miércoles, 18 de noviembre de 2020
Francisco Sagasti, sexto presidente peruano en cuatro años

Por Juanjo FERNÁNDEZ, para SudAméricaHoy

Francisco Rafael Sagasti Hochhausler dirigente del Partido Morado, de 76 años, juró el cargo de Presidente de la República del Perú. Sagasti es el tercer presidente en ocho días tras la vacancia de Martín Vizcarra y la renuncia de Manuel Merino en una semana de auténtica conmoción social y política.


Las palabras del nuevo presidente estaban siendo escuchadas desde la tribuna de público por dos familias que sin duda habrían preferido no tener el derecho a ocupar tan exclusivos asientos, las familias de Inti Sotelo y Bryan Pintado, los dos jóvenes fallecidos por disparos de la Policía en la represión de la segunda marcha nacional contra el Gobierno de Manuel Merino. En su memoria y en el de las víctimas de la pandemia el Congreso mantuvo un minuto de silencio antes de proceder a la ceremonia de investidura presidencial.
El discurso de Sagasti fue conciliador y firme. Tuvo en cuenta la manera en la que ha llegado al cargo recordando a los jóvenes muertos “no podemos devolver la vida de estos jóvenes, pero sí podemos evitar que esto vuelva a suceder. En nombre del Estado pedimos perdón a sus familiares.” Hizo autocrítica de la clase política que no supo estar a la altura de las circunstancia, “durante el último quinquenio la política ha sido muy destructiva. Los hechos ocurridos durante los últimos días así lo demuestran”.A continuación enumeró los desafíos del nuevo gobierno, asegurar las elecciones generales en primer lugar, enfrentar la crisis económica y sanitaria, aprender las lecciones de la pandemia ya que “sin ciencia y tecnología no hay futuro”, atender al presupuesto y trabajar para que sea ejecutado responsablemente. Buscar la igualdad de oportunidades al 51% de la población que representan las mujeres.
El discurso bajó a lo concreto y anunció la toma de medidas respecto a la pandemia que permita reducir el incremento de contagios teniendo en cuenta la afectación sobre la economía y las características de cada región. Habló del crecimiento económico y el cuidado de las finanzas públicas, la recuperación de la educación y la lucha contra la corrupción.
Las últimas palabras de Sagesti tuvieron formas de versos de Cesar vallejo, su poema “Considerando en frío”:
Comprendiendo
Que él sabe que le quiero
Que le odio con afecto y me es, en suma, indiferente…
Con ellas cerraba el nuevo Presidente un discurso que busca devolver la esperanza a un pueblo peruano azotado en la última semana por unos acontecimientos que han sobrecogido al mundo por lo absurdo del proceso político, de la respuesta represiva de la policía y la grandeza de un pueblo cuya juventud se ha ganado ya el sobrenombre de “generación bicentenario”.
La jornada del 9 de noviembre fue el principio de esta semana decisiva para la reciente historia peruana que se asoma al año del bicentenario de su independencia en 1821. El Congreso de la República se convirtió en el epicentro de los sucesos que culminan con la investidura de Francisco Sagasti como Presidente de la República tras dos fallecidos en las marchas de protesta contra su antecesor Manuel Merino.Primero fue la destitución de Martín Vizcarra presidente de la República por “incapacidad moral permanente”, un procedimiento que era la segunda vez que se intentaba en apenas mes y medio. Tras la vacancia vino el nombramiento de Manuel Merino, presidente del Congreso como nuevo Presidente de la República conforme establece el mecanismo de sucesión previsto en la Constitución. Ésta merece un paréntesis para explicar que fue promulgada en 1993 por Alberto Fujimori tras la disolución del Congreso en el autogolpe de 1992. Cerrando el paréntesis hay que decir que todos los presidentes peruanos tras Fujimori están en situación de enjuiciamiento o con penas de cárcel efectivas salvo Alan García que se suicidó y Valentín Paniagua, que ocupó el cargo tras la dimisión de Fujimori en 2000. Este último fue mencionado por Merino en su discurso de envestidura como su modelo por su honestidad y servicio al país. Sin embargo, mientras decía estas palabras la calle se llenaba de manifestantes que trataban de alcanzar el Congreso, en la avenida Abancay de Lima para expresar su repulsa por un proceso del que destacaban el recordatorio que hacía Martín Vizcarra en su defensa frente a los congresistas: “Se hizo público que 68 congresistas tienen procesos en investigación ¿Tendrían que dejar su cargo por ello?”.
La mayor parte del análisis de la prensa peruana cuestionaba los verdaderos motivos del derrocamiento de Martín Vizcarra llegando a definirlo como un golpe legislativo o una dictadura institucional que ocultaba intereses particulares. La calle no lo dudaba, especialmente al conocer la composición del nuevo Gobierno y salió de nuevo el sábado 14 en una segunda jornada nacional de lucha que devino en una jornada de luto por la contundencia de la represión policial que empleó gases lacrimógenos, perdigones de plomo y canicas y dejó dos manifestantes fallecidos por impacto de proyectil y más de cien heridos, algunos de ellos de extrema gravedad.

La repulsa de las principales instancias gubernamentales, judiciales y de la sociedad civil no se hizo esperar, así como los llamados internacionales a seguir el proceso político por los cauces pacíficos. Casi todos los ministros nombrados en la mañana anterior dimitieron en la madrugada y Manuel Merino lo hizo en la mañana del domingo 15. Mientras la Fiscalía de la Nación anunciaba una inmediata investigación e impedía la entrada de los especialistas de la policía a la morgue para evitar la posible manipulación de pruebas que ya fue denunciada por familiares y víctimas de la acción policial en sus domicilios.
El Congreso de la República rechazó una primera propuesta encabezada por la congresista izquierdista de Frente Amplio Rocío Silva el mismo domingo. La candidatura de Sagasti, por el contrario obtuvo un respaldo de 96 de los 134 congresistas y una positiva acogida en la calle que destaca su formación científica tan necesaria para acertar en las medidas en la lucha contra el Covid así como su compromiso de continuar la lucha contra la corrupción.