jueves, 4 de diciembre de 2014
Los tiempos de Tabaré Vázquez y Guantánamo
Foto. Iván FRANCO

Foto. Iván FRANCO

Carmen pequeña Por Carmen DE CARLOS @CarmenDeCarlos

En tres meses Tabaré Vázquez, socialista de 74 años, volverá a manejar las riendas de Uruguay. El segundo país más pequeño de Sudamérica (por detrás de Surinam) no es un caballo desbocado que necesite de un jinete con habilidades especiales.

Para gobernar Uruguay hace falta un buen administrador y a ser posible, con cierta mano izquierda. Tabaré Vázquez la tiene pero, a diferencia del actual presidente en ejercicio, José Mujica, el límite de su paciencia es más estrecho.

El comentario viene a cuento de las relaciones que tendrá, para arrancar, con sus dos vecinos: Brasil y Argentina. En el segundo caso, con su antiguo tormento (Cristina Fernández), sólo tendrá que convivir nueve meses. Con Dilma Rousseff la cosa va para más largo pero no es precisamente la “locomotora” del Mercosur (Mercado Común Suramericano) la que tendría tentaciones de echar más leña al fuego en el que se consume un bloque comercial de pasado complejo y futuro incierto.

En Unasur (Unión de Naciones Suramericanas) a Vázquez le gusta menos que nada tener que compartir mesa y mantel con Nicolás Maduro. La alergia por el bolivariano viene de lejos y con el tiempo no se le ha pasado. Tampoco la que tenía por el difunto Néstor Kirchner pero el destino parece querer hacerle un guiño de mal gusto y va a tener a los dos más presentes de lo que le gustaría.

La estatua de Néstor Kirchner en la nueva sede de Unasur. Foto: @Marcelodelpozo

La estatua de Néstor Kirchner en la nueva sede de Unasur de Quito. Autor de la Foto: @Marcelodelpozo

Al venezolano por razones que sobra explicar y al argentino porque Rafael Correa instaló una estatua del primer secretario general de Unasur (Kirchner) en la nueva sede del organismo que bautizó con su nombre. La figura, por las dimensiones y el estilo, recuerda a las de otros jefazos de Oriente que también pasaron a mejor vida.

Anécdotas aparte, el nuevo Tabaré Vázquez llega reciclado. Tras su paréntesis fuera del poder, el oncólogo anunció que lo que viene con su Gobierno “no será más de lo mismo”. Dicho y hecho, en esta semana dio a conocer su Gabinete y lo hizo sin contar con nadie o mejor dicho sólo consigo mismo.

El gesto de independencia no sentó demasiado bien en el Frente Amplio. La coalición que le devolvió al poder (con más del 53 por ciento de los votos) esperaba otra cosa, como reconoció Lucia Topolansky, la esposa de Mujica. La también senadora no ocultó su “sorpresa” y lamentó no recibir “respuesta” cuando solicitó una entrevista con Vázquez para “sugerirle” algunos nombres.

Las líneas maestras del pensamiento de Tabaré (el nombre basta para identificarle en cualquier parte) son sobradamente conocidas pero hay algunos “flecos” pendientes de ajustar sobre los que se cierne una duda razonable.

Uno no menor es el futuro de la medida docena de presos de Guantánamo que Mujica se había comprometido a asilar por razones humanitarias y que, previsiblemente, llegarán a Montevideo el lunes o el martes. El 58 por ciento de los uruguayos, según un sondeo de octubre, está en contra de recibirlos.

El Departamento de Estado vería con buenos ojos un comentario de Tabaré que despeje dudas sobre el día después del «aterrizaje» de los refugiados. El presidente electo lo sabe pero, poco amigo de las prisas, se toma el bien más preciado de un ser humano: el tiempo. A fin de cuentas, hasta el 1 de marzo, el presidente en ejercicio es otro y la media docena de secuestrados de Guantánamo, prácticamente, está en camino.