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Discurso de Gabriel Boric
Lima. Por Alfonso FERNÁNDEZ/Efe/SAH
Christine Lagarde también pisa el barro o para ser más precisos, la tierra. La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), aprovechó su visita esta semana a Perú para conocer sobre el terreno la cordillera andina, recolectar verduras, charlar con jóvenes empresarios y caminar, hombro a hombro, junto a operarios para revisar las obras de construcción del Centro de Convenciones de Lima.
No es habitual ver a la máxima autoridad del FMI en pantalones vaqueros, camisa informal y gorro. La mujer que tiene en sus manos todos los datos de la economía del globo suele vestir a la francesa. Esto es, con trajes de chaqueta elegantes y acostumbra a lucir un aspecto en extremo cuidado. Dicho esto, verla casi casi como una campesina más con un gorro para protegerse del sol en las estribaciones de los Andes peruanos, no es un detalle menor.
Esta peculiar escena se produjo en el distrito de Vinchos, en la región de Ayacucho (unos 700 kilómetros al sureste de Lima), cuando Lagarde recorrió en compañía de la primera dama de Perú, Nadine Heredia, varios sedes de proyectos de desarrollo productivo en una humilde comunidad rural.
Allí conversó con los habitantes locales, quienes le explicaron cómo mejoraban la producción agraria gracias a programas sociales dedicados a las poblaciones de menores ingresos como «Mi Chacra Emprendedora – Haku Wiñay».
Ataviada con un bolso de lana indígena tejido con vivos colores, Lagarde mostró su lado más cercano y humano.
La agenda de la jornada, sin embargo, contaba con otras sorpresas.
Tras un viaje en helicóptero y otro en el avión presidencial, y una parada en su hotel en Lima, la comitiva de la directora general del FMI se lanzó al infernal tráfico de la capital peruana para visitar las obras de construcción del Centro de Convenciones, que acogerá la asamblea anual del organismo en octubre de 2015.
Lagarde, que logró esquivar el uso del casco de seguridad que portaban todos los empleados y asistentes, agradeció con unas breves palabras en español la labor de los trabajadores y recorrió la estructura que se prevé cuente con más de 85.000 metros cuadrados y diez pisos.
Los obreros, casi todos con teléfonos inteligentes, no dudaron en tomarse fotografías con la directora del Fondo, que prometió entre bromas actuar como «inspectora» y regresar a comienzos de año próximo para evaluar que se cumplan los plazos estimados.
«Espero que este centro de convenciones sea el orgullo de Lima», indicó entre aplausos.
Por último, y en plena hora punta limeña con su interminable banda sonora de bocinazos, se trasladó a la Biblioteca Nacional para sostener un encuentro con jóvenes emprendedores y estudiantes, que fue retransmitido por las redes sociales.
«Además de que los jóvenes son el futuro y la fuerza de la innovación», dijo, «siempre es más divertido estar en compañía de jóvenes».
Se permitió, quizá por la compañía, recordar a uno de sus dos hijos, que va a comenzar su carrera como empresario.
«Pensando en mi hijo, que está empezando una empresa, yo diría que para ser emprendedor se requiere ser valiente, tener habilidades relacionadas con la tecnología y la capacidad de enfocarse en los clientes», aseguró ante las preguntas de los jóvenes sobre el secreto del éxito.
Al final, nueva ronda de fotografías, incluidos innumerables «selfis», siempre con una sonrisa impecable.
Tras la etapa peruana, Lagarde cruzó los Andes hasta Santiago de Chile. En la capital chilena le esperaba su «medio ambiente habitual»: una conferencia de alto nivel titulada, «Desafíos para asegurar el crecimiento y una prosperidad compartida en América Latina».
Entre los asistentes, ministros de Hacienda de varios países de la región, presidentes de Bancos Centrales, prestigiosos economistas, académicos y empresarios de multinacionales… O sea, de nuevo en su salsa y con los suyos.