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Rodrigo García
Montevideo, 23 ago (EFE).- Amodio Pérez, el antiguo guerrillero uruguayo que echó mano del pasado y volvió a su país para contar su «verdad» tras 42 años «oculto» como Walter Correa en España, no pensó que sería el pasado el que tomaría la revancha y haría que un viaje relámpago haya acabado en una rocambolesca tormenta judicial.
Todo arrancó el pasado 7 de agosto, cuando este casi octogenario, que integró el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLN-T), guerrilla que combatió en Uruguay a Gobiernos constitucionales y a la dictadura en las décadas de 1960 y 1970, llegó a Montevideo por vez primera en cuatro décadas con su nombre real.
Digno del mejor cine de Hollywood, una estancia en principio prevista de apenas dos días para presentar un libro con su versión de la guerrilla a la que pertenecieron entre otros, el expresidente del país José Mujica, acabó con las fronteras del país cerradas y con el exguerrillero de juzgado en juzgado, en libertad pero sin poder abandonar territorio uruguayo.
Su llegada, algo así como la reaparición de un «fantasma» que los uruguayos conocían pero de quien apenas se había vuelto a saber desde 1973, era para muchos sinónimo de morbo por la reacción de los exmiembros del MLN, para quienes Amodio es conocido como «el traidor».
La razón de tal calificativo es que los militares, que tomaron el poder en un golpe de Estado en 1973 e instauraron una dictadura que se extendió 12 años, le concedieron un salvoconducto y un pasaporte con el nombre de Walter Barbosa para que se exiliara en España a cambio de colaboración el año en el que accedieron al Gobierno.
«Es la primera oportunidad que tengo para que alguien me haya dado voz», indicó durante la conferencia de prensa en el mismo hotel de Montevideo en el que poco después recibió una citación judicial por haber entrado en el país con el nombre falso de Walter, algo en lo que finalmente no se halló delito.
A esto se unen dos causas judiciales por supuesta complicidad en la detención y tortura de personas en tiempos de la dictadura cívico-militar (1973-1985), que son las todavía hoy lo mantienen retenido en el país.
«En mi caso, me delató en la calle (…) y me pararon y me llevaron preso. Estuve en la cárcel casi 14 años y fui torturado», dijo el extupamaro Carlos Martell recientemente a la prensa al declarar por el caso de presuntos abusos y torturas a 28 presas políticas en el que se investiga el papel de Amodio.
Según dijo este último ante la Justicia, el MLN lo condenó «a muerte», lo que lo obligó a usar una identidad falsa y mantenerla durante todos estos años.
Por el mismo caso, y en las últimas semanas, declararon como testigos tanto Mujica como el también extupamaro y actual ministro de Defensa, Eleuterio Fernández, ambos encarcelados en duras condiciones durante el periodo dictatorial.
Consultado por un diario digital, Mujica contó hace unos días que Amodio le importaba «poco» y que no le gusta «darle vida a los muertos».
Por su parte, Jorge Marius, autor del polémico libro «Palabra de Amodio», explicó en una entrevista que es la editorial la que está pagando el hotel de Amodio durante su imprevista estancia y que esos costos salen de las ventas del libro.
«Me siento en parte responsable de eso (lo sucedido), porque incluso en la editorial hablamos y nos convencimos que podía haber problemas por un lado, pero esto la verdad no lo habíamos previsto. Él tenía el vuelo de regreso (a España) para el día siguiente», comentó Marius sobre el exguerrillero.
No obstante, su abogado, Andrés Ojeda, que dijo a Efe que en ningún momento su defendido se esperaba esta situación, pidió el archivo del caso al considerar que no está probada la comisión de ningún delito y, que en el caso de que se pudiera probar, estaría prescrito o amnistiado por una ley de 1985.
«Él no está arrepentido (de haber vuelto al país). Yo diría (que) está podrido. La jueza le pide que le firme un libro. Él se lo firma ¿y qué hace la jueza? Lo mete en el expediente», añadió el escritor.
Actualmente se espera que se pronuncie la fiscal del caso y que con base en eso la jueza tome una decisión, que no se descarta, en el caso de ser procesado judicialmente, sea la de prisión preventiva.
El protagonista de esta pintoresca historia, que ya ha pasado varias veces por el juzgado para declarar e incluso mantener careos con antiguos excompañeros, en su única presentación a la prensa dijo que aceptó el ofrecimiento de los militares cuando ya no le quedaba otra alternativa más que aferrarse «a un clavo ardiendo».
A su juicio, en 1973 «el MLN no existía más» y temía las consecuencias que podrían haber tenido la venganza de sus compañeros en la cárcel, quienes aseguró… en todos estos años crearon una historia «oficial» y paralela a la que él considera real.
El extupamaro, actualmente jubilado en España, país en el que obtuvo la nacionalidad en 1981, indicó que no se puede quedar mucho tiempo en Uruguay, ya que debe seguir trabajando para subsistir porque percibe una pensión de 600 euros (680 dólares).
A todo esto, Celia Del Bosque, su pareja y concejal de Izquierda Unida en un municipio cercano a Madrid, lanzó en España una campaña de recolección de firmas para su liberación.
De momento, la caja de los truenos sigue abierta, hasta que de nuevo, el pasado, el presente o el futuro, decidan cerrarla.