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Alicia García de Francisco
Madrid, 13 ene (EFE).- «Magallanes» es una película que trata de las consecuencias de la guerra en Perú, pero trasciende sus fronteras porque trata de víctimas y victimarios, sin importar la nacionalidad, y es un «proyecto latinoamericano» lleno de gente con talento y compromiso con esta ópera prima de Salvador del Solar.
Está protagonizada por el mexicano Damián Alcázar y la peruana Magaly Solier, con la música del argentino Federico Jusid o la fotografía del colombiano Diego Jiménez, bajo la batuta del peruano Del Solar, que se muestra en una entrevista telefónica con Efe «muy orgulloso» de «las grandes personas que se animaron a subirse a este proyecto».
Actor desde hace más de 15 años, a Salvador del Solar siempre le atrajo la idea de dirigir, pero empezó escribiendo la adaptación de un cuento de Alonso Cueto sin pensar si quiera que acabaría por dirigir una historia compleja, de redención, que está nominada al Premio Goya a mejor película iberoamericana.
Del Solar está tan feliz como sorprendido por la nominación -«es un honor», asegura-, pero de lo que más orgulloso se siente es de haber podido llevar a cabo un proyecto en el que empezó a trabajar en 2006 y que recibió dos fuertes impulsos.
El primero, cuando recibió una beca de la Fundación Carolina y Casa América de Madrid, que le permitió dedicarse a escribir el guion durante dos meses, y el segundo cuando su proyecto fue seleccionado dentro del apartado Cine en Construcción del Festival de San Sebastián, que ayuda a hacer realidad el sueño de muchos cineastas.
Una vez el proyecto en marcha, cumplió su sueño de trabajar con Damián Alcázar, lo que dio a su película la nacionalidad latinoamericana que buscaba.
«Es importante construir un cine latinoamericano, porque el cine latinoamericano viaja muy mal por el continente y hay que luchar por transformar esto de manera drástica», asegura el realizador.
Y Alcázar, que ha protagonizado películas en Colombia, Bolivia, Argentina, Costa Rica o Ecuador, es «el más latinoamericano de los actores» y el perfecto para encarnar a Magallanes, el personaje que da título a la película, un exsoldado que busca hacerse perdonar por las barbaridades cometidas durante la guerra.
«Me considero desde hace buen tiempo latinoamericano, en todo lo que esto implica, como una gran nación (…), me llaman de diferentes países y voy aprendiendo, además de que conozco las regiones, entiendo al ciudadano porque me voy allá y esto me va enriqueciendo», explica por su parte el actor en una entrevista telefónica con Efe.
Alcázar es el protagonista de una historia árida y expresiva al mismo tiempo, que cuenta la vida de Magallanes 20 años después de la guerra y su reencuentro con Celina (Solier) una mujer que con apenas 14 años fue retenida por los militares y sufrió abusos continuados.
El choque entre los dos personajes y la búsqueda del perdón, de forma bastante torpe al principio, por parte de Magallanes, es lo que cuenta una película que fue premiada en el Festival de cine Iberoamericano de Huelva, en el de Lima o en el de Mannheim-Heidelberg (Alemania).
«Esto agradecido y abrumado por la recepción del filme pero especialmente por la respuesta de la gente, porque la película está presente en las conversaciones y ha trascendido lo meramente cinematográfico. Es un acicate para una conversación», explicó el realizador.
Una película que llega en un momento en el que parece que en Perú se empieza a hablar de la guerra a través de la literatura, el teatro o el cine, después de que los políticos no hayan tenido éxito con el diálogo.
«El cine es entretenimiento, pero también un espejo en el que hablamos de nosotros mismos y que ofrece un ángulo que quizás no es el que más nos gusta», señala el realizador.
Y en esa terrible realidad entró Damián Alcázar, en la Lima profunda, para tratar de conocer a la gente y entender la guerra de Ayacucho, que como todas las guerras «fue una idiotez absoluta», considera el actor, para quien lo interesante del proyecto era ver esos estragos que causaron el ejército y los grupos que defendían «una quimera de libertades y alegrías».
Algo que ocurrió en Perú pero que se repite en muchas partes de Latinoamérica, como en su México natal con la lucha contra el narcotráfico.
La película cuenta esa realidad, que será entendida por «algunos sensibles», pero, «por desgracia, no hay manera de modificar el curso de la historia con música, literatura o cine», se lamenta el actor.