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Discurso de Gabriel Boric
Pesaro. Por Ernesto PÉREZ, para SudAméricaHoy
Con sus 25 años recién cumplidos, el cuzqueño Oscar
Oré es el tenor más joven de la veintena de cantantes que han seguido este año los cursos de la Academia Rossiniana que se celebran en concomitancia con el Rossini Opera Festival, en Pesaro, en la costa adriática de la Italia central.
A estos cursos, los jóvenes cantantes, algunos ya con una discreta carrera profesional a sus espaldas, vienen no solo para aprender lo que en una época
era el arte difícil del cantar rossiniano, sino también para hacerse ver y
escuchar por los numerosos agentes y directores de festivales líricos que
concurren a la más prestigiosa manifestación musical italiana.
Este es el caso de Oscar Oré que en el ensayo de fin de curso con la
cantata escénica “El viaje a Reims” interpretó uno de los once
personajes principales, el del Cavalier Belfiore (caballito de batalla de su
compatriota Juan Diego Florez), luciéndose en el dúo cómico del primer acto
con la soprano Beatriz de Sousa, “Nel suo divin sembiante”, no solo
vocalmente sino también con un don escénico natural, que incluía un
aplaudido striptease.
“Estoy en Pesaro a fuerza de tezón y terquedad porque mi familia
hubiese querido que emprendiese una actividad segura y remunerativa como la de abogado de mi padre pero desde chico mi sueño fue cantar, sobre todo
ópera” declara Oré a este cronista.
En efecto, ya desde el nido (o jardín de infantes), Oscar se distinguía
por la calidad de la voz y en la primaria ganaba premios con el coro de la
escuela “pero convencer a mi padre para que me permitiese seguir adelante
con mi sueño fue lo más difícil y recién cuando fui admitido al exigente
Conservatorio Nacional de Música de Lima reconoció que mi vocación era más
fuerte que su deseo de que siguiese sus pasos como abogado”, relata.
Hay que decir que Oré no surge como flor rara en el panorama musical
peruano. Existe en el país una larga tradición tenoril comenzada desde los
tiempos de Luis Alva y seguida con Ernesto Palacio, el mismo Florez y hubiese
continuado con Dempsey Rivera, si una cruel enfermedad no le hubiese cortado
las alas en el momento en el que se disponía a alzar el vuelo en el cielo de
la lírica internacional.
“Dempsey era mi amigo más querido desde la época del Conservatorio y
él me urgía para que me reuniera con él en Viena, cosa que haré después
de Pesaro ,para estudiar durante los próximos dos años en la capital
austríaca, aprovechando la red de amigos que él dejo tras de si”, comenta
Oré casi con lágrimas en los ojos.
El empuje para trasladarse a Europa se lo dio el segundo lugar en el
quinto concurso de voces nuevas del año pasado que organiza la Radio
Filarmónica de Lima en el que el presidente del jurado era Ernesto Palacio,
gran tenor rossiniano del pasado y hoy director artístico del Rossini Opera
Festival.
“El fue el que, advirtiendo mis progresos en los dos concursos
anteriores donde no había llegado a la terna final, me dijo que ya estaba
listo para entrar en la Academia Rossiniana e intentar una carrera en
Europa”, recuerda Oré.
El tenor cuzqueño ya tiene una discreta carrera profesional habiendo
cantado Almaviva en un “Barbero de Sevilla”, en la opereta “Orfeo en los
infiernos” de Jacques Offenbach y en un papel de contorno (el del vizconde
Gastón, amigo del protagonista Alfredo Germont) en “La Traviata” de
Giuseppe Verdi.
Pero es Rossini el compositor que más lo atrae. “Por mi voz de tenor
lírico ligero, -observa- mi repertorio va desde Mozart hasta el belcanto inmediatamente anterior a Verdi” .
¿Y si Rossini no existiera? “Sufriría muchísimo pero
sin Rossini me veo muy bien en papeles como el de Ernesto en “Don
Pasquale” o el de Nemorino en “Elixir de amor” que cantaba otro de mis
ídolos, Luciano Pavarotti”.
Y justamente en Pesaro vivió Pavarotti sus últimos años de vida y en
una villa cercana vive aún su compatriota Juan Diego Florez, su verdadero
modelo de cantante.
“Lamento -termina Oré- haber visto y escuchado solo una vez a Florez en Viena. Durante los cursos fue muy gentil ak darnos una «master class» a los alumnos de la Academia”. En los próximos días le espera Viena y más pronto de lo que quizás imagine, un futuro promisorio.