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Discurso de Gabriel Boric
Lima. Por Juanjo FERNÁNDEZ, para SudAméricaHoy
El día 25 de marzo salía a la venta el álbum Panini. El día anterior Pedro Pablo Kuczynski había dimitido como presidente de Perú en medio de un escándalo de presunta compra de votos para evitar su vacancia. Sin embargo, lo que sacó a la ciudadanía a la calle fue el anhelo de conseguir el álbum de tapa dura y los noticieros abrieron con el rápido agotamiento de ejemplares.
No es cierto, no todo Perú hablaba del álbum Panini. En Saramurillo, una comunidad nativa a orillas del Marañón con una población de 497 moradores, no se hablaba del fenómeno de las figuritas. A Saramurillo no llega ni el álbum ni los sobres con los semblantes de los jugadores que participarán en el mundial de fútbol. Saramurillo es una de las comunidades de la Amazonía peruana que se haya en el área de influencia de la actividad extractiva de petróleo. Son ya más de cuarenta años de actividad extractiva y lejos de haber implicado desarrollo a la región lo que ha traído ha sido su empobrecimiento económico, social y cultural. Las estadísticas así lo muestran, así como los diferentes informes que comisiones del Congreso de la República han rubricado al tratar el tema. El último, presidido por Cesar Villanueva, actual Presidente del Consejo de Ministros, afirma “Los derrames de petróleo producidos en el Oleoducto Norperuano entre los años 2008 y 2016, así como las respuestas del Estado peruano y Petroperú ante los problemas sociales, ambientales y económicos que han sido generados, constituyen una nueva evidencia de la situación de marginalidad y desprotección en la que se encuentra la población de nuestra Amazonía”.
El empobrecimiento es el motivo que impide a niños y mayores de las comunidades amazónicas llenar su álbum Panini. Los moradores de Saramurillo no tienen los S/2.50 soles para comprar cada sobre con sus 5 pegatinas y los comerciantes no tienen capacidad para traer a sus bodeguitas nada que no se consuma de inmediato. Además, el río es caro y todos los productos tienen un sobrecoste impuesto por su flete. Esta es la razón por la que no sólo falta Panini en Saramurillo.
Garvin Vilchez es propietario de la bodega Gamaiki desde hace un año y medio, está situada en la plaza de la comunidad, junto a la escuela, en ella vende una variedad de apenas un centenar de productos de alimentación, limpieza, útiles escolares y algunos medicamentos. Todo lo que vende le llega en lancha desde Yurimaguas, paga por paquete de manera que trata de agrupar los pedidos para ahorrar costes en el transporte y no incluye ningún tipo de alimentos frescos o que tarden en ser vendidos. La comunidad no dispone de fluido eléctrico las 24 horas lo que no permite mantener una cadena de frío adecuada para la conservación de los alimentos de manera que aunque hubiera una cadena de distribución comercial tampoco serviría de mucho.
La población se alimenta básicamente de arroz, fideo, yuca, platano y pollo, una dieta muy pobre en una región en la que la desnutrición infantil bate records. Juan David Díaz, técnico sanitario del módulo de salud de Saramurillo no ha leído el informe de la comisión que presidía el actual premier, no le hace falta para saber las necesidades de la población en lo que a salud respecta. Las importantes movilizaciones sociales de los últimos meses del año 2016 agilizaron la instalación del módulo con un moderno sistema de telemedicina que lo conectaba con los especialistas del hospital Cayetano Heredia de Lima.
Hay fotografías que atestiguan el momento, pero fue un momento breve. La computadora se malogró, no hay energía eléctrica continua y los servicios higiénicos también sucumbieron a un atasco del pozo negro. Además las medicinas llegan con cuentagotas y el módulo, dependiente de la posta de salud de San José de Saramuro en primer término y de la Microred de salud de Maypuco a continuación, no puede proporcionar un tratamiento básico de siete días continuados como debería ser porque se quedarían sin existencias de inmediato. Juan David señala como posible solución para garantizar el fluido eléctrico la instalación de paneles solares de la que dispone la compañía de telefonía Bitel para alimentar las 24 horas su instalación de antena, pero no es tan sencillo.
Javier Antonio Yuyarima, Apu de la comunidad, explica cuál es el problema con Bitel. Hace cinco años llegaron a un acuerdo con la compañía vietnamita Viettel Peru SAC, de la que es filial Bitel, para el alquiler de los terrenos a la comunidad por un pago mensual de S/300 soles. Las autoridades recuerdan como se comprometieron a proporcionar internet como mínimo a la escuela y equipamiento informático para su uso. Pero la compañía jamás cumplió su palabra y ahora no encuentran el acta correspondiente.
Saramurillo es muy consciente de su falta de medios y oportunidades. Los compromisos han sido muchos después de haber protagonizado un paro que duró más de tres meses en los que la comunidad sirvió como anfitriona de la movilización. Tras la visita de las autoridades y las firmas de los compromisos cada cual volvió a su comunidad y Saramurillo sintió que la paz le traía la revancha de los que vieron afectada su actividad, los pongueros no querían parar en su puerto y las empresas no querían contratar hombres de la comunidad. Poco a poco la normalidad ha ido regresando, una normalidad que sigue sin permitirles comprar las figuritas de sus ídolos.
La comunidad siente que los cambios son lentos y el progreso escaso, por eso están constituyendo la Federación de Comunidades Nativas del Marañón y Chambira (FECONAMACH) junto con las comunidades de San Carlos, Ollanta, Maypuco 2ª zona, 18 de julio y Huallipaisla. Con ella esperan tener una plataforma que les permita gestionar directamente con las administraciones sus necesidades en sanidad, educación y saneamiento de todas las comunidades. Confían en el nuevo gobierno, han escuchado a su premier Cesar Villanueva decir al presentarse ante el Congreso de la Nación “una Amazonía gobernada por mecanismos absolutamente de subsidios en la que uno de los principales desafíos que tenemos es la conectividad”. El próximo 1 de junio está programado un encuentro en la Comunidad Nativa de Los Jardines en el río Pastaza al que acudirán sabiendo que pese a todo son una comunidad mucho más afortunada que aquellas otras que no están a orillas del Marañón y que multiplican sus carencias y abandono debido a la distancia y la falta de transporte regular a ninguna parte.