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Discurso de Gabriel Boric
Montevideo. María SANZ
Uruguay, campeón mundial del consumo de vacuno con 60 kilos de carne por persona al año, acaba de conmemorar su Día Nacional de la Carne, una fiesta que no comparte la minoría vegetariana local, un grupo de «herejes» que busca afianzarse en el país.
«Cuando un uruguayo dice que no come carne, parece que esté atacando a la tradición, es como un hereje», afirmó en una entrevista con Efe Hiram Miranda, que gestiona un restaurante vegano en un barrio céntrico de Montevideo.
La tradición a la que aludió pasa por tener un plato típico nacional, el chivito, elaborado a base de carne y huevo, o una costumbre patria, la doma de potros salvajes de la llamada Semana Criolla, que recuerda a las costumbres de los gauchos y que para los veganos supone un claro ejemplo de maltrato animal.
«Esas tradiciones todos los veganos las ven como una atrocidad, porque implican esclavitud y un sometimiento innecesario del animal», señaló a Efe Andrés Prieto, presidente de la Unión Vegetariana del Uruguay (UVU).
Para este activista, «ser vegano en Uruguay es todo un desafío» ya que el país «viene de más de un siglo de vivir a expensas de los animales», a través de la ganadería, la industria cárnica o la producción de materias primas de origen animal como el cuero o la lana.
En Uruguay se asentó el pasado siglo una importante industria cárnica a través de los frigoríficos, donde se faenaba la carne y donde muchos trabajadores recibían, además de su salario, un pago en especie con varios kilos de carne a la semana para alimentar a sus familias.
Pero, además, los productos animales componen una parte importante del volumen de exportaciones con las que la pequeña nación sudamericana comercia en el mundo.
Así, la carne bovina, la leche, la nata, el queso, la lana y el cuero integran la lista de las principales exportaciones de Uruguay hacia otros países, según datos del Instituto de Promoción de las Inversiones y Exportaciones Uruguay XXI.
En 2013, las exportaciones de carne bovina congelada uruguaya supusieron más de 935 millones de dólares, a los que se suman los 467 millones de la leche y la nata, los 255 de los quesos y el requesón, los 144 de la lana y los 138 del cuero y la piel curtida.
«Algunas industrias, como la de la carne, son muy contaminantes y están contribuyendo al efecto invernadero. El cambio climático obligará a abandonar el consumo de carne, y a sustituir este modelo por la exportación de productos vegetales», señaló Prieto.
Indicó además que, si todos los terrenos que en Uruguay se emplean para el pasto del ganado se reconvirtieran en cultivos agrícolas, se resolverían problemas de desabastecimiento de alimentos en el mundo.
Pese a todo, el consumo de carne en Uruguay es un hábito social, tan arraigado que incluso muchas reuniones giran en torno al parrillero, casi obligatorio en cada casa, donde se prepara el tradicional asado.
«A veces, el asado es una manera de involucrar al hombre en las tareas de la cocina, prendiendo las brasas y cocinando los alimentos», opinó Miranda.
Él mismo reconoció que, aunque ahora le encanta cocinar, tuvo que aprender a hacerlo cuando, en 2005, decidió hacerse vegetariano y, hace cinco años, dio el paso para convertirse en vegano.
«Ser vegetariano es tener una dieta en la que no se incluye la carne, el pescado, la leche, los huevos, o cualquier alimento de origen animal. El veganismo va un poco más allá: es la militancia en contra de cualquier forma de explotación animal», aclaró Miranda.
El veganismo incluye así el rechazo a los productos que se hayan fabricado a partir de materias primas animales, y también la lucha contra «la esclavitud, la explotación y el maltrato animal», que puede producirse en zoológicos, eventos deportivos como las carreras de los hipódromos, o algunos tipos de circos.
«De la misma manera en que hace siglos era común tener esclavos en las casas, y después se vio que era aberrante, también se tomará conciencia de que explotar a animales es un error», pronosticó Prieto.
Para Miranda, «hay millones de razones para hacerse vegetariano, pero tiene que ser una opción personal, una toma de conciencia propia. No se trata de evangelizar a nadie».