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Discurso de Gabriel Boric
Montevideo, 3 ene (EFE).- Falleció hoy en Montevideo a los 64 años el fisioterapeuta de la selección uruguaya Walter «Manosanta» Ferreira, quien obró el «milagro» de que el delantero del Barcelona Luis Suárez pudiera disputar el pasado Mundial de Brasil al recuperarse en 28 días de una artroscopia en la rodilla izquierda.
El vicepresidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), Alejandro Balbi, dijo a Efe que el mundo del fútbol en el país está «muy consternado» por la muerte de Ferreira, quien padecía cáncer y llevaba ingresado desde hace unos días en Montevideo debido a que su estado de salud había empeorado.
«Era un referente para todos nosotros; dirigentes, técnicos, jugadores y para la afición en general», destacó Balbi acerca de la figura de Ferreira, que logró aunar admiración hacia su persona en todo Uruguay a pesar de su vinculo con el Nacional, que junto al Peñarol divide los ánimos futbolísticos del país.
El fisioterapeuta tenía una relación especial con el delantero del Barcelona Luis Suárez, a quien logró recuperar de una artroscopia en su rodilla izquierda en solo 28 días para que pudiese disputar el partido de la fase de grupos mundialista contra Inglaterra en el pasado Mundial de Brasil.
El 21 de mayo de 2014, con la cita más importante del fútbol a la vuelta de la esquina -Uruguay debutó el 14 de junio con derrota frente a Costa Rica por 3-1- habían saltado las alarmas en la Celeste durante un entrenamiento cuando Suárez sintió un fuerte dolor en su rodilla izquierda y cayó al campo.
Ferreira tomó las riendas y Suárez pudo jugar contra Inglaterra el 19 de junio el segundo partido del denominado «Grupo de la muerte», en el que también estaba Italia.
En aquel partido Suárez anotó dos goles y al marcar el primero corrió al banquillo para abrazar efusivamente a Ferreira, a quien conoció hace más de una década, cuando el goleador llegó desde su Salto (noroeste de Uruguay) natal a Montevideo para incorporarse a las divisiones juveniles del Nacional.
«Para muchos jugadores era como un segundo padre», sentenció Balbi.