente me discrimina».
En algunos momentos, al recordar lo que ha sufrido, como la discriminación, la dificultad para conseguir un empleo temporal y la pérdida de la visión que está sufriendo con su ojo izquierdo, el exsoldado no pudo contener las lágrimas.
La representación del Estado peruano formuló varias preguntas a Vilcapoma relacionadas con su salud antes y después de ingresar voluntariamente al Ejército, el golpe que recibió en el ojo derecho, si usaba casco el día del supuesto culatazo y si éste habría sido casual o intencional por parte del suboficial al que responsabiliza.
Vilcapoma dijo que el suboficial al que señala «era muy abusivo» y que igual trataba mal a «todos mis compañeros», pero que no lo denunciaba por «temor a represalias».
Recordó que en una ocasión buscó un beneficio estatal y que la persona que le atendió le respondió que para recibirlo tenía que haber perdido los dos ojos.
Eso «me hiere en el alma», dijo llorando Vilcapoma, quien insistió en que la gente le mira raro y le discrimina.
Relató que decidió meterse a la milicia para tener una segunda carrera, pero que la tragedia que le marcó la pérdida total de su ojo derecho, durante una práctica de tiro el 23 de enero de 2001, también acabó con sus sueños de seguir estudiando.
Según lo que ha conocido la Corte, meses después de lo ocurrido, Vilcapoma «habría sido ingresado al Hospital Militar Central de Lima, donde a pesar de la intervención quirúrgica que le practicaron, habría perdido la capacidad visual de su ojo derecho».
«Asimismo, estos hechos responderían a un presunto patrón de torturas y tratos crueles inhumanos o degradantes que ocurrirían al interior de las dependencias militares», lo que «tendría su origen en una arraigada y errónea interpretación de la disciplina militar», añade información de la CorteIDH
También se alega que el Estado peruano no habría provisto de recursos efectivos a la víctima y sus familiares, pues no habría sido iniciada una investigación de oficio por las autoridades competentes.
Tampoco se habrían adoptado las medidas pertinentes para salvaguardar el objeto y fin del proceso penal a pesar de que el exsoldado «denunció reiteradamente la existencia de amenazas en su contra y en contra de otros testigos de los hechos».
«El proceso habría sido conocido por la jurisdicción militar durante casi 7 años; y el proceso habría tenido una duración irrazonable», según la información brindada por la CorteIDH en un comunicado.
Lo que sigue ahora son alegatos finales, posiblemente dentro de un mes, la preparación de la justicia y la sentencia, que podría conocerse en diciembre próximo o a inicios de 2016, dijeron a Acan-Efe fuentes de la corte regional. ACAN-