miércoles, 31 de julio de 2013
Frankenstein revive en Panamá
AquAdvantage salmón genéticamente modificado (al fondo), junto con un salmón atlántico de la misma edad (en primer plano).

AquAdvantage salmón genéticamente modificado (al fondo), junto con un salmón atlántico de la misma edad (en primer plano).

Ignacio MedinaPor Ignacio MEDINA

Un cruce de salmón atlántico, salmón del Pacífico y anguila de mar. Aparentemente es un salmón, pero es mucho más que eso; o tal vez ni siquiera pueda llegar a serlo. En su cuerpo se mezclan genes de salmón del Atlántico, anguila marina y salmón Chinook del Pacífico, en una combinación tan explosiva como sorprendente y, a decir de algunos, irresponsable. Según sus creadores, la criatura se llama AquAdvantage Salmon, aunque le han dado uno de esos apelativos que definen los delirios de grandeza de muchos creadores: Súper Salmón. La comunidad internacional identifica esta criatura con un nombre mucho más descriptivo y elocuente: frankenfish (también pudo ser fishkenstein). Es el primer pez transgénico de la historia. Un engendro nacido con el propósito de obtener más carne en el menor tiempo posible, en una carrera que permite anular los tiempos que rigen la naturaleza y alcanzar el tamaño de venta en la mitad del tiempo normal. Una quimera de tal calibre implica el diseño de un animal extremadamente voraz y con una gran capacidad de crecimiento; la culminación del programa de investigación desarrollado en los últimos dieciocho años por  Aquabounty, una empresa norteamericana que, por si acaso, ha concretado su proyecto fuera de Estados Unidos. El escenario elegido es la comarca volcánica de Boquete (Chiriquí), en la Cordillera Central panameña; un espacio espectacular a 1200 metros de altitud, en medio de una vegetación y un clima envidiables. Puestos a hablar de Boquete, deberíamos dedicarle atención por ser el centro de producción de un café llamado geisha, cuya fama ha dado la vuelta al mundo y cuya cotización alcanza cifras estratosféricas. También es una zona de cría de truchas. Los ríos que atraviesan la Cordillera acaban llevando sus aguas al Pacífico.  La voracidad de esta nueva especie recién creada por el hombre es tal que la fuga de un par de ejemplares trastocaría definitivamente la vida de todos estos ríos. También la del Pacífico, si consiguiera sobrevivir en sus aguas. Además de otras muchas cosas, la transformación del medio ambiente también es una nueva forma de colonización.

La FDA (Agencia de Alimentos y Medicinas de Estados Unidos), un organismo acusado por las relaciones de algunos directivos con Monsanto, ha sentenciado que frankenfish es inocuo para el medio ambiente. No se ha referido a la salud humana porque dictamina el asunto frankenfish como un caso de “medicina animal”. Hay que extrañarse: no se habla en su dictamen de las consecuencias para el consumo humano ni para la salud pública porque no se han estudiado. El primer animal transgénico de la historia se ventila entre tecnicismos, eludiendo los temas vitales de la historia: ¿Tendrá consecuencias para quien lo consuma? ¿Cambiará el medio ambiente?.

 AquAdvantage es el salmón genéticamente modificado, junto con un salmón atlántico de la misma edad (en primer plano).

AquAdvantage es el salmón genéticamente modificado, junto con un salmón atlántico de la misma edad (en primer plano).

Recién vuelto de un recorrido por las cocinas panameñas, debería estar hablando de las cosas buenas que he encontrado por allí. Del esfuerzo de Mario Castrellón (Humo y Maito), Cuquita Arias (Sal Si Puedes) y Charlie Collins (Panamonte, Boquete) por recuperar, defender y poner en valor las señas de identidad de la cocina panameña; del trabajo del grupo de jóvenes profesionales agrupados en torno al proyecto La Paila; del compromiso con lo local de algún chef llegado de fuera, como el madrileño Andrés Madrigal –a punto de abrir Madrigal, en el Casco Antiguo-, o de una tierra que proporciona nuevas oportunidades (¿tal vez la penúltima?) a chefs que todavía deben demostrar lo que dicen ser, como es el caso del venezolano Elías Murciano, instalado en Bistró Capital, también en el Casco Antiguo. Pero no.  Hoy tenemos que hablar de Frankenfish: el resultado de una carrera contra la genética, la cordura y el sentido común.